Niegan vínculo del judaísmo con Jerusalén

UNESCO – Palestina Capta

Recientemente, los judíos del mundo se manifestaron decepcionados con la resolución de la UNESCO, según la cual el judaísmo, y por ende el cristianismo, no tienen raíces históricas en el Monte del Templo en Jerusalén.

Por Alberto Mazor

Algunos años antes, en otro ‘golpe de sabiduría histórica’, el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, afirmó que ‘Jesucristo era palestino y que dos mil años después de su nacimiento en la ciudad palestina de Nazaret, los palestinos continúan viviendo en un país ocupado sin tener el derecho de rezar en su tierra natal’.
Según expertos académicos, tanto Abbás entonces como ahora la UNESCO usaron dichos términos en un contexto histórico, aplicado a todos los que estuvieron en Tierra Santa en esa época sin importar su religión.
De cualquier manera, dichas declaraciones son parte de un largo intento de la ONU y la AP por influir en la opinión pública mundial y fortalecer los lazos con la versión palestina para adoptar su narrativa histórica.
Lo interesante de este ‘sensacional descubrimiento’ es cómo pudo suceder que filósofos e historiadores judíos, desde hace más de 1.900 años, no se percataron de él pudiendo adoptarlo de inmediato para así ahorrarnos una lista interminable de tragedias como consecuencia de haber sido acusados ‘ilegítimamente’ de matar a Jesús en Jerusalén sin que ni él ni nosotros jamás camináramos por ahí.
No deja de ser curioso el hecho de cómo hubieran reaccionado los palestinos a las acusaciones de la Iglesia de ser culpables de la muerte del Mesías sentado a la diestra del Señor por haber negado su calidad de tal.
Y nosotros, por nuestra parte, podríamos habernos ahorrado un sin fin de calumnias, expulsiones, pogromos, leyes raciales, antisemitismo, judeofobia y, quien sabe, hasta un Holocausto.
Todo esto estaría muy bien si no fuera que mi amada esposa Arlette, maestra ella, no hubiera salido de paseo con sus alumnos por los alrededores de nuestro kibutz (Metzer) hace unos 30 años atrás y, entre otras vivencias, no hubiesen encontrado varias monedas antiguas del Imperio Romano acuñadas por el emperador Vespasiano, que gobernó desde el año 69 hasta el 79 de nuestra era.
De un lado de la moneda (foto) puede leerse claramente el nombre del emperador y del otro las palabras ‘Judea Capta’ (Judea Cautiva, en latín) además de ver la imagen de un legionario parado ante una mujer arrodillada (derrotada) y una palmera, símbolo de la región.
Dichas monedas se emitieron luego de que fuera destruida Jerusalén y sofocada la rebelión hebrea en la Provincia Judea (Yehudá, en hebreo), sí, sí, la misma en la que nació Yehoshúa (Jesús), hijo de María y José (perdón, y del Espíritu Santo), quienes tuvieron que deambular de la Nazaret hebrea, luego de cerrar la carpintería, para llegar hasta Belén, una localidad de más de tres mil años de antigüedad perteneciente a la tribu hebrea de Yehudá (el cuarto hijo del patriarca Yaakov), de la cual era miembro el supuesto padre de Jesús, para estar presente en un censo decretado por el entonces procurador romano.
Según la narrativa bíblica, en las afueras de Belén se encuentra la tumba de la matriarca Rajel (2a esposa de Yaakov), y de acuerdo con la misma, allí fue ungido el Rey David.
Es sabido que los emperadores acuñaban monedas especiales para engrandecer su imagen luego de episodios peculiares a fin de aumentar su trascendencia. La rebelión hebrea en Judea fue la más sangrienta que tuvo que enfrentar el Imperio Romano, que se vio obligado a trasladar legiones desde Britania para reforzar sus tropas, lo que llevó también a un castigo fuera de lo común: la destrucción de Jerusalén, del Segundo Templo y al destierro de toda la aristocracia hebrea.
Es por ello que decenas de miles de monedas con la inscripción ‘Judea Capta’ fueron halladas en todos los países de Europa y del norte de África.
Sin embargo, y aunque a la UNESCO y a Abbás les cueste admitir, las maestras y los niños palestinos, vecinos de mi kibutz, con los cuales mantenemos muy buenas relaciones, nunca consiguieron hallar ni una sola moneda con la inscripción ‘Palestina Capta’.
El proceder de la UNESCO y de Abbás es lamentable. Una organización internacional y otra nacional que niegan la verdadera historia de un pueblo para cambiarla por otra, difícilmente comprenderán el presente y les será muy complicado intentar construir su futuro.