Cuando el Coronel Winter lanzó semejante arenga ante sus soldados, minutos antes de entrar en combate, la plana Mayor del Ejército, por primera vez y con retardo cayó en la cuenta de que existe en sus filas una mezcla corrosiva de religión y ejército. Winter invocó a Dios como motivo de combate, convirtiendo la Operación en Gaza en guerra religiosa y no de defensa ante el terrorismo ejecutado por Hamas, como alegaba el Gobierno y la opinión pública. ¡Oops! ¿Y ahora, cómo justificar los cientos de caídos, civiles en su mayoría, durante la Operación?
La mezcla corrosiva se cocinó lentamente, pero con perseverancia a partir de la retirada de Gaza en 2005, cuando el sector religioso nacionalista, encabezado por los rabinos del Gush Emunim, no se opuso violentamente ante la destrucción de sus colonias tan lujosas que erigieron en Gush Katif, un ‘paraíso’ dudoso de tejados rojos frente a las narices de Gaza en la Franja más explosiva del planeta. Ellos y sus acólitos vieron que a pesar de sus rezos al Todopoderoso (que les otorgó la tierra y los territorios), Israel evacuaba la Franja de Gaza, sin que un solo soldado desobedezca y se oponga a la decisión política del Gobierno.
Conquistar el Ejército desde adentro
Todo comenzó allí. Al principio, una parte de las huestes del Dios de Israel, como reacción a la evacuación forzada de la Franja, optaron por el anarquismo y el repudio a sus rabinos impotentes, lo cual abrió el camino al terror judío, que llegó muy lejos. Hasta quemar viva una familia palestina en el poblado de Duma. Otros, llegaron a la conclusión que es imperante conquistar el Ejercito desde adentro y se abocaron a educar a sus discípulos para llegar, como el coronel Winter, a las altas esferas militares. Y desde allí, imponer una nueva conciencia de guerra, del enemigo y la moral de las armas. Moral que deben dictar los rabinos, según los preceptos de guerra de los tiempos bíblicos y no los oficiales, exentos de toda motivación judía verdadera. Verdadera según ellos, por supuesto.
Desde las decenas de Institutos de Preparatoria militar, que se crearon con presupuestos gubernamentales, los rabinos más extremistas educaron a cientos de discípulos sobre cómo debe ser la moral de guerra. Hoy en día, en la playa de ejercicios de la Escuela mayor de oficiales del Tzahal, casi un 40% son religiosos con kipá, que cuando miran y escuchan a sus comandantes, ven detrás de ellos un rabino que les confirma si sus órdenes son según la Halajá o no. Y si esas órdenes contradicen la Halajá, dudosamente la aceptarán. Así están dadas las cosas. Israel la moderna en el presente centenario.
Gabi Aizinkot, el Comandante en Jefe del Ejército, a un año de asumir el mando lo entendió más agudamente que sus prestigiosos antecesores y con audacia decidió cortar las alas demasiado agrandadas del Rabinato Militar, que de un ala que provee servicios religiosos a los reclutas tomó sobre sí la tarea de conformar lo que se denomina ‘la Conciencia judía’, o sea, en buen romance, educar los soldados en cuál debe ser el correcto camino en general y en combate, según los principios de la Halajá. Como ellos, los rabinos extremistas, los interpretan para ellos y para los legos. Aizinkot decidió que esos asuntos filosóficos estén en el ala de Educación militar, que es más secular y más adaptada a los tiempos modernos.
De allí en más, estalló una guerrita silenciosa entre los rabinos militares, sus sostenedores políticos incrustados en sionismo ultranacionalista religioso, contra la Plana Mayor del Ejército de Israel. ¿Cómo se atreve ese generalote y sus colegas a cometer semejante desmán en lo que ellos (los rabinos militares) consideran su coto de caza personal, donde ellos dictan conductas y pensamientos, dictan cómo enfrentarse con el enemigo, el gentil en general (los ‘goim’) y con el palestino en particular, ese terrible monstruo del otro lado de la Línea Verde?
Eyal Krim, flamante defensor de los ‘valores morales’ en el Ejército…
Aizinkot no se arredró, siguió adelante, pero el próximo nombramiento, dispuesto a congraciarse con sus nuevos ‘enemigos’, complicó la vida y la imagen de militar que desea poner a los rabinos en su sitio. Sin googlear sobre la persona, nombró a Eyal Krim, coronel rabino con pasado de combate, como nuevo Gran Rabino militar, sin saber su pasado de respuestas rabínicas a solicitantes, un poco fuera de serie. ‘Big mistake’. Allí se armó un nuevo escándalo. Resulta que el susodicho, cuando era rabino civil, respondió a interrogantes de sus fieles, que desde el punto de vista de la Halajá, está permitido rematar un terrorista herido. A otro, que las mujeres no deben ser reclutadas a servicio militar activo, y que los homosexuales son pervertidos e incluso, agárrense bien, no es pecado violar una cautiva hermosa…. Porque la Biblia lo permite. ¿No sabían? Pues es novedad de hace 5.000 años, más o menos. Esa es la postura del flamante Gran Rabino Militar. El cual, si estuvieran sus antecesores y no el general Aizenkot en el alto mando, sería el que dictaría los valores morales de los soldados de Israel en combate. En especial sus más creyentes, esos que deben ir a luchar y aniquilar los que ‘insultan, denigran y maldicen al Dios de Israel’, sean de Hamas, del Fatah o de la mar en coche de Organizaciones terroristas palestinas, hamdililá.
Aizenkot se dio cuenta que ‘metió la pata hasta el caracú’, pero ya no podía deshacerse del susodicho rabino, sin provocar un nuevo encontronazo con el sionismo religioso y optó por hacerle firmar a Krim un documento-compromiso que le exige ‘cumplir las órdenes del Ejercito’. Seguramente Krim se tragó la risa que le trepaba por dentro y firmó. Todo por el puesto tan ansiado, que la Halajá espere. Esperó tantos años, puede esperar cuatro años más, que es la duración en el puesto. Después, volverá a las andadas. 40 años vagó el pueblo de Israel en el desierto y llegó a la Tierra Prometida. También Krim, que no se dude, llegara a sus metas, que son, sin dudas, reorganizar el pensamiento de la juventud israelí, según el Sionismo religioso, que cada día crece en su extremismo y difusión.
Igal Levinstein, y su arenga contra los homosexuales
Y cuando parecía que las voces de protesta ante el nombramiento nefasto se acallaban, abrió su boca otro héroe del sector religiosos nacionalista: el subdirector la Preparatoria militar religiosa en Alí (Cisjordania), el rabino Igal Levinstein, que dicta los preceptos en una institución subvencionada por el Ministerio de Seguridad. En un discurso, ante decenas de jóvenes pre-reclutamiento (fotografiado en calidad HD, para que no haya falsas interpretaciones), se enfrentó en forma provocativa con el Ejército, acusando al Alto Mando de ser carente de valores judíos, por permitir reclutar homosexuales en sus filas. Esos que, a su entender, son todos unos pervertidos, que pervierten a la juventud israelí con sus valores degenerados. Ver para creer. El rabino que prepara las próximas huestes para el servicio militar ‘significativo’, que significa no sólo combatir el enemigo sino trepar en la escala de los grados hasta llegar al Alto Mando del Ejército y allí dictar ‘sus valores judíos auténticos’, se permite tamaña definición retrógrada, hacia aquellos que la sociedad israelí moderna y liberal va aprendiendo a integrarlos en plano de igualdad. Que se enrolan sin problemas en las más conspicuas unidades militares, incluso las más secretas.
Pero para Levinstein todo eso no cuenta, mientras la Torá lo condene por su identidad sexual, y a muerte, desde los tiempos bíblicos del Pueblo Elegido. Un abismo abierto y profundo entre las concepciones del neo-sionismo ultra-ortodoxo, que dicta reglas más acordes al siglo X que al XXI. Para Levinstein, el Alto Mando del Tzahal está compuesto por enemigos imaginarios, como la izquierda israelí, la Unión Europea y sus instituciones occidentales corruptas. Un análisis apocalíptico que, si continuamos los seculares pecando ante Hashem, inevitablemente llegará.
Todos los estudios recientes sobre las corrientes pro-religiosas en el Ejército, lo que se denomina ‘religionar’ el Ejercito, muestran que el judaísmo ultraortodoxo actual en Israel ha tomado el rumbo del extremismo. De tal manera, paradójicamente, puede adaptarse a las corrientes extremistas de Medio Oriente, con el Islam radical que conduce las sociedades árabes a épocas obscuras y violentas.
La lucha cultural entre los valores liberales y los conceptos de la neo-ortodoxia judía está entablada. Y esta vez en el sector más preciado de la sociedad israelí-judía: su Ejército de Defensa. Curiosamente, el nuevo ministro de Defensa, Avigdor Liberman, laico-nacionalista de nuevo cuño, no efectuó reflexión crítica alguna acerca del discurso del rabino Levinstein, educador de los futuros oficiales de combate con kipá. Cuando la Estación de Radio del Ejército, Galei Tzahal, se atrevió a hablar -en el marco académico de la Universidad Radial- sobre el poeta nacional palestino Mahmud Darwish, el ministro llamó al director de la estación para amonestarlo. ‘Porque hablar sobre Darwish, en una estación radial del Ejercito, es como hablar sobre Mein Kamp’. Nada más y nada menos.
Lo anterior relatado no es cuento ni imaginación. Es la situación actual que va avanzando, como decíamos ayer, a pasos agigantados, hacia el abismo de un neo-fascismo estilo israelí.
* Periodista independiente.