Peligrosas afirmaciones de Netanyahu

Bibi y la nueva historia de la Shoá

El 21 de octubre, en una clase magistral ante el Congreso Judío Mundial, Netanyahu reveló “un secreto” histórico. Afirmó que Hitler no decidió exterminar a los judíos hasta que el muftí de Jerusalén le sugirió hacerlo. Un líder árabe musulmán, con el cual se reunió una sola vez, le dio esa terrible idea. Tal vez en Israel piensen en revisar todos los textos escolares de historia para ajustarla a la novedad revelada.

Por Jony Karszenbaum

Benjamín Netanyahu en su nuevo libro “Hitler no quería la Solución Final y el muftí lo convenció” reproduce la conversación entre ambos:
-Pero si echás a los judíos, todos querrán venir a Palestina, dijo Amin ‘el muftí de Jerusalén’ Huseini.
-Y, ¿qué debería hacer entonces?, preguntó Adolf ‘El Fuhrer’ Hitler.
-¡Quemarlos!, respondió el muftí1.
Gracias a Bibi, el líder de los árabes de Palestina de aquel entonces será reconocido como el autor intelectual de la Shoá.
Sin ironías, existió una reunión Fuhrer-Mufti el 28 de noviembre de 1941, pero en los registros no hay mención alguna del exterminio judío. Existen debates historiográficos acerca de cuándo y por qué se decidió. Pero la conversación es un invento del primer ministro israelí2. Ello erosiona el trabajo de los historiadores serios y perjudica la transmisión de la Shoá.

Lo histórico
Al momento de la reunión, los nazis llevaban más de cinco meses de asesinatos sistemáticos de judíos en los territorios ocupados de la URSS. En tan sólo dos días de septiembre de 1941 fueron fusilados más de 33.000 judíos en Babi Yar3.
El muftí fue sin dudas un personaje nefasto, antisionista y antijudío4. Lideró la “Gran Revuelta Árabe” contra el ishuv entre 1936 y 1939. Fomentó el enrolamiento de bosnios musulmanes a las unidades de las SS que masacraron civiles. Pero no tuvo influencia alguna sobre las políticas nazis ni sobre las SS. El historiador de la Shoá Yehuda Bauer señaló que es ridículo pensar que Hitler recibiera órdenes de un líder menor del Medio Oriente.
Pero Bibi decidió ubicarlo como protagonista del momento más trágico de la historia judía. Así dejó de lado el proceso previo de hostigamiento, persecución y encierro de los judíos, tanto como la progresiva radicalización de la política antijudía nazi desde 1933.
La canciller alemana Angela Merkel fue contundente: «Conocemos la responsabilidad de los nazis por esa fractura de la civilización que fue la Shoá». E Isaac Herzog (Avodá), líder de la oposición en Israel, afirmó que “el hijo de un historiador debería ser preciso sobre la historia”5. A pesar de las críticas recibidas, el premier no se desdijo.

El peligro
Los negadores de la Shoá aprovecharán para sembrar más dudas en nombre de un supuesto ‘revisionismo histórico’. Los neonazis pueden encontrar así la forma de exculpar a su Fuhrer. ¿Quién mejor para quitarle la culpa que la persona que se arrogó la ‘representación del pueblo judío’ ante el Congreso de los EE.UU. en marzo de este año?
Enzo Traverso describe la Shoá como una “religión civil”, con sus símbolos, rituales e instituciones. Bibi la ‘profanó’ de la peor manera, tras décadas de sacralización, de sostener su carácter único, de no permitir comparaciones y de combatir el negacionismo iraní6.
Si un primer ministro puede tergiversar la historia de este modo, la lucha por la memoria del Holocausto y por combatir su banalización pierde sentido.
¿De qué forma enfrentamos los mitos antisemitas como el crimen ritual y el dominio mundial judío? ¿Dará lo mismo decir seis o siete millones? ¿Será igual afirmar que Hitler no escribió “Mi Lucha”, sino que es obra del muftí?
El Holocausto produce una total cohesión comunitaria. Abusar de la memoria de la Shoá como arma política contra al mundo árabe islámico, ofende a los sobrevivientes y a la Humanidad. Es importante que las comunidades judías reaccionen, porque de lo contrario convalidan su discurso. En el CJM no lo hicieron, pero nunca es tarde. De no hacerlo, ¿qué acusación más terrible podría caer sobre los árabes palestinos?
Bibi tiró nafta al fuego. Simbólicamente reemplazó al nazismo por el islamismo, desde ‘el altar’ que le ofrece su rol. Les tiró a los árabes musulmanes “la Shoá por la cabeza”. Hace semanas que éstos producen ataques violentos hacia la población civil y militar judía-israelí, y eso es repudiable. Pero si se supone que ellos se inspiran en la ideología del Mufti que derivó en la Shoá, entonces se justificaría toda reacción. Se incita de este modo a los extremistas judíos a desatar su odio. Si algo nos enseña la tragedia, es que cuando se encienden el miedo y el odio, no hay retorno.

1. Basada en su conferencia
2. Netanyahu se apoya en el testimonio del SS Dieter Wisliceny en Núremberg quien antes de ser ejecutado en 1948, indicó al muftí como instigador del Holocausto. No hay otro documento que respalde ese testimonio, desmentido también por el propio Eichmann años después en su juicio en Jerusalem.
3. Un medio como Foreig Policy se ocupó de desmentir a Netanyahu e incuso destaca que los campos de exterminio de Chelmno y Belzec estaban en construcción al momento de la reunión mencionada.
4. Acerca del extremismo del Mufti y de su fomento del odio antijudío, lo confirma la historiadora Debora Lipstadt. Pero ella distingue claramente que a pesar de arengar a los musulmanes a “deshacerse de sus enemigos”, él no tuvo que ver con las decisiones de los nazis de llevar adelante el Holocausto. Debora Lipstadt también es reconocida por haber sido acusada judicialmente, y ganar el juicio, a un negador de la Shoá llamado David Irving.
5. Página 12.
6. Traverso E., “El Final de la Modernidad Judía”, Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 2014.