A propósito de Rubén Beraja

El otro encubrimiento: antisemitismo y negocios

Nota de la Redacción: Esta nota fue publicada, copete incluido, en la edición papel de Nueva Sión de mayo de 1999. Dada la noticia del apresamiento del ex titular del Banco Mayo y la DAIA, nuevamente este artículo toma una inusitada vigencia. El ex titular de la DAIA Rubén Beraja, investigado por el vaciamiento del Banco Mayo que presidía, denunció por antisemitismo al titular del Banco Central, Pedro Pou. La estrategia de Beraja en este escándalo es contraatacar imputando la caída del Banco a maniobras de Pou inspiradas en su desprecio hacia los judíos. La presentación de Beraja fue acompañada por un gran despliegue en el diario Página/12, que le asignó la tapa y sus páginas 2 y 3. Por encima de cuestiones legales, técnicas y procesales que seguirán su curso en los expedientes judiciales, se reactualiza la necesidad de tomar posición frente a algunas cuestiones básicas, que en estos tiempos y en esta comunidad pocos quieren debatir.

Por Horacio Lutzky

En realidad no se trata aquí de cuestionar el carácter prejuicioso y posiblemente antisemita que pudiera evidenciar el funcionario menemista Pedro Pou. Ni siquiera que el señor Pou se haya propuesto, por motivaciones castigadas por la Ley Antidiscriminatoria, terminar con ese banco que por años gozó de las relaciones con el poder político y de un sugestivo y excepcional favoritismo oficial.
¿Será el Señor Pou más antisemita que el oficialista presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, aquel que espetó su «judío piojoso» sobre el periodista Román Lejtman por sus investigaciones sobre Amíra Yorna y la causa sobre lavado de narcodólares? Este calificativo antisemita era el mismo que la campaña nazi de propaganda en Polonia y Alemania impuso como primer paso para deshumanizar y finalmente exterminar a los judíos. Lejos de ser querellado por la DAIA, luego de un intercambio de cartas Pierri fue dispensado.
¿Qué decir del poderosísimo ex ministro de Justicia, ex ministro de Obras Públicas, ex juez de la Corte Suprema, orquestador de las privatizaciones, integrante del Opus Dei y reciente elaborador de la doctrina de la eterna reelección de Carlos Menem? El ex ministro Rodolfo Barra fue descubierto en 1996 por una investigación de la revista «Noticias» en su pasado nazi, formando parte de los grupos que en los años 60′ atentaban contra templos y escuelas judías. En el reinado de la injusticia, con los impunes atentados antisemitas más grandes en el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, parecía por decirlo de algún modo un tanto grosero que el ministerio que, según su nombre lo indica, debe tener alguna relación con la justicia, fuera presidido por quien forjó su identidad en los años de «idealismo» con el brazo derecho en alto.
El talentoso escritor prematuramente fallecido Osvaldo Soriano escribía entonces: “Es escandaloso que el ministro de Justicia de este país sea un ex militante nazi (…) El hecho de que Rodolfo Barra haya sido miembro, desde los años sesenta, del siniestro grupo Tacuara podría ser una anécdota de mal gusto si nada hubiese pasado desde entonces. Pero con apoyo nazi volaron la Embajada de Israel y con ayudas y complacencias del nazismo vernáculo fueron asesinadas un centenar de personas en el atentado contra la AMIA. Es escandaloso que la DAIA se haya prestado siquiera a analizar el libelo de aparente disculpa de Barra. Acá vivieron Eichmann, Priebke y centenares de nazis de primera línea que cometieron los más horrendos crímenes contra la humanidad durante la Segunda Guerra Mundial. Llegaron ayudados por fascistas y antisemitas de ideas iguales a las del joven Rodolfo Barra y del flamante interventor de ATC, Horacio Frega”.
Pero claro, para el titular de la DAIA no era una cuestión como para alterar la tranquilidad pública con posiciones irreductibles. Un salto a otro ministerio y a cambiar de tema.
Tras el enroque de Barra consensuado con Beraja, el ministerio de Justicia fue ocupado por el riojano judío menemista Elías Jassán.
El periodista Rogelio García Lupo, entrevistado por Roxana Levinson para el programa de TV por cable «La Pluma», opinó en aquel momento que “el haber instalado en el Ministerio de Justicia a Jassán y en el del Interior a Corach, ambos de origen judío, fue una jugada magistral del Presidente Menem. Los reclamos de la colectividad judía sobre falta de seguridad y de justicia, reclamos que persistirán ante el improbable esclarecimiento de los atentados, fueron derivados a dos ciudadanos judíos”. El círculo cerraba con otro acaudalado ciudadano judío, banquero muy allegado a Corach y al poder, encabezando y controlando el reclamo.

Der Compañero

Días atrás, el periodista Uki Goñi, corresponsal de medios ingleses y autor entre otros de un libro sobre Perón y los nazis, reveló en un acto de «Memoria Activa» un episodio ocurrido en Buenos Aires, por la misma época en que Barra y otros actuales funcionarios hacían sus primeras armas atacando judíos.
Contó Uki Goñi que en las horas posteriores al secuestro de Adolf Eichmann en Argentina por comandos israelíes, el hijo del genocida nazi salió a recorrer comisarías y hospitales en compañía de jóvenes de la juventud peronista. Cuando tomaron conciencia de lo que había ocurrido, se propusieron secuestrar al embajador de Israel. Posteriormente, los jóvenes peronistas que hoy no superan los 60 años de edad planearon demoler con una bomba la Embajada, lo cual en ese momento no se concretó. Goñi señaló que importantes diarios de la época refirieron el episodio y se mostró perplejo porque a nadie te haya interesado hasta hoy investigar judicialmente el antecedente.
Muchos otros personajes que activaron en el antisemitismo teórico, o incluso en el más virulento, fueron reciclados por el actual gobierno. Algunos, incluso, “investigaron» el atentado contra la AMIA. En la edición 840 de Nueva Sión nos referimos extensamente al tema.
Y si de antisemitas militantes se trata, además de los represores de la dictadura militar que son investigados por un juez español, no puede obviarse a sectores de militares «carapintada». Aquellos que tuvieron líderes como Seineldín que arengaba a sus tropas recordándoles que «no hay caballos verdes ni judíos decentes” , o como Pacífico que fue visto en las inmediaciones de la AMIA antes y después de la explosión, junto a una sospechosa ambulancia. Pero, los carapintada formaron un partido político con diputados en el Congreso que, vaya problema puso al ex coronel Aldo Rico al frente de la populosa intendencia de San Miguel y tejió estrechos lazos con el partido justicialista. Entonces, de este tema mejor no hablar.
Para Rubén Beraja era una estupidez considerar siquiera como hipótesis la decisiva, determinante importancia del antisemitismo local en la perpetración de los atentados. Lo realmente importante que debíamos comprender decía es que esto es parte de un conflicto internacional que afecta a Israel (ver aparte). Mientras más excitantes y peligrosas se volvían las absorciones y negociaciones del Banco Mayo, tanto más se diluía la fuerza inicial que tuvo la denuncia y el reclamo, para finalmente patear la pelota fuera del tablero nacional.

El “Plan Andinia” en la Corte

Tras el bombardeo de la Embajada y de la AMIA, los servicios de inteligencia y otros reductos antisemitas rápidamente esparcieron informes y versiones acerca de distintas «hipótesis» de autoatentados. Al más puro estilo nazi, se sugería que la culpa era de los judíos. La cuestión fue cobrando mayor gravedad cuando estas elucubraciones, lejos de evaporarse, fueron acogidas en importantes reparticiones públicas.
Desde que la Corte Suprema se ocupó de dar a conocer el informe de los ingenieros que, sin llegar a hablar de autoría judía del atentado, cambiaba la ubicación de la explosión hacia el seno de la embajada, el embajador de Israel Itzhak Avirán intercambió pirotecnia verbal con los miembros de la Corte, alcanzando el punto máximo cuando trascendió que algunos ministros de la Corte ya defendían abiertamente la posibilidad de un atentado hecho «por israelíes”.
En un reportaje publicado por el diario Clarín, el 27 de marzo de 1997, el juez de la Corte Adolfo Vázquez ratificó que esa hipótesis (como “todas las hipótesis”) debe ser investigada, aunque reconoció que no hay “ninguna” evidencia en ese sentido. Además, afirmó que si alguno de los jueces no se encuentra preparado para no descartar tal supuesto, debe apartarse o eventualmente ser separado de la causa.
El Centro Simon Wiesenthal, organismo internacional de derechos humanos con más de 400.000 familias adherentes en todo el mundo, el 31 de marzo de 1997 realizó una presentación ante la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados de la Nación para que se investiguen las afirmaciones de los miembros de la Corte. En dicho documento, el Centro sostenía que “a 5 años de dicha masacre, y ante la evidente falta de resultados en la investigación correspondiente, resulta inaceptable que haya miembros de dicho tribunal que intenten transformar a las víctimas en victimarios al afirmar que no descartan que los autores de dicho atentado hayan sido ‘extremistas israelíes opuestos al proceso de paz en Medio Oriente’. En términos similares, la organización se dirigió al Ministro de Justicia Elías Jassán, a quien le señalaron que ‘no hay antecedentes en la historia institucional de nuestro país, de que uno de los poderes supremos del Estado democrático argentino actúe impulsado por un prejuicio antisemita tan evidente’ y que ‘este incidente pone en duda la voluntad del tribunal de investigar a fondo el hecho para individualizar y juzgar a los responsables”. El mismo día, la organización Memoria Activa, que todos los lunes se concentra frente al Palacio de Tribunales para mantener en alto el reclamo de justicia, efectuó una presentación judicial exigiendo el apartamiento del juez Vázquez por prejuzgamiento.
Laura Ginsberg, de “Memoria Activa”, declaró entonces a este periodista: “Pudiera ocurrir que la causa de la AMIA llegara a la instancia de ese Tribunal y nosotros no queremos una Corte que diga que la bomba en la AMIA la pusieron los judíos, como dijo una vez (el director de Migraciones) Hugo Franco”.
En cambio, el entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, se entrevistó el día siguiente con el cuestionado juez de la Corte Adolfo Vázquez. Según Beraja, el juez “insistió con que se analizara el sentido literal de sus dichos, que desde el punto de vista jurídico eran hermenéuticamente lógicos, donde decía que toda hipótesis debía ser investigada. Desde el punto de vista jurídico eso vale”, opinó. El titular de la DAIA, sin vergüenza, agregó que “la charla permitió clarificar y despejar todo este clima de desconfianza”.
Tres meses y medio después, el atronador abucheo que en el acto del aniversario del atentado a la AMIA le propinó la multitud al ministro del Interior y al propio Beraja, contradecía el cambio climático pronosticado por el presidente de la DAIA. Tras el vibrante discurso de denuncia de la señora Laura Ginsberg, el mismo 18 de julio Beraja concurrió a la Casa Rosada, y desautorizó públicamente a los familiares de las víctimas de los atentados.
El presidente de la DAIA había sido desbordado por las bases, y dejaba de ser útil al Gobierno. Desesperadamente, adjudicó el repudio masivo a la presencia de «activistas». Recién ahora, a partir de su propia denuncia contra Pedro Pou, se sabe que al mes siguiente, en agosto de 1997, Pou le dijo que «si cerré un banco católico no me va a temblar la mano para cerrar bancos judíos». Pero Beraja, lejos de renunciar a la DAIA o denunciar la situación, siguió acumulando nuevos cargos dentro y fuera de la colectividad. Algunos, oficiales.

El atentado a la AMIA según Rubén Beraja*

Mientras el Banco Mayo proseguía su ficticio crecimiento, absorbiendo al Banco Patricios y realizando enorme cantidad de autopréstamos y redescuentos con el guiño del poder político, su titular era Rubén Beraja. entonces presidente de la DAIA y flamante miembro de la oficialista oficina «de Etica Pública», integrada a dedo por el gobierno menemista para lavar las acusaciones de corrupción. Meses antes de la estrepitosa caída del banco, así se refería al atentado contra la AMIA en el marco de un congreso realizado en Caracas

Sucede luego el segundo atentado, que también debe leerse en el marco del conflicto del Medio Oriente, y esto es muy importante porque es lo que nos separa en gran parte de aquellos que por un discurso populista intentan presentar el tema como si fuera meramente argentino. La Argentina tiene muchos defectos en su organización institucional, tiene muchas falencias en su régimen judicial y tiene muchas debilidades aun en su estructura democrática, pero la Argentina no es la fuente de los atentados y esto es lo que algunos no quieren aceptar, algunos creen que los causantes de los atentados son figuras de la realidad argentina, que el origen de los atentados debe darse en el antisemitismo de los grupos argentinos; esos grupos yo los llamo negadores del sionismo (… ) En nuestro análisis, esos ataques fueron pergeñados desde el Medio Oriente, por comandos llegados del Medio Oriente, con apoyo logístico de grupos vinculados con el fundamentalismo islámico y con el apoyo mercenario de algunos grupos locales (…) Destacar cuál es el origen de estos atentados pueda ayudar a aquellos que reclaman qué es lo que se debe hacer, algunos creen que debemos salir a declararle la guerra al gobierno argentino, aquellos que piensan así están confundiendo el rol, el destino y los intereses de la vida comunitaria. Luchamos con dignidad en el Congreso de la Nación, somos actores fundamentales ante los órganos de la justicia nacional, hemos hecho recusaciones de ministros de la Corte Suprema, hemos adoptado peleas públicas en defensa de nuestros principios sin miedos y sin vacilaciones, lo único que no hemos hecho es prestarnos a acusaciones que no tienen fundamento ni a reacciones que provienen de un resentimiento que en este caso puede que tenga mucha razón. Nosotros no podemos actuar como los familiares, los familiares tienen un dolor que los lleva a reacciones algunos de ellos a reacciones que en suma son las que corresponden a la dirigencia institucional y no comprender esta diferencia es no comprender los roles diferenciales; la comunidad no puede embarcarse en una lucha sin salida, en un callejón que no tiene ninguna otra alternativa, a pesar de lo grave de esta naturaleza por un asunto, pero no lo puede por la misma manera que leemos cuál es la política del Estado de Israel frente a este evento. Israel ha mantenido un canal abierto, a pesar que es la única Embajada en el mundo, la única sede diplomática que fue volada, en un país donde no hay guerra. SIn embargo Israel no rompió relaciones con Argentina, Israel interpretó lo que sucedió, Argentina tenía responsabilidades de proteger, de dar segundad, pero no era el causante de la acción y esto es lo que tenemos que distinguir. Si se nos critica a la dirigencia judía argentina porque tenemos el coraje y la decisión de no plegarnos al populismo y por no plegarnos al dolor de los familiares como si fuéramos un coro que vamos a repetir lo que ellos dicen, acepto las críticas y acepto las responsabilidades, creo que los dirigentes debemos tener el coraje inclusive para padecer las injusticias que pueden surgir en nuestras conductas, si estamos convencidos que esas conductas son las correctas, y la conducta correcta es velar por la comunidad en su conjunto y más que atacar a las autoridades y más que tratar de convertir esto en un tema de enfrentamiento interno en la comunidad y más que tratar de un tema simplemente de las madres, que no es las madres, es de la madre, de los padres, de los hermanos de las esposas, y de los esposos, que eso también suena demagógico, es más importante tratar de comprender que estamos frente a un tema de política internacional”.

* Rubén Beraja, presidente del Congreso Judío Latinoamericano. Primer Congreso Cultural Judeo Latinoamericano, Caracas, Venezuela, 28 al 31 de marzo de 1998.