Siete israelíes murieron en distintos atentados con cuchillos o armas de fuego desde el 1 de octubre pasado, mientras que 32 palestinos fallecieron a manos de fuerzas israelíes, 14 de ellos identificados como autores de ataques y el resto mientras atacaba con piedras a soldados.
La escalada de agresiones alcanzó esta semana un pico con la muerte de tres israelíes en dos agresiones con armas blancas en Jerusalén, en las que dos de los terroristas palestinos fueron baleados por fuerzas de seguridad.
Luego de una prolongada reunión presidida por el primer ministro Bibi Netanyahu, el gabinete israelí aprobó movilizar a seis compañías de soldados hacia distintas ciudades del país para asistir a la policía. Además, fueron levantados retenes en accesos a barrios de Jerusalén Este, tras llamados de nacionalistas a cerrar zonas donde vivían algunos de los autores de los recientes ataques.
El gabinete decidió, asimismo, contratar a 300 guardias de seguridad para el transporte público en Jerusalén.
La mayor parte de los ataques fueron cometidos por jóvenes palestinos sin afiliación a grupos armados, que al parecer actúan de manera individual.
La violencia estalló el mes pasado bajo el pretexto de rumores de que Israel se aprestaba a adueñarse del Monte del Templo en Jerusalén, lugar sagrado para judíos y musulmanes, pese a las desmentidas del gobierno de Netanyahu.
El ministro de gabinete israelí, Yuval Steinitz, sostuvo que la violencia obedece a la incitación al odio contra judíos en las redes sociales por parte de grupos palestinos como Hamas, y que la crisis tiene poco de política y está más vinculada al antisemitismo y al deseo de desatar una guerra religiosa.
El gabinete de seguridad israelí aprobó también la demolición de casas de atacantes palestinos sin derecho a que sean reconstruidas, la revocación de su permiso de residencia y la confiscación de sus bienes.
Paralelamente, el gobierno israelí decidió que a partir de ahora no entregará a las familias los cadáveres de atacantes palestinos para que los entierros no se conviertan en manifestaciones que alienten a la violencia, anunció en un comunicado el ministro de Seguridad Interna israelí, Guilad Erdan.
Críticas al discurso de Abbas
En un discurso televisado, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, acusó ayer a Israel de intensificar sus agresiones y de ejecutar a «palestinos indefensos» en las calles. «No nos rendiremos ante las políticas de ocupación de Israel ni ante las de sus colonos, que aterrorizan nuestros lugares sagrados, a nuestras mujeres, nuestra tierra y ejecutan a nuestros jóvenes. Continuaremos con la resistencia pacífica y con nuestro derecho a defendernos», agregó.
Durante su alocución, el presidente palestino mostró la foto de Ahmad Manasrah, de 13 años de edad, herido en el piso tras cometer un atentado en Pisgat Zeev, en el que un niño israelí de la misma edad fue apuñalado y continúa en estado grave, en coma y con respirador artificial. “Abbas habló de la ‘ejecución’ de niños palestinos con la foto en la mano, pero Ahmad Manasrah está vivo e internado en el Hospital Hadassah en Jerusalén, después de haber apuñalado a un niño de 13 años que andaba en bicicleta”, declaró Netanyahu. “Mientras Israel preserva el statu quo en Jerusalén, Mahmoud Abbas con su incitación utiliza con cinismo la religión y provoca actos terroristas”, afirmó el primer ministro.
El polémico discurso de Abbas fue criticado por casi todo el espectro político israelí. Desde el partido de centro Hamajané Hatzioní (Movimiento Sionista), que lideran Itzjak Hertzog y Tzipi Livni, aseguraron que se trató de “calumnias graves que distorsionan la realidad, llegando a la más absoluta irresponsabilidad y que inflaman aún más el odio y la desesperación en la región”.
Por su parte, el líder del partido Yesh Atid, Yair Lapid, dijo que “Abu Mazen continúa con su campaña de incitación y mentiras. Su discurso alimenta el odio y el terrorismo”. Y agregó: “En lugar de calmar los ánimos y condenar a los terroristas criminales que están tratando de matar a israelíes inocentes, Abbas eligió transmitir una miserable muestra de falta de liderazgo y cobardía del más bajo nivel”.