Feria de artesanos en AMIA Almagro:

Volver a empezar

El Centro de Acción Social de AMIA (sede Almagro) organizó una Feria de artesanos y micro emprendedores con el objeto de promover la reinserción laboral a partir de la creación de nuevos espacios de exposición de las capacidades laborales adquiridas. Se llevó a cabo el pasado 16 y 17 de diciembre -en el primer y segundo piso de la sede de la AMIA ubicada en Almagro- y fue visitada por casi 700 personas. Un volver a empezar para muchos, una nueva esperanza de vida acompañada por otra expresión de la solidaridad comunitaria posible. Veamos algunas historias de vida.

Por Bárbara Lichtman

Sergio se desempeñaba como gerente de una empresa constructora pero perdió su trabajo hace un año y medio. Entre ocupaciones temporales, llegó a sus oídos la propuesta de la AMIA: comenzar con un micro emprendimiento para reemplazar la falta de empleo.
“No ha venido gran cantidad de gente pero algo se vendió. Lo que ganamos en la feria no nos alcanza para poder avanzar mucho en el proyecto (dedicado a la cocina), simplemente sirvió para dar a conocer nuestros productos y establecer nuevos vínculos. Esperamos que en el futuro podamos transformar este emprendimiento en un medio de vida” explicó Sergio, sentado junto a su mujer, quien agregó “que aprendieron a cocinar solos y que lo hacen los dos juntos”.
Dentro de las tantas historias de vida que había detrás de cada uno de los 72 stands, estaba la de Patricia -Licenciada en Turismo que llegó a la AMIA pidiendo una ayuda económica-.”Me ofrecieron hacer un curso gratis para emprender algo. Hice uno de velas y jabones que es lo que estoy ofreciendo en la feria. Todavía no gané dinero pero una chica, que visito la exposición, me pidió que le haga varios de mis productos para su cumpleaños”.
La AMIA ofrece cursos de cocina judía, de tejido, diferentes formas de utilizar la soja y de manualidades, entre otros. Muchos de los beneficiarios aprovechan este “empuje” para insertarse, otra vez, en el mercado laboral y estar en actividad.
Según una de las organizadoras del proyecto, Fanny Kohon, el Centro de Acción Social (CAS) está evaluando la posibilidad de realizar estas ferias con más frecuencia a partir del año próximo. “Toda la gente que está presente en la feria es beneficiaria del Centro” señaló Kohon.
Otra historia es la de Nora: “Yo era morá (maestra), perdí el trabajo cuando la escuela Hertzl cerró, y ahora -que ya estoy en la cuarta edad- no consigo trabajo. Mi marido , tiene 58 años, es abogado y también está desocupado. Cuando perdimos nuestros trabajos -recuerda- decidimos poner un kiosco y librería en el centro, pero nos fue mal y tuvimos que cerrarlo”. Además de las hebillas, los jabones y algunos accesorios artesanales, Nora vende peluches, anteojos y la mercadería que no pudo vender en su local del centro.
La feria también brindó servicios. Martha es contadora , y cuando se le presenta la oportunidad, da clases de apoyo escolar para alumnos en nivel primario y secundario. Está desempleada hace varios años, y su marido gana muy poco dinero. Este año, a través de una mesa repleta de volantes, Martha apuesta a conseguir más alumnos.

Se buscan jóvenes

Faltaron caras jóvenes. Esa fue una de las críticas que los emprendedores le hicieron a la organización y difusión del evento.
“Si bien tuvieron las mejores intenciones, creo que a la Feria de artesanos y micro emprendedores le faltó más difusión. La gente joven no se enteró de la feria. Muchas gente tiene productos para adolescentes en sus puestos y no pudieron venderlos” criticó Melina, una chica que vendía ropa y accesorios juveniles.
Pero si el tema de la pobreza y la recuperación de la dignidad está aún muy lejos de la sensibilidad adulta, más aún lo está de esos jóvenes de los que habla Melina. En todo caso, habrá que iniciar un trabajo de concientización más fuerte en todos los sectores etáreos.
La pobreza pega, y muy duro, en el ánimo de la gente; y en la juventud el tema puede ser una problemática doble como puede resultar concientizar acerca de la responsabilidad solidaria y ver cuál es la forma de ayuda que de ellos, efectivamente, pueda depender más allá del consumo que produzcan.
El resto, en cierta medida, sigue quedando -aún en esta etapa- en manos de los dirigentes (voluntarios y profesionales), y los micro emprendedores junto a su arte y sentido común para dar a conocer sus ideas y productos derribando, incluso, algunas vallas sostenidas en cierta clase de prejuicios propios o ajenos.
Volver a empezar no es fácil, pero lo están haciendo y eso ya es mucho para gente que, en algún momento, creyó haberlo perdido todo.