Iom HaShoa

El legado de la resistencia

Compartimos las palabras de Julio Levin, mazkir del Consejo Juvenil Sionista Argentino, en ocasión del acto de Iom Hashoa 2016, organizado en el Museo del Holocausto de Buenos Aires por los movimientos juveniles sionistas y con la participación de la Organización Sionista Mundial, la Agencia Judía y Bama.

Estamos aquí reunidos, un año más, para recordar a las víctimas de uno de los peores actos de salvajismo humano. Hoy, 27 de Nisan, queremos conmemorar a cada uno de los judíos y no judíos que valieron su vida durante la Shoá.
Queremos compartir con ustedes un fragmento de Dvar Hatzeirim (La voz de los jóvenes), una publicación clandestina del movimiento juvenil Gordonia, del 11 de junio de 1942:
“(…) en las tnuot tenemos frente a nosotros muchas más tareas que las que tuvimos antes de la guerra… en esta época, marcada por la pérdida total del espíritu de lucha del público judío, en momentos en los que el terror ejercido por el conquistador destruye toda posibilidad de oposición espiritual –sin hablar siquiera todavía acerca de la oposición física–, la juventud debe servir como fortaleza y defensa para el espíritu judío de libertad. Nuestra juventud debe crear células y grupos de resistencia espiritual que despierten en las masas del pueblo la fe en un futuro mejor y la voluntad de seguir existiendo. La lucha para derrotar el pesimismo y la depresión que se expanden es una de las más importantes funciones que nuestros jóvenes deben realizar en el seno de la población judía”.

Debemos resaltar el compromiso de aquellos jóvenes que, incluso en situaciones extremas, seguían creyendo en un futuro mejor. Aquellos que, aún bajo un contexto que decidía enterrar la ética, seguían transmitiendo una moral esencial.
Y nos preguntamos, ¿de dónde salió la fuerza de esos movimientos juveniles que asumían el deber de comandar la dirección de la vida judía? Zivia Lubetkin, miembro de la tnua Dror y sobreviviente del levantamiento del Guetto de Varsovia, intentó responder a esta pregunta y sostuvo: “El secreto de la fuerza de las tnuot es que siempre supieron cómo invocar a las personas. Siempre tuvieron como objetivo educar y educaron a jóvenes revolucionarios, que sostenían y pudieron sostenerse, en diferentes épocas y bajo condiciones difíciles, manteniendo la autonomía del pueblo, el deseo por llegar a Israel, y resaltando nuestra independencia en cualquier lugar. Solamente por la fuerza de la educación que recibimos, pudimos superar aquellos momentos”.
Zivia resalta un punto básico: la educación. La educación como medio para transmitir contenidos, valores, formas de vida. Esos jóvenes, al igual que nosotros, tenían sueños y decidieron no darse por vencidos. Se comprometieron a luchar, resistir y defenderse con los pocos recursos que tenían, para así ayudar a su pueblo, a los demás judíos que no tenían fuerzas o esperanzas para hacerlo.
Es por ellos y por muchas personas más, que hoy en día podemos mirar hacia atrás con orgullo, y volver a enfocar nuestra visión hacia el futuro, tomando ese legado que nos dejaron: hoy, tras 71 años, seguir comprometiéndonos con la educación judeo-sionista.