La presencia de nazis no motivó quejas de la DAIA

Micky Biondini en La Rosada

Bajo la consigna, repetida incontables veces por el nuevo gobierno, de ‘unir a todos los argentinos para terminar con la grieta’, se realizó el pasado 14 de julio en Casa Rosada una reunión de juventudes políticas, convocada por el Jefe de Gabinete, Marcos Peña y el Subsecretario de juventud y presidente de la Juventud PRO, Pedro Robledo. Hasta aquí, nada fuera de lo esperado por parte de un gobierno democrático, cuya legitimidad deriva del voto popular. Lo destacable fue la presencia de dos integrantes de la juventud de Bandera Vecinal, actual encarnación político partidaria del nazi vernáculo Alejandro Biondini. El repudio institucional de DAIA, brilla por su ausencia.

Por Mariano Szkolnik

‘Bandera Vecinal en Casa Rosada, invitada a la reunión de Juventudes Partidarias con Jefe de Gabinete’. Con la alegría de quien se siente por fin invitado, la secretaría de prensa del partido filonazi informa, a través de su sitio web, que integrantes de su rama juvenil ‘La Passaponti’ participaron del encuentro convocado por Peña y Robledo. Tres fotos de la velada ilustran la nota. Sin embargo, a las pocas horas, los funcionarios convocantes salieron a desmentir que la invitación al grupo nazi haya sido efectivamente cursada, calificando de ‘infiltración’ la presencia de Gastón Gama y Gabriel Kostler, referentes del grupo. Robledo concedió una entrevista a Radio Jai el 19 de julio, expresando su consternación por el hecho. De acuerdo a sus dichos, el error habría sido dejar pasar ‘de buena fe’ a dos personas a la Casa Rosada. Consignamos a continuación, para anoticiar al joven funcionario, una breve semblanza del grupo al cual pertenecen ‘los infiltrados’.
Bandera Vecinal constituye la actual encarnación político partidaria del ‘nacionalismo’ argentino. Alejandro Biondini es su indiscutido e histórico líder, quien en los años ’80 presidía la agrupación Alerta Nacional, cuyo semanario transpiraba por sus poros un discurso antisemita y negacionista. En sus páginas podían leerse ‘noticias’ sobre testimoniados ‘crímenes rituales’ cometidos por los judíos, o la denuncia de la marcha del Plan Andinia, por medio del cual el sionismo planeaba fundar un Estado en tierras patagónicas, o la reproducción de los dislates enumerados en ‘Los Protocolos Secretos de los Sabios de Sión’, aunque atribuyéndoles completa veracidad.
Los actos públicos de Alerta Nacional se realizaban bajo la estética y mística nazi: camisas pardas, saludos con el brazo derecho extendido, estandartes rojos y blancos portando un símbolo negro que, con un mínimo esfuerzo gestáltico sugiere una esvástica, y la presencia de Kalki, o ‘el Führer’ como Biondini hace llamarse entre sus acólitos. Abunda en internet el material de archivo audiovisual en donde Kalki reivindica la figura de Adolf Hitler, niega el holocausto judío, y no anda ‘con pavadas’ como afirmar que ‘tiene un amigo judío’ para ser absuelto como antisemita. Actualmente, Bandera Vecinal propone medidas de corte xenófobo (ver el punto ‘Argentina para los argentinos’), el rearme de las Fuerzas Armadas, la reinstauración del Servicio Militar Obligatorio, la condena a cualquier iniciativa de despenalización del aborto, la lucha contra el narcotráfico ‘aplicando con la máxima firmeza todas las medidas que sean necesarias para tal objetivo’, y otra serie de propuestas más que cavernarias.
El grupo cuenta con un panteón de mártires de la ‘causa nacionalista’, entre quienes incluye a Alfredo Guereño, un ‘brillante periodista y parapsicólogo cuántico’ quien habría sido ‘secuestrado y torturado por un comando sionista […], asesinado y arrojado su cuerpo desangrado por el hueco de un ascensor.’ Según la enciclopedia fascista online Metapedia (a la cual redirige la web personal de Kalki), ‘distintas fuentes asignan un carácter ritual a su muerte’ (3). Otro miembro de Alerta Nacional ‘asesinado por el sionismo’ es René Tulián, atropellado en la vía pública y trasladado al Hospital Argerich, ‘cuya sala de guardia estaba dirigida por un médico que, casualmente, era miembro del consejo profesional de la DAIA, y minutos después de su ingreso fallece. La posterior autopsia descubrió que había sido inyectado en el cuello con un medicamento que nunca el médico sionista reveló’, nuevamente, de acuerdo a la Wikipedia nazi.

Matar al mensajero
Aún cuando pudiera otorgársele al ingenuo Robledo el beneficio de la duda –quizás fruto del desconocimiento de con quiénes se sienta en la misma mesa–, el haber invitado o permitido el ingreso de dos conspicuos militantes de la derecha más recalcitrante constituye un hecho muy grave, y habría merecido el repudio de la DAIA, siempre tan rápida de reflejos frente a cualquier manifestación de antisemitismo. Sin embargo, dicho repudio brilló por ausente: ni en el Resumen Ejecutivo que la Delegación envía a sus suscriptores, ni en su sitio web, ni en los medios de comunicación masivos, pudo leerse una sola expresión de condena a la presencia de los muchachos biondinistas en La Rosada.
Quien, en cambio, sí mereció el repudio de la Institución fue el periodista Víctor Hugo Morales, tras haber comentado en su programa ‘La Mañana’ (AM 750) que la DAIA está ‘en línea con sectores de la sociedad’ que ‘terminaron permitiendo el ingreso de nazis a la Casa Rosada’. Se trata de una opinión, probablemente discutible desde la perspectiva de los dirigentes comunitarios que suscriben a las políticas del actual gobierno… más para nada repudiable. Al periodista no se le conoce mácula antisemita, discriminatoria o xenófoba alguna. El único ‘error’ que cometió fue haber señalado no sólo la nula reacción de la DAIA frente al ‘cafecito fascista’ servido en la sede del Ejecutivo, sino la colusión de intereses entre la Delegación y el partido de gobierno.
La DAIA sobreactúa al afirmar que se siente ‘agraviada’ por las expresiones de Víctor Hugo, al tiempo que banaliza (en su no-condena), la presencia de nazis en una mesa gubernamental de diálogo político. ¿Cuál es el debate posible con esos sectores? Flaco, flaquísimo favor le hace la DAIA a sus ‘más de 80 años de vida, y a su noble misión de luchar contra el antisemitismo y toda forma de discriminación’, tal como declaman en la cherem al periodista uruguayo. Los republicanos españoles tenían las cosas más claras: al fascismo no se lo discute: se lo combate.