“Este libro es un homenaje a los chilenos torturados –hombres y mujeres- de La Esmeralda, en el camarote de los Señores Guardiamarinas, Alcázar de Proa, y en otras reparticiones. A mis compañeros de la Isla Dawson – Compingin y Río Chico… A mis compañeros y vecinos de los campos de concentración de Puchuncaví, Ritoque, Tres Álamos; a los procuradores de mi estudio de abogado en un calabozo subterráneo de la Policía Internacional. Y es un testimonio de gratitud para quienes hicieron posible mi libertad: mis hijos e hijas, mi familia, Itzjac Rabin, Shimon Péres e Igal Alón, dirigentes del gobierno del Maaraj en Israel; al Comité Israelí de Solidaridad con el Pueblo de Chile, presidido por Aba Eban; a los compañeros del Partido Laborista y del Partido Obrero Unificado (MAPAM), al Kibutz Arzí, en especial a los kibutzim Megido y Mishmar Haemeq, a mi amigo Pesaj Zazkin…”.
(Luis Vega, La caída de Allende: anatomía de un golpe de estado, Jerusalén, Semana Publicaciones, 1983).
Usualmente la mala imagen de Israel relacionada con la última dictadura argentina fue acuñada a raíz de la venta de pertrechos bélicos y las buenas relaciones del establishment militar del estado judío con las Juntas. Por el contrario, muy pocas veces se recuerda el lugar de Israel en el mapa del exilio y refugio de argentinos perseguidos que allí lograron salvar sus vidas
Empiezo este breve recuento de algunas figuras del exilio político de dictaduras latinoamericanas que se refugiaron en Israel recordando las significativas palabras del valiente abogado chileno Luis Vega.
Asesor jurídico para la Defensa de la Seguridad del Estado durante el gobierno de Salvador Allende, Luis Vega también desempeñaba el cargo de fiscal de la Corporación de Desarrollo en las provincias de Valparaíso y Aconcagua. Aquí me interesa recordar la decisión de publicar ese libro testimonio durante su exilio Israelí, última estación del prolongado destierro en España, Bélgica, Holanda, Alemania, Francia, Italia y Suiza. Vega hizo el camino inverso de la mayoría de los exiliados argentinos y chilenos quienes primeramente se escaparon a Israel y luego terminaron refugiándose en España, Francia, México o Suecia. Tal fue el periplo del intelectual y académico chileno, Juan Rivano, quien empezó su exilio en Jerusalén, luego de que la embajada de Israel en Santiago consiguiera un laissez passer para liberarlo del confinamiento en Punchicaví; finalmente abandonó Israel y se refugió en Suecia, donde enseñó hasta su muerte en la Universidad de Lund.
Otro refugiado prominente en Israel fue el político de izquierda argentino Ismael Viñas, fundador de Movimiento Liberación Nacional-MLN y Acción Comunista. Aceptó escapar junto con su compañera Rubi y dos hijos a través de un operativo de evacuación organizado por el Estado de Israel, en vez de exilarse en España o México. A través de ese operativo también llegaron activistas políticos de Montoneros, incluidos no judíos, como Miguel Villarreal, quien en 1978 morirá al regresar en la contraofensiva de su organización armada. Fue esposo de Silvia Tolchinsky quien, al cabo de haber sido secuestrada y durante dos años y medio encapuchada, encadenada y sometida a servidumbre en el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, a fines de 1982 fue ayudada por el rabino Marshal Meyer y diplomáticos israelíes para escapar a Israel.
El operativo Milut de evacuación a Israel de argentinos en peligro y la opción de exilio
A cuarenta años del golpe es impostergable que sea recordado el operativo Milut de evacuación a Israel de argentinos en peligro, más allá de las publicaciones académicas que ya lo difundieron.
Daniel Recanati, emisario en Buenos Aires de la Agencia Judía a cargo del Departamento de Aliá, ejecutó ese operativo para el escape semi clandestino de argentinos en apremio a través de países limítrofes, según instrucciones que les fueron remitidos a principios de marzo 1976 por su superior jerárquico en Jerusalén. Al comienzo de mayo acordaron el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Agencia Judía y los servicios de seguridad israelíes los principios básicos del operativo: los candidatos a la evacuación y sus familiares serían elegibles conforme a la Ley del Retorno, no deberían tener antecedentes de intervención directa en acciones armadas ni continuar su militancia que comprometiera la seguridad de Israel; además, la aprobación final para ayudar a cada candidato debería ser autorizada por la embajada y el representante del departamento de Aliá de la Agencia Judía.
En una entrevista en 1990, Daniel Recanati desmintió que hubiera habido discriminación ideológica contra militantes de izquierda cuando solicitaban escapar a Israel, salvo las precauciones de seguridad que requerían tiempo, solo una vez la demora resultó fatal:
“Recuerdo en especial un caso terriblemente triste. Cuando me vino a ver una persona dijo “Me están persiguiendo”. Pero eso en la práctica lo decían todos. Como era habitual, le solicité que haga el test psicológico, pero hasta que me trajeron los resultados fue detenido y lo mataron. En toda mi vida no ocurrió algo así que me produjera tanto pesar. Este trágico caso aconteció una sola vez durante los primeros meses de mi labor”.
Un número estimado entre 350-400 argentinos fueron evacuados a través del operativo Milut, quienes recibían laissez passer de Israel después de cruzar a Brasil o Uruguay. Esa cifra no incluye un centenar adicional de rescatados que salieron de Argentina con pasaportes legales , además de jóvenes menores de 18 años quienes lograron arribar a Israel legalmente en los marcos del programa Aliat Hanoar.
Muy significativamente, del análisis de la composición etaria y profesional de una muestra bien representativa de 228 evacuados hasta agosto 1978 surge que 153 correspondían a fugitivos individuales y 75 a miembros familiares; 172 evacuados tenían hasta 25 años. Más de la mitad de evacuados individuales eran estudiantes, 17 graduados universitarios y 12 profesionales.
La mayor parte del operativo se ejecutó desde 1976 hasta 1978, pero hay evidencias de que continuó bien entrado 1982. Varios de los evacuados continuaron viaje a otros países de exilio y algunos volvieron a la Argentina. Un rasgo muy importante ha sido de que la mayoría de los evacuados individualmente (79,9%) no pasaron por movimientos juveniles sionistas, ni tampoco tenían vínculos con la comunidad.
Otra importante ayuda ofrecida por diplomáticos israelíes fue visitar a prisioneros judíos en cárceles legales para obtener de los militares el derecho a su traslado a Israel a través de la “opción de exilio”. A pesar que los detenidos no eran ciudadanos israelíes, es fue reconocido a cónsules israelíes ese locus standing a fines de 1977 en base a la “profunda preocupación” que expresaban los representantes del estado judío al Ministro del Interior respecto a la “situación de sus hermanos judíos presos” en Argentina. Sin embargo, sólo un reducido número de esos presos aceptaron acogerse a la opción de exilio: incluso muchos de los 57 prisioneros autorizados a exiliarse por gestión de los cónsules eligieron a Israel luego de preferir otros destinos alternativos, mientras ocho de ellos se quedaron en el camino durante el trayecto del viaje de tránsito a Tel Aviv. No obstante, algunos militantes del ERP que fueron tomados prisioneros, aceptaron la opción de exilio ofrecida por diplomáticos de Israel.
Los comités de solidaridad de exiliados en Israel y Bosque Memoria
El grueso de exiliados y refugiados en Israel conformaron el principal colectivo que denunció la violación de los derechos humanos de la dictadura, el Comité Israelí de Solidaridad con el Pueblo Argentino (COSPA ). Especialmente, fue muy activo en boicotear el Mundial de Futbol en 1978. Su importancia radica en el hecho de que la izquierda israelí no se plegó al boicot mundial contra Argentina. En efecto, ni el laborismo y el Mapam en la coalicion gobernante Maaraj, tampoco la Histadrut –Central Obrera israelí- salieron a boicotear abiertamente a las Juntas militares argentinas. Pero tampoco se pronunciaron en contra de la Junta de Videla el Partido Comunista Israelí –Rakaj, y su Frente por la Paz y la Igualdad (JADASH)- siguiendo las directivas de la política internacional de Moscú, que diferenciaba el “golpe fascista” de Pinochet en Chile de los “militares reaccionarios” argentinos. Sin embargo, Rakaj, sí se había pronunciado abiertamente desde el comienzo contra las dictaduras de Pinochet en 1973, y denunciaba en 1974 el golpe cívico-militar uruguayo, apoyando la creación de comités de solidaridad contra esos regímenes autoritarios.
La división dentro del exilio político no se hizo esperar: a fines de 1977 se creó el Comité Israelí de Parientes de los Desaparecidos y Detenidos en Argentina, donde 21 familias argentinas residentes exigían del Gobierno y Parlamento israelí reclamar del gobierno militar argentino la aparición con vida de los desaparecidos y la excarcelación de los prisioneros legales, pero sin atacar políticamente a las Juntas.
Consecuentemente, aunque el semanario comunista Zu Haderej publicaba habitualmente noticias, comentarios y fotografías correspondientes a las acciones de solidaridad con Chile y Uruguay, entre abril de 1976 y julio de 1978 no apareció una sola línea sobre las actividades del COSPAS que denunciaba a la dictadura argentina.
No sorprende que varios de los exiliados y refugiados tuvieran la iniciativa en mayo de 1989 de crear en Israel la Asociación Memoria de los Desaparecidos en Argentina, presidida por Luis Jaimovich, padre de la desaparecida Alejandra.
El Bosque Memoria, plantado en Bet Shemen en enero de 1992, constituyó un hito fundamental para instalar en la sociedad civil israelí el sitio de la memoria de los desaparecidos y la demanda de justicia. Muy significativamente, Luis Jaimovich afirmaba en su inauguración que “tanta muerte e injusticia no debe olvidarse”, pero cuando llegaron noticias “de la promulgación en Argentina de leyes y decretos cuya finalidad constituye, precisamente, el olvido, nuestra respuesta es el Bosque Memoria”. El acto de inauguración contó con la presencia del rabino Marshall Meyer y algunos de los prominentes jueces que juzgaron a las Juntas (Guillermo Ledesma, Jorge Valerga Araoz, Ricardo Gil Lavedra) convocados por el Instituto H. Truman a un coloquio internacional organizado por Edy Kaufman.
Posteriormente, en setiembre de 2003, cumpliendo con la recomendación de la Comisión Israelí Interministerial por los Desaparecidos, se grabaron en el sitio de recordación del Bosque Memoria los nombres de las víctimas, sobre quienes se presentó testimonio ante esa Comisión. Miembros de la Asociación de Familiares de Desaparecidos Judíos fueron invitados a participar en aquel acto de ampliación del bosque, con la presencia de la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roizinblit.
“Creo que en este momento el gobierno israelí está reconociendo que hizo poco, menos de lo que podía haber hecho. Ellos dicen que sacaron muchos chicos y que otros no se quisieron ir. Es verdad. (….) Pero Israel aún tiene la oportunidad de hacer algo por los 22 jóvenes de origen judío que siguen desaparecidos después de haber sido apropiados cuando eran bebés”.
Más allá de reclamos y críticas al Gobierno y el Parlamento israelí, nadie mejor que José Hochman, hermano de Abraham, uno de los militantes judíos desaparecidos, quien expresó en 1992 el profundo significado para la sociedad civil de plantar el Bosque Memoria: “Nuestros seres queridos son como árboles truncados. Por no tener lápidas, quisimos para ellos un bosque de árboles enteros, un bosque rebosante de vida… En Israel, el árbol simboliza la vida, la reconstrucción de un pueblo que fue sometido a la destrucción”.