Fallecimiento de Shimon Peres

Coloso con pies de barro

Sin lugar a dudas, Shimon Peres fue un coloso, como político y estadista, pero con pies de barro. Respetado y aceptado en todos los salones políticos del planeta cuando ejerció la presidencia, dos hitos lo perfilan como coloso de pies de barro. El primero, ser el padre fundador de la colonización en los Territorios Ocupados; el segundo, haber sido hoja de parra de Netanyahu y su política
Por Guga Kogan

Brazo ejecutor de Ben Gurion, el padre fundador del Estado, cuya contribución al fortalecimiento del poder militar de un Estado rodeado de enemigos se resume en una palabra: Dimona, nombre en  clave del poder atómico israelí. Negado por medio del eslogan que   el mismo acuñó: «No seremos  el primer Estado  que introduzca  la  (bomba) atómica  al M.O.». Sin inmutarse lo continuó diciendo, a pesar de las revelaciones sobre el verdadero carácter funcional del reactor de un técnico de la instalación, Mordejai Vaanunu, en 1986, cuando era Ministro de Relaciones Exteriores.
Fue ministro de todas las carteras ministeriales posibles, desde Correos hasta Seguridad.  Primer ministro durante solo dos años y pocos meses como reemplazante del asesinado Rabin, finalizando su impresionante carrera política, más parecida por sus altibajos y sus derrotas a una montaña rusa, como Presidente del Estado. Un puesto que siempre anheló, al cual no arribó al primer intento de ser elegido, traicionado en la votación hasta por sus propios camaradas del Partido, sin contar aquellos que eligieron en su lugar como Presidente, a un político de tercera, Moshe Katzav, que terminó en la cárcel por violador. A Peres lo eligieron para reconstruir el prestigio de la institución presidencial, y eso lo hizo a la perfección. Nunca Israel poseyó un Presidente de tal calibre mundial, respetado y aceptado en todos los salones políticos del planeta.
Pero dos hitos en su historia política lo perfilan, a la postre, como coloso de pies de barro. Uno, por ser el padre fundador de la colonización en los Territorios Ocupados. Como Ministro de Seguridad en el primer gobierno de Rabin, concibió y tramoyó el «Compromiso Sebastia», que permitió crear al primer asentamiento de Gush Emunim (El bloque religiosos-mesiánico) en la Cisjordania ocupada. Primer responsable de abrir la compuerta al dique que impuso el gobierno de Rabin  a los intentos de colonización (internacionalmente ilegal) de los Territorios Ocupados. Así destruyó, sin pensar en las consecuencias geopolíticas futuras, lo que se consideraba «la carta en juego para lograr la paz con los árabes», los Territorios ocupados. La compuerta abierta, que comenzó con ese asentamiento en Sebastia, se convirtió en un aluvión que hoy es el principal obstáculo de cualquier arreglo con los palestinos y crear un Estado Palestino independiente.
El segundo pie de barro fue ser, durante sus años como Presidente de Israel y estadista respetado a nivel mundial, hoja de parra de Netanyahu y su política, a quien le atribuyó, ante todo estadista y foro mundial, sinceras intenciones de llegar a un Acuerdo con la Autoridad Palestina, mientras el susodicho ejecutaba todo paso contrario habido y por haber, para sabotear, con sus consabidos pretextos de «que no hay con quien hablar», todo intento de entendimiento.
Dos pies que debilitaron su estatura, pese a sus logros, no sólo en el campo de la Seguridad, sino también en la Economía, que como Ministro del Tesoro, frenó la inflación galopante que creó el gobierno de Beguin. Otro coloso nacional con pies de barro que selló la Paz con Egipto y abrió las puertas del infierno de la guerra del Libano, con 18 años de sangre y centenares de caídos.
Odiado por la derecha israelí, en especial la religiosa mesiánica, por promover los Acuerdos de Oslo. Derrotado en su propio partido, el Avoda (Laborismo) por no ser «elegible» en elecciones, no hesitó en pasar a las líneas de la derecha, encabezada por otro dudoso coloso político, Arik Sharon, para redimir su imagen tan deteriorada por la incitación de la derecha política.
La izquierda no lo soportó hasta el Acuerdo de Oslo, que fue el parteaguas en su trayectoria política, infectada por su relación ácida y complicada con Rabin y con los líderes del Laborismo «sabras», que no soportaban al olé polaco arribista, asistente político incondicionado de Ben Gurión , que lo prefirió sobre todos ellos. A partir de Oslo todo cambió y el Shimon Peres de los tejemanejes políticos para llegar a ser Primer Ministro, pasó a ser «El Estadista»a nivel mundial, que líderes del mundo y hasta las estrellas de Hollywood, deseaban su compañía, considerado como campeón de los intentos de llegar a acuerdos de paz con el Mundo Árabe.
Así fué Shimon Peres, incansable en su curso de recuperar el amor de las masas, que otrora le arrojaron tomates en sus campañas electorales, eligió desentenderse del poder adquirido por la minoría religiosa mesiánica que hoy domina la Agenda Política de Israel. Así, como Presidente de Israel, cumplió su anhelo de ser  consenso nacional, callándose la boca respecto al rumbo nacionalista de los últimos gobiernos para solo abrirla para alabar la tecnología avanzada e Israel a la vanguardia. Todo ello, sufriendo sin sufrir, de sordera a las expresiones extremistas de su pueblo, que envenenan el ambiente convirtiéndolo de rechazo a todo Acuerdo con los palestinos. Acuerdo que frene el rumbo tomado, hoy por hoy, hacia un estado de Apartheid latente.
Solo por ellos, y muchos más que olvidamos mencionar, Shimon Peres fue y será irremplazable.
Pero también, imperdonable.