Donald Trump presidente electo

El Triunfo del Odio

‘Mi padre me llamó esta mañana, me dijo que la posibilidad de deportación se hizo más real que nunca. Si Trump elimina el DACA1, yo pierdo la protección de no ser deportada. Y mis padres corren ahora un riesgo grande de deportación,’ le confesó con gran preocupación una de sus alumnas al autor de esta columna. Para muchas personas, el triunfo de Trump no es simplemente una derrota electoral. El triunfo de Trump implica un miedo real e inmediato para el futuro de millones de personas.
Por Sebastián Sclofsky

Muy poco se sabe de cómo será el gobierno de Donald Trump, quiénes conformarán su gabinete, quiénes serán sus asesores, o cómo piensa dar contenido a las diversas promesas realizadas durante la campaña electoral. El muro, la deportación en masa, el rechazo de inmigrantes musulmanes, la renegociación de los tratados comerciales, el recorte de impuestos, fueron todos eslóganes electorales a los cuales Trump nunca les dio un contenido programático concreto. Pero no es la incógnita y la incertidumbre que generan el miedo de millones de estadounidense y extranjeros residentes en este país. El miedo es concreto y real, y está basado en dos elementos centrales: el programa político y las propuestas parlamentarias del Partido Republicano, y en el discurso de odio, racismo y xenofobia del propio presidente electo y de una importante masa de sus seguidores.
Tomando en consideración las declaraciones y promesas de los principales líderes del Partido Republicano en el Congreso y observando la plataforma que el Partido aprobó luego de la Convención Nacional que nominó a Trump como candidato, podemos esperar en los próximos años una serie de medidas y reformas que generan temor en sectores importantes de la población.
En primer lugar, tanto Trump, como muchos republicanos, han prometido derogar la orden ejecutiva de Obama que protege de deportación a millones de jóvenes que entraron al país en forma indocumentada.
En segundo lugar, el Partido Republicano ha declarado que protegerá a aquellos que, por motivos religiosos, se nieguen a brindar servicios a parejas del mismo sexo. Al tener la posibilidad de nominar un nuevo juez a la Suprema Corte, y suponiendo que este vendrá de los sectores más conservadores, podemos asumir que este tipo de medidas interpretativas de la Constitución serán aprobadas por la Corte. A esto debemos sumar que si existía alguna esperanza de reforzar la protección al voto y eliminar las restricciones que muchos estados han establecido para impedir el voto de minorías, esta esperanza se ve extinguida con la perspectiva de una Suprema Corte conservadora.
Los recortes al programa de salud creado por Obama que los republicanos vienen intentando desde la aprobación del mismo, podrán ser realizados con mayor facilidad, dejando a millones de estadounidenses sin seguro de salud, y haciendo realidad las palabras del gobernador republicano de Florida: ‘Si quieren un seguro de salud, consigan un trabajo que se los pague’.
Si existía alguna esperanza de una reforma en el área de justicia criminal que ponga freno a la violencia policial contra las minorías afroamericanas y latinas, el posible nombramiento de Rudy Giuliani como Procurador General, acabaría con cualquier esperanza de reforma.
Pero el mayor miedo no es la incertidumbre del futuro sino las expresiones de odio, racismo y xenofobia del presente. Trump llevó a cabo una campaña de odio, una campaña misógina, basada en el rechazo a las minorías, a los inmigrantes, a todos los que no son estadounidenses, blancos y protestantes. Trump recibió el apoyo de todos los sectores y grupos más reaccionarios de la sociedad americana, incluyendo al Ku Klux Klan. Y ahora, estos sectores que existieron siempre en esta sociedad, pero que habían sido expulsados hacia los márgenes, vuelven a ser parte del centro.
Enarbolar la bandera Confederada, símbolo del gobierno esclavista del sur, se convirtió en el emblema de orgullo de este movimiento. Cientos de actos de odio y racismo han sido reportados en todo el país. Mujeres musulmanas han sido insultadas por usar hijab, en un liceo en Pensilvania, alumnos blancos marcharon cantando ‘White Power’ e insultado a sus compañeros latinos y afroamericanos. Grafitis con esvásticas y símbolos de supremacía blanca fueron pintados en residencias y negocios de afroamericanos.
‘No sé cómo voy a dar clase hoy’, me dijo un colega estadounidense, el cual es musulmán y nació en África. ‘Estadísticamente, un cuarto de mis alumnos votó a una persona que dijo que yo no pertenezco a este país. Un cuarto de mis alumnos no me quiere aquí’. Y por más que podamos apreciar una distancia abismal entre el Trump de la campaña y el Trump del discurso de victoria, las voces del odio han sido legitimadas. Es legítimo hoy en día exigir que no se deje a musulmanes entrar al país, o que se les pida un juramento de fidelidad, inclusive a aquellos que han servido a este país en las Fuerzas Armadas. Es legítimo exigir que se expulse a los inmigrantes y se construya un muro. Es legítimo abusar, verbalmente al menos, de las mujeres; al fin y al cabo, el presidente electo lo hizo durante su campaña. Estamos ante la versión estadounidense del neofascismo europeo. Un neofascismo europeo que se verá envalentonado por esta victoria electoral de cara a las próximas elecciones en Europa.
Por estos motivos, no podemos callar. Hoy es el momento de reescribir el poema de Niemöller, y cuando vengan por alguien debemos alzar nuestra voz. Como dijo el senador Bernie Sanders, si la agenda de Trump será una agenda racista, xenófoba, sexista, y antiambiental, nos convertiremos en su peor pesadilla.

1. Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA) es una orden ejecutiva del presidente Obama que permite a ciertos inmigrantes indocumentados que entraron al país antes de los 16 años y antes de junio del 2007 a recibir un permiso de estadía y evitar toda deportación.