Fallecimiento de Shimon Peres

Hacer realidad la visión de Peres requiere evacuar los asentamientos

El legado de paz en Medio Oriente del ex Presidente israelí Shimon Peres sólo puede ser realizado si los asentamientos que él mismo aprobó hace muchos años son desmantelados.
Por Akiva Eldad *

Cuando faltaban varios días para la firma del Acuerdo de Oslo de septiembre de 1993, le pregunté a Shimon Peres, por entonces Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Itzjak Rabin, cómo le gustaría ser recordado en los libros de historia. «Como quien contribuyó a un Israel lo suficientemente fuerte como para hacer la paz», me respondió. Peres, que falleció el 28 de septiembre a la edad de 93 años, deja atrás un país con las fuerzas armadas más poderosas de la región y una de las industrias tecnológicas más importantes del mundo. Gracias a Peres y a su generación, Israel es una isla de estabilidad en el corazón de un tormentoso Medio Oriente. Comenzó con la evacuación de las tropas israelíes del Líbano y salvó a la economía de una inflación de tres dígitos a mediados de la década de 1980. Peres sentó las bases para los Acuerdos de Oslo con los palestinos, los cuales llevaron al acuerdo de paz con Jordania en 1994 y fortalecieron la posición internacional de Israel.
Peres no llegó a ver a este poder convertirse en paz. El Estado de Israel no gozó de los frutos de su labor. El acuerdo de paz de 1979 con Egipto fue firmado por el Primer Ministro Menajem Beguin, del partido Likud, poco tiempo después de las elecciones de 1977 que destronaron al Partido Laborista. Las negociaciones que condujo Peres con el presidente sirio Hafez al-Assad en 1996, luego del asesinato a Rabin, no fueron exitosas. El Primer Ministro Ariel Sharon fue el que ordenó la evacuación de tropas y asentamientos israelíes de la Franja de Gaza en el 2005. Los Primeros Ministros Ehud Barak y Ehud Olmert estuvieron mucho más cerca de lo que jamás estuvo Peres de un acuerdo permanente con los palestinos.
Los intentos de Peres de acortar la brecha entre el primer ministro Biniamin Netanyahu y el presidente palestino Mahmoud Abbas concluyeron en una amarga decepción. Peres pasó sus últimos años en la política como un enviado internacional cuyo fin era explicar las políticas de los gobiernos israelíes de derecha. En sus primeros días como presidente llegó hasta Washington para defender a Netanyahu, quien había perdido la confianza del presidente Barack Obama.
Los líderes como Peres son generalmente caracterizados como «hombres de visión y acción». Pero a menudo, como en este caso, la acción y la visión no están sincronizadas. Yendo más lejos, la acción opaca a la visión y hace virtualmente imposible que se realice. En su rol como «hombre de acción», Peres, como ministro de Defensa a cargo de los territorios ocupados desde 1974 hasta 1976, tuvo la responsabilidad del establecimiento de una larga lista de asentamientos judíos. En el asentamiento de Ofra, cuyas casas están mayoritariamente ubicadas en tierra privada palestina, los residentes se sientan en la sombra de su primer árbol, plantado por Peres en la década de 1970. El fundador y primer intendente de la ciudad-asentamiento de Ariel, el fallecido Ron Nachman, una vez me mostró un documento de 1977 firmado por Peres, donde se aprobaba la construcción de un nuevo asentamiento en el corazón de la región de Samaria, en Cisjordania.
En su libro de 1978, «Ahora mañana», publicado un año después de la llegada del Likud al poder, Peres escribió: «Si el gobierno congela y evita el asentamiento en zonas que valen la pena ser asentadas (en las tierras conquistadas en la guerra de 1967), será como escribir un Libro Blanco para nosotros mismos», haciendo así una referencia a las políticas del Libro Blanco formuladas por las autoridades del Mandato Británico que limitaban la migración judía a Palestina.
Una persona muy allegada a él me contó que Peres era un maestro insuperable en la construcción de una visión de la realidad que encajara con su visión o interés. Así, por ejemplo, en el operativo militar israelí del 2002 denominado Escudo Defensivo, que constituyó un golpe masivo a las instituciones y poder de la Autoridad Palestina, le pregunté cómo podía ser un actor clave en un gobierno que estaba destruyendo su propia visión de paz. «¿Qué querés que haga?» respondió Peres, por entonces ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Sharon. «¿Cómo me puedo oponer a una medida apoyada por los estadounidenses?» No le gustó mi pregunta siguiente: «¿Y cómo se pueden oponer los estadounidenses a una medida apoyada por el arquitecto de los Acuerdos de Oslo y ganador del Premio Nobel?». Peres quería seriamente que todos lo quisieran.
El mecanismo de fabricar una realidad de acuerdo a la circunstancia ayudó a Peres a volar sobre las alas de la visión que él denominó «un nuevo Medio Oriente». Cuando quiso competir con Ehud Barak en las elecciones del 2001 para el cargo de primer ministro, insistió en que esto salvaría al pueblo de Israel. Cuando decidió abandonar las filas del Laborismo luego de ser derrotado por Amir Peretz en las primarias por el liderazgo del partido, argumentó que sumarse al partido Kadima de Ariel Sharon era un paso esencial hacia la paz en Medio Oriente.
Una de las frases favoritas de Peres era que «se puede hacer un omelette de un huevo, pero no se puede hacer un huevo de un omelette». ¿Acaso los 400.000 colonos que Peres dejó no están volviendo la visión a la cual Peres dedicó su vida en huevos revueltos? ¿Y con respecto al objetivo de fortalecer a Israel, que Peres consideraba era necesario para hacer la paz con sus vecinos? La democracia en el Israel que deja atrás está debilitada, el liderazgo es menos que mediocre, la sociedad está profundamente dividida y la posición internacional del país es tambaleante.
Peres era la cara atractiva, seria, tolerante y culta de Israel. Enorgullecía a millones de judíos alrededor del mundo. Plantó un poco de esperanza en el corazón de los amantes de la paz entre los palestinos y en el mundo, el mismo mundo que la semana pasada vio en las Naciones Unidas a un líder israelí, Netanyahu, que es un experto en difundir miedo y sembrar divisiones. El hombre que pasó años cubriendo en interminables capas de maquillaje la cara fea de Israel se fue y no volverá jamás.
Uri Avnery, el hombre de paz, también de 93 años, comparó a Peres con Sísifo, quien en la mitología griega había sido sentenciado por los dioses a hacer subir una pesada piedra hasta la cima de una montaña toda su vida. Cada vez que Sísifo se acercaba a la meta, la piedra se iba de sus manos y rodaba hasta abajo. Quizás, incluso luego de 93 años, Peres era un adelantado a su época. Quizás el nuevo Medio Oriente, que se ha convertido en un demente Medio Oriente, se convierta una vez más en un cuna de la civilización. ¿Quizás se acerque el día en el que Israel sea una luz para las naciones? Como decía Peres, la desesperación no es un plan de acción.
El legado de Peres requiere rectificación de la actividad injustificable en los territorios ocupados, en la cual fue cómplice. Los líderes que llegaron el 30 de septiembre para acompañarlo a su lugar de descanso no pueden simplemente alabar la visión de Peres y hacer promesas vacías de seguir en sus pasos. Este camino tiene que atravesar decisiones difíciles contra la ocupación, que amenaza con transformar la labor de su vida en cenizas.

* Columnista de Israel Pulse de Al-Monitor. Anteriormente fue columnista Senior y editorialista del diario Haaretz y jefe de la corresponsalía de ese medio en Estados Unidos. Su libro más reciente (con Idith Zertal) «Lords of the Land» (Señores de la Tierra), sobre los asentamientos judíos, fue best seller en Israel y ha sido traducido al inglés, francés, alemán y árabe.
Fuente: Al-Monitor
Traducción: Kevin Ary Levin