Mauricio Macri presidente

El Jardín de los senderos que se bifurcan: 12 años

Tras criticar al 10 de diciembre como fecha para el recambio presidencial, fundamentalmente debido a la inminencia del final del año, a días de la feria judicial y con el Congreso en receso, el autor de esta columna expresa sus reparos tanto a la gestión saliente, a la que le achaca un “capitalismo de amigos” como base para lograr una burguesía local; así como a la gestión macrista, debido a que personajes como Jorge (El Fino) Palacios y Eamon Mullen estuvieron estrechamente ligados a la primera etapa del gobierno de la CABA encabezado por el ingeniero Mauricio Macri.
Por Gustavo Lázaro Lipkin

Toda clasificación implica un recorte de la realidad y, a la vez, una valoración de la misma. Esto parece perogrullesco y vago, pero cualquiera que sea, por más objetiva que pudiera parecer y acercarse al mundo que describe, nunca es ni verdadera ni falsa, ya que no hay descripción de realidad alguna, es sólo una herramienta expositiva, una pauta de comunicación o simplemente una ficción.
Clasificar es una narrativa, como una literatura.
Escribir es una práctica pragmática, sintáctica y con pretensiones semánticas muy compleja, hay muchos que escriben, pero ser escritor es un arte al que pocos pueden llegar. A su vez, alguien puede tener la herramienta de la escritura pero jamás tener la creación del texto necesaria para ser un escritor. Por ello hay escritores postizos o fantasmas: especialistas en letras que plasman las ideas o experiencias de otros.
A veces, los periodistas, médicos, abogados, escribanos, hasta presidentes, escriben, pero esas profesiones que de por sí implican escribir, no los convierten en especialistas en lingüística: sintaxis, semántica y pragmática, aunque hay grandes escritores que lo fueron: el caso de Domingo Faustino Sarmiento, periodista y presidente, que supo brindar su magnífico Facundo, un hombre influenciado por su entorno, tendencias y eslogan propio de la época, pero a la vez un reformista, liberal que tendió las bases para un país que lamentablemente desapareció para siempre.
Me cuesta trabajo clasificar obras de literatura que me hayan impactado, ya que en su gran medida, leer también es una práctica muy compleja y hay que tener la práctica necesaria para hacerlo, leer implica cantidad y calidad, es decir, entender y comprender aquello que el que escribe haya querido contar.
Tanto Sarmiento como Jorge Luis Borges tenían la virtud –y, el defecto-, de ser escritores, con sus errores y defectos propios de su personalidad, viviendo en un mundo en el que no encajaron, con una lengua irreverente y filosa que los condenaban permanente a la crítica. Ambos no sólo escribían, asociaban, relacionaban, iban de un lugar al otro en sus ideas rectoras, tenían una visión de un mundo que no iba con el real, fueron únicos en su forma y estilo.
Borges planteó en una de las obras más importantes de la historia de la literatura, casi como el Ulises de James Joyce (1922), que es posible optar por un camino o, por el otro, pero nunca por ambos al mismo tiempo, un sujeto tiene opciones, yo lo llamo “puntos de restauración”, hitos históricos que se piensan como decisivos en la vida de modo tal que de poder cambiarlos, toda nuestra historia sería diferente, radicalmente distinta, aunque nunca sabremos cuál es el efecto de ese cambio. Esto lo plantea en el magnífico “El jardín de senderos que se bifurcan” (1941). Ahora bien, muchos puntos o hitos podrán ser históricos, pero no de restauración.
El 10 de diciembre, aproximadamente cada 4 años, cambia el presidente en nuestro país. Una fecha que tiene una razón histórica en aquel de 1983, cuando la junta militar decidió entregar el poder después de la elección donde la Unión Cívica Radical le gana al Partido Justicialista por primera vez en la historia, cuanto menos con estas denominaciones.
Pero si al 10 de diciembre de cada 4 años no lo comparamos con aquel de 1983 y lo vemos como época del año, esa fecha no sólo es complicada, no podría haber peor. Asumir a días del verano, en el final del año calendario, cuando el Poder Judicial está por comenzar la feria de un mes entero en enero y el Poder Legislativo está en receso, es simplemente contra-fáctico. El anterior sistema implicaba asumir el poder el 1 de marzo, conjuntamente con el inicio de sesiones ordinarias, día que evoca la unificación del territorio de la Argentina, fecha mucho más razonable y hasta históricamente igual de trascendente.
En esta línea, sin lugar a dudas diciembre de 2001 es un claro punto de restauración. Allí se tomaron decisiones que nos marcaron como sociedad política, frente a otras alternativas. Esta fecha, a su vez, es el resultado de la reforma constitucional de 1994, otro sinsentido que tuvo como único objetivo otorgar la reelección a Carlos Menem, todo a espaldas de la sociedad y pergeñada por éste y el expresidente Raúl Ricardo Alfonsín. Una reforma para políticos y confeccionada por ellos, cómo éstos hayan sido los salvadores de la Nación.
Esa reforma forzó institutos propios de la ex constitución que Alejandro Agustín Lanusse pactó con Juan Domingo Perón en el año 1972, como la segunda vuelta, el tercer senador, institutos propios de los derechos sociales que se copiaban de la Constitución de 1949; es decir, con antecedentes militares y de imposición (respectivamente), la Constitución Argentina es el sucedáneo de una serie de errores que hoy se verifican.
El proceso que comenzó con la caída del gobierno de Fernando De la Rua, quien quebrado por su fractura interna, su propia incompetencia y la ayuda de la perenne interna peronista, renuncia a su mando. De allí se suceden una serie de presidentes, hasta que en una dudosa decisión se designa, sin un plazo más que el vencimiento del mandato del presidente renunciante, a Eduardo Duhalde.
De allí comienza un proceso de ajuste, reestructuración de la deuda externa y licuación de la interna, tanto pública como privada que conllevaron a un ciclo económico que se montó sobre la confiscación de depósitos bancarios, nuevo endeudamiento en moneda extranjera y universalización de retenciones e impuestos.
Sobre esta base, caído el gobierno -que no surgió de una elección,- de Eduardo Duhalde, aparece como ungido el gobernador de la Provincia de Santa Cruz, Néstor Kirchner, quien asumió el 25 de mayo de 2003, después de perder frente a la lista encabezada por Carlos Menem la elección. Así, aparece como un personaje con dualidades.
Veamos, si la constitución no se hubiera reformado en 1994, no habría segunda vuelta, sí en cambio Colegio Electoral. Ello hubiere implicado que en la elección del 27 de abril del año 2003, Menem muy probablemente hubiese ganado, ya que en las elecciones con éste sistema siempre se votó la primera minoría para presidente. Pero, aquello que lo benefició en un momento, después lo perjudicó y ello catapultó a Kirchner. Pero estos dos modelos, ambos producto causal de sus propias decisiones personales, tenían que ser antagónicos.
Así Kirchner decidió dar un discurso de asunción que fue un catálogo de todo aquello que se perdió desde que el Consenso de Washington se impuso en Argentina en 1987, después de la gran derrota del gobierno de Raúl Alfonsín producto de la sanción de la ley de Obediencia Debida. Ese discurso que fue un protocolo de gobierno digno de un estadista iba desde un proyecto educativo, un plan ferroviario de infraestructura, una política judicial, independencia del Poder Legislativo, respecto por las minorías parlamentarias, independencia del Banco Central, recuperación de la independencia energética, política de salud, etc., etc., etc.
Inmediatamente se comenzó un romántico, pero muy peligroso, camino a la reforma de la Corte Suprema de Justicia, que cambió sus miembros, salvo los originarios de aquella de 1983, generando un precedente inaceptable.
Poco a poco, el proyecto discursivo “anti consenso de Washington” se transformó en un modelo, se instauraba una época donde la reelección iba ser desalentada, a punto tal que se encargó que su cónyuge lo suceda, sin alentar la propia.
Muchas especulaciones se dieron respecto de los motivos por los cuales el presidente no promovió su reelección, desde un intento de prolongarse en el tiempo intercalando con su cónyuge, tal como los modelos feudales de provincias como Santiago del Estero, como una superación de aquella disputa entre Juan Perón y su mujer Eva Duarte, por una inminente enfermedad que lo aquejaba; pero sea cual fuere el motivo, la realidad tuvo su mayor apogeo y el modelo fue más parecido al de Perón-Martínez y su desastroso correlato, la muerte, el más igualitario y predecible de las consecuencias.
Entre la muerte de Néstor Kirchner y la sucesión de su mujer, el ímpetu de aquel extraordinario discurso de mayo de 2003 chocó contra el final del andén en la terminal Once del Ferrocarril Sarmiento.
Así fue que el 22 de febrero de 2012, una formación del Ferrocarril Sarmiento selló la suerte del modelo y lo hizo contra el final de su trayecto, con más de 50 muertos y miles de heridos. De allí en más, las denuncias por manejos espurios de dinero público respecto de los empresarios amigos, la causa de la imprenta Ciccone Calcográfica, la implementación tendenciosa de la Ley de Medios, la destrucción de toda posibilidad de democratizar la justicia nacional y federal llevaron a la caída del modelo.
El gran pecado no fue la pelea con el único aparato productivo de la Argentina: el campo, sino que fue el denominado “capitalismo de amigos”, un modelo que comienza con la perenne idea de lograr una burguesía local como de hecho lo intentó hacer el presidente Alfonsín con los “capitanes de la industria” y con el mismo trágico final: hiper-corrupción, hiper-inflación, descreimiento general en el sistema democrático.
El acuertelamiento de cuadros, aislamiento, intento de solucionar problemas con fórceps, llevó a licuar de contenido todas aquellas buenas intenciones que propuso Néstor Kirchner en su discurso inaugural y, otro más solapado, de transformar al peronismo en otro intento transversal de aglutinar al pensamiento progresista y de izquierda, es decir, la perenne interna entre los “peronismos” con o sin Perón.
Hay tres intentos que fueron malogrados: a) democratización del Estado en general y del Poder Judicial en particular; b) anulación de la causa AMIA; c) optimización del ferrocarril como único factor de conectividad y productivo. De estos tres, me ocuparé sustancialmente del segundo, ya que el primero demandaría mucha letra y, el tercero terminó el 22/02/2012.

Anulación de la causa AMIA
Producido el atentado a la AMIA, explotó no sólo aquel edificio sino también el mito sobre que la afamada –y, muy conveniente- neutralidad arroja como único resultado la seguridad. La colectividad oficialista tuvo una incidencia superlativa en la tarea de disimular la responsabilidad política del estado argentino en el atentado, Beraja y sus aliados, juntos con elementos de los servicios y de la Policía Federal, emprendieron una tarea titánica: impedir que se pueda acercar a saber qué, por qué, cómo y cuándo ocurrieron los sucesos que llevaron al atentado.
Hubo muchos artífices, pero en cuanto importa aquí, Jorge (El Fino) Palacios y Eamon Mullen, ex fiscal de la causa, fueron muy ligados a la primera etapa del gobierno de la CABA encabezado por el ingeniero Mauricio Macri. El primero fue electo para la organización y planificación de la Policía Metropolitana, y el segundo contratado como abogado externo por la empresa Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado, en la época en que el Ing. Jorge Irigoin (actual propuesto para el Correo Oficial) la presidía.
Surge de la noticia periodística publicada en La Política On Line, que la Estatal Subterráneos de Buenos Aires contrató al ex fiscal de la causa AMIA, anulada, para causas relacionadas con despidos seguido de denuncias penales, y que esa decisión salía de equipos provenientes de la Procuración porteña vinculados a personajes provenientes del partido del Dr. Horacio López Murphy, el cual vio desmembrada su organización política cuando gran parte de sus elementos fueron al PRO y se quedaron hasta con el nombre de la organización.
¿Coincidencia? El hecho que el gobierno del PRO en la ciudad haya tenido vínculos directos con estos elementos vinculados a la causa AMIA 1 y que los haya aplicado para armar una red de inteligencia criminal ofrece sus dudas, cuanto no legales pero sí políticas.
El gobierno del Frente para la Victoria tuvo el ímpetu de amparar la caída del armado en la causa AMIA. El del PRO en la ciudad, se unió con elementos vinculados a ella. Poco a poco la realidad tapó a este suceso respecto de los desaguisados y mora eterna de aquel. La inactividad de la fiscalía encabezada por el Dr. Nisman se derrumbó cuando la Presidente Fernández decidió el segundo aviso de muerte a la cuestión: el acuerdo con Irán.
El tercer golpe de la muerte estuvo cuando apareció muerto aquel fiscal, Nisman.
El camino del infierno está cargado de buenas intenciones, por lógica podemos decir, que el camino al cielo lo está de malas.
Anulada la causa AMIA 1, la Procuración General de la Nación con la firma de Eduardo Ezequiel Casal dictó la Resolución 84/04, que creó una unidad especial para la nueva investigación, a cargo del Dr. Nisman. Dotado de gran presupuesto y mucho amparo por parte del Poder Ejecutivo. Frente a los pocos resultados, se decide cambiar la estrategia, en consonancia con un cambio de política con una mejor mirada hacia el Tercer Mundo, donde Irán cumple un rol mítico permanente.
La rebeldía del gobierno de Cristina Fernández tenía una fachada de optimizar el trámite de la causa AMIA 2 y, por detrás un vínculo con Irán, como reacción al accionar de los fondos buitres que identificada con la sinarquía y judería internacional.
Chistes y mensajes de claro tamiz antisemita, como ser identificar a Paúl Singer con el Mercader de Venecia (claro manifiesto en tal sentido), intervenir en la interna de la colectividad en modo decisivo para lograr una división irresoluble (más de aquella que de hecho hay), la especialidad de los alemanes en materia odontológica haciendo referencia a los experimentos en los campos de concentración, etc.
Así, los motivos por los cuales el gobierno PRO en la Ciudad tomó este camino antagónico en la causa AMIA 2 y se unió a personajes de la causa AMIA 1 ya quedaron en el olvido al lado de las exageraciones y ademanes del gobierno de Fernández respecto de la causa AMIA 2.
Ya a esta altura, si Palacios fue un elemento sustancial en el ocultamiento de pruebas, si la ciudad contrató a Mullen y Ciro James con una motivación específica: actuar en cuestiones relativas a miembros de la colectividad judía presunta o activamente opositores, carece totalmente de sentido, será un mero indicio que se podrán vincular a hechos posteriores que podrán o no suceder. Como parte de este punto, se trató de un acto total de inexperiencia y excesos por parte de funcionarios de tercer nivel en el Gobierno.
Lo motivos tienen poco sentido en una sociedad que se maneja con resultados. Mientras gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner tuvieron resultados económicos concretos fueron estadistas, cuando el gobierno de la ciudad demostró que puede ser mejor que cualquier otro de la zona del AMBA (Ciudad de Buenos Aires y Municipios del 1 al 3 cordón del conurbano bonaerense) y muchos del interior del país, más allá de aquello que los particulares podían digerir, fueron electos, reelectos y se intercalan en el poder.
Un miembro de esta dinámica cayó, espera el fracaso del otro para resurgir; el otro tiene que capitalizar estos duros errores cometidos y lograr cuanto menos dos cosas: orden institucional y progreso social.
El Cartero llama dos veces, la obra que inspiró el guión del novelista Giovani Verga, para Ossessione (1943) de Luchino Visconti y que recrea en Grupo de Familia (1974), aparece con tres golpes antes del final. El tándem Kirchner–Fernández espera su sentencia histórica, que no es otra, si estuvieran en alguna oportunidad en ella, de pasar a serlo como su anterior setentista “Martínez de Perón – López Rega” o, frente al fracaso del otro presunto modelo, un nuevo 17 de octubre para la lógica dialéctica del “peronismo”; mientras que la coalición liberal Cambiamos, está en la disyuntiva de decidir un camino de reconstruir pocas cosas mínimas: a) La educación nacional en todos los niveles iniciales en todo el país; b) La salud pública nacional en todo el territorio; c) La inversión en infraestructura mínima para la conectividad en todo el territorio  y, d) la confianza pública en las instituciones del estado, todos puntos abandonados, desdeñados y burlados por el resultado eficientista de la razón de Estado.