La Matanza de Orlando

Discriminación y odio, los combustibles del negocio de las armas

En la madrugada del 12 de junio, en medio de una fiesta latina, Omar Mateen ingresó a la discoteca Pulse, dedicada a la comunidad LGBTQ, armado con un rifle Sig Sauer MCX, y comenzó a disparar. Aproximadamente cuatro horas más tarde, la policía tomaba control del local. Omar Mateen asesinó a sangre fría a cuarenta y nueve personas y dejó a más de cincuenta heridos.
Por Sebastián Sclofsky *

Luego de conocerse el ataque, comenzaron a surgir una serie de rumores en relación a los motivos del mismo. La hipótesis de un ataque terrorista apoyado por el Estado Islámico (EI) surgió en las horas posteriores al ataque. Ambos posibles candidatos a la presidencia de los EE.UU. hicieron eco de estos rumores. El candidato de extrema derecha, Donald Trump, culpó al “Islam radical” y a la comunidad musulmana del ataque, responsabilizando a la administración Obama de permitir el auge de EI. El senador republicano John McCain, hizo eco de este discurso y acusó directamente a Obama de la matanza de Orlando; culpándolo de haber permitido el crecimiento del EI y su infiltración en EE.UU. Por su parte, la candidata por el partido Demócrata, Hillary Clinton, habló también sobre los peligros del “Islam radical”, en una retórica anti-islam que hasta ahora había evitado.
Los medios de comunicación locales e internacionales brindaron apoyo a esta hipótesis. Más importante aún, la hipótesis de un ataque terrorista le permitía tanto a la derecha como a los sectores más liberales, evitar hablar sobre el hecho indiscutido que este fue un ataque dirigido contra la comunidad LGTBQ, y desconectar el mismo de la retórica de odio y de los actos oficiales y extraoficiales de discriminación que esta comunidad viene sufriendo en EE.UU. Un ataque terrorista permitía, por el lado de los republicanos, condenar esta acción contra una discoteca de la comunidad LGTBQ, sin mencionar esto, y continuar el discurso islamófobo. Por el otro lado, la hipótesis terrorista, le permitía a los políticos demócratas argumentar a favor del control de armas dentro del marco de la seguridad nacional.
Lentamente la hipótesis de un ataque inspirado en el EI fue perdiendo fuerza. Independientemente de los motivos individuales que llevaron al asesino a cometer tal crimen, no podemos dejar de considerar que este ataque se produce en el contexto de una campaña de odio y discriminación contra la comunidad LGBTQ, conectado con una legislación que permite el fácil acceso a armas de alto calibre.

La Segunda Enmienda y sus peligros
La facilidad con la cual un ciudadano estadounidense puede tener acceso a armas de fuego, incluyendo armas de alto calibre, está basada en una interpretación errónea, descontextualizada y arcaica de un principio republicano clásico expresado en la Segunda Enmienda a la Constitución de Estados Unidos. La misma establece que: “Siendo necesaria una Milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas, no será infringido”.
La idea del pueblo participando en milicias populares y tomando las armas para defender su Estado fue claramente establecido, entre otros, por el pensador florentino, Nicolás Macchiavello, en sus Discursos sobre Livi y El Príncipe. Macchiavello demuestra los riesgos que implican apoyarse en ejércitos extranjeros o peor aún, en mercenarios, y establece la formación de milicias y la participación del pueblo en la defensa del Estado, como un principio republicano básico. Estas ideas republicanas fueron reinterpretadas por los redactores de la Constitución de Estados Unidos. Teniendo en cuenta la reciente lucha por la independencia contra Gran Bretaña, el rol fundamental que cumplieron las milicias, y el miedo a la existencia de un ejército permanente controlado por un gobierno central, la Segunda Enmienda fue establecida para proteger la libertad republicana.
Fue y es necesario descontextualizar ésta enmienda para justificar el porte de armas como un derecho absoluto garantizado en la Constitución. Tanto el poder judicial como legisladores apoyados económicamente por el lobby de las armas son quienes han establecido el porte de armas como un derecho absoluto. La Asociación Nacional de Rifle (NRA), la organización que aglomera a los productores de armas y sus seguidores, ha destinado un promedio de 2.5 millones de dólares anuales en materia de contribuciones políticas para evitar cualquier legislación a favor del control de armas.
No debemos obviar el hecho de que el auge de la NRA y el apoyo a sus políticas pro armas ha estado directamente relacionado con el mantenimiento de la estructura racial de los Estados Unidos. De acuerdo a datos recogidos por Pew Research Center, la mayoría de los portadores de armas legales se encuentran en el sur de EE.UU. (36%). Estos son en general hombres, blancos, conservadores e identificados con el partido Republicano. Si uno observa el gasto dedicado por la NRA a campañas políticas, este se ha duplicado desde que Obama llegó a la Casa Blanca, pasando de 1.665.000 dólares en 2008 a 3.605.564 en 2015.

La retórica del miedo y del odio
La retórica del miedo y odio ha estado conectada con las políticas pro armas. Por más que todavía queda por descubrir cuáles fueron los motivos que llevaron al asesino de Orlando a cometer la matanza del 12 de junio, no podemos obviar los discursos y acciones discriminatorias que la comunidad LGBTQ ha sufrido y continúa sufriendo en este país. Desde el ataque contra el matrimonio igualitario a las regulaciones de baños públicos que obligarían a personas transgénero a utilizar el baño correspondiente al género de nacimiento, son solamente un par de ejemplos recientes a los cuales la comunidad LGBTQ ha sido víctima.
No es casualidad que son los mismos sectores conservadores que apoyan la interpretación actual de la Segunda Enmienda los cuales expresan y trabajan en la legislación de leyes anti-LGBTQ. Las autoridades políticas del estado de Florida, por ejemplo, han intentado eliminar el matrimonio igualitario, han permitido la regulación de baños públicos en diversos condados del estado, y han contribuido a la retórica del odio que hace que el ataque del 2 de junio duela, pero no sorprenda.

Las víctimas
Cuarenta y nueve personas fueron fríamente asesinadas en la madrugada del 12 de junio, víctimas del odio expresado por un individuo, pero alimentado por una retórica política de discriminación que ha sido una constante en la historia de este país. La más joven tenía 18 años, la mayor 50. Venían de todo el mundo, en su mayoría latinos, trabajaban en diversas profesiones, eran miembros de la comunidad LGBTQ. Historias de vidas cortadas tempranamente, como el caso de Brenda McCool, de 49 años. Crió a 12 hijos, derrotó al cáncer dos veces, había ido a Pulse con su hijo gay, el cual sobrevivió al ataque. Christopher Leinonen, 32 años, asesinado junto a su novio, Juan Guerrero, de 22 años. Christopher había organizado la primera asociación de alianza gay-straight en su secundario.
Todos ellos víctimas de la acción de un individuo con motivos particulares, pero alimentado por la discriminación y el odio, combustible del negocio de las armas en los Estados Unidos.

* Candidato a doctor en ciencia política en la Universidad de Florida. Reside en Estados Unidos desde 2011. Su tesis de doctorado investiga las experiencias, en su mayoría violentas, de los residentes de la periferia de San Pablo y del sur de Los Ángeles con la policía.