Debate en torno a Argentinos de Origen Judío

Por qué el Llamamiento

Uno de los referentes del movimiento que cuestiona a la DAIA en su pretensión de ostentar la representación política de la comunidad judía, detalla las diferentes razones que impulsaron la convocatoria, y anticipa que en breve se llevará a cabo un Encuentro Nacional Constituyente donde se definirán las bases del proyecto nuevo institucional, que persigue el objetivo de conformarse bajo la premisa del voto directo.
Por Dardo Esterovich

La cuestión de la representatividad atraviesa toda la historia. Su discusión (apropiación) viene desde épocas muy antiguas, desde que el liderazgo tribal se resolvía a favor del más fuerte y fue moderándose con los consejos de ancianos, pasando por la representación otorgada (apropiada) por mandato divino a reyes y emperadores que fueron más o menos autócratas según los límites que le pudieran poder otros miembros de la nobleza, hasta llegar al cuestionamiento surgido a partir del Iluminismo y la Revolución Francesa donde la soberanía es patrimonio de los pueblos, quedando instalada la discusión de cómo es subrogada esa soberanía, es decir la representación.
La sociedad en general y los colectivos específicos que se fueron constituyendo dentro de cada país están atravesados por las diferencias ideológicas, sociales, económicas, políticas y de cuanto motivo de diferenciación estén vigentes en distintas épocas. Es por lo tanto absolutamente natural que aparezcan las disputas por la representación de esos colectivos, disputas que adquieren mayor visibilidad cuando una parte trata de asumir la representación total en detrimento de otra parte que reacciona ante esa pretensión.
Esta situación, como no podía ser de otra manera, también está presente en la colectividad de argentinos que se asumen como judíos. Y se ha ido manifestando de diversas maneras con la presencia de instituciones que profesaban distintas visiones de “lo judío”. Disputaban representación y hegemonía, pero ninguna se arrogaba la representación del colectivo de manera exclusiva. Tampoco lo hizo la DAIA durante la mayor parte de su existencia, hasta que en los últimos años comenzó un proceso de “secuestro” de la representación que se pretendió legitimar en la última reforma de los Estatutos. Como contrapartida, toda opinión crítica a sus posiciones provenientes de argentinos judíos eran tildadas de ataque a las unidad (¿unidad para qué?) comunitaria y a sus instituciones representativas. Ni que decir si la crítica provenía de sectores que no pertenecían ni actuaban en ninguna institución (son la mayoría, aproximadamente el 70% del total). Eran inmediatamente descalificadas como provenientes de alguien que no participaba de la “vida judía”, una manera de negar su condición de judío. Esa pretensión de querer representar a todos pero ninguneando a la mayoría es una contradicción que en algún momento tenía que resolverse, porque además de “secuestrar” la representación política significaba la pretensión de “secuestrar” la verdad, el querer imponer un pensamiento político único al colectivo. Y esto en cierta medida, en el plano político, es una forma de discriminación que va en el mismo sentido que la descalificación de “judío no genuino” de la ortodoxia religiosa.

El ProtoLlamamiento
En el marco de lo expresado anteriormente, veamos algunas cuestiones vinculadas a los motivos que dieran lugar a que se gestara un movimiento que cuestiona la pretensión la DAIA, acompañada por la AMIA, de ser la representación política de la totalidad de los argentinos judíos.
Cuando apareció el Llamamiento, en medio de la conmoción provocada por la denuncia de Nisman a la Presidenta y otros funcionarios, y la posterior trágica muerte del fiscal, desde la dirigencia de la DAIA y la AMIA, algunos de buena fe y muchos de no tan buena, se argumentó que fue un armado impulsado por el gobierno para tener una expresión política propia en la colectividad judía ante el fuerte embate en su contra por parte de la oposición de derecha que era apoyado por cierta dirigencia comunitaria. Esto no se corresponde con la verdad. La idea de gestar este movimiento se ha venido madurante bastante antes de los acontecimientos de enero, cuando un conjunto de compañeros que durante muchos años venían participando en las instituciones comunitarias confiados en poder dar la disputa de ideas al interior de las mismas, llegaron a la conclusión que la estructura antidemocrática de la DAIA hacían infructuosa la posibilidad de dar mayor participación a los representados para así legitimar cualquier posición que se adoptara.
En la DAIA las conducciones son elegidas por unos pocos dirigentes que negocian e intercambian los puestos en la CD actuando sin el mandato de los asociados. La fórmula “un judío un voto”, impulsada años atrás por un conjunto muy importante de instituciones, hoy la han abandonado y se han incorporado al “club del trueque”. En la AMIA, donde sí votan todos los asociados, la burla a la voluntad de los mismos tiene lugar por la práctica del “salto con garrocha” de algunos factores políticos. Integrantes de frentes electorales con un programa democratizador opuesto a las prácticas discriminatorias de la ortodoxia religiosa, por un par de sillas en la CD abandonaban a sus aliados, recogían banderas y estandartes y pactaban con los que pocos días antes confrontaban ardorosamente.
¿Es todo esto nuevo? No, hace muchos años que es una práctica habitual. Entonces ¿por qué ahora adquiere una relevancia especial? Porque en los últimos tiempos la acumulación de posicionamientos de ciertos dirigentes la DAIA, seguidos por la AMIA, relavan  una subordinación a factores externos que afectaron la necesaria independencia política que deben mantener esas instituciones. Como ejemplos tenemos el silencio aprobatorio ante la evidencia de la relación de subordinación del fiscal Nisman con la Embajada de EE.UU., el cambio de postura de aprobación primero y rechazo dos días después del Memorándum de Entendimiento (esto es independiente de cualquier juicio de valor sobre el mismo), el alineamiento automático al relato oficial del gobierno de turno de Israel con respecto al conflicto con el pueblo palestino, sin permitirse el más mínimo matiz de diferenciación (esta crítica no está en contradicción con nuestra defensa al derecho de existencia del Estado de Israel). Hay muchos más, pero estos ejemplos alcanzan para entender que la estructura institucional descripta más arriba actuaba como un corsé para los que no compartían esas posiciones subordinadas, a los que hay que agregar a quienes no participaban en las instituciones y sintieron la necesidad de expresarse con voz propia.
El primer intento en ese sentido tuvo lugar en el año 2014 cuando se sacó una declaración, todavía no como Llamamiento, condenando los exabruptos del Dr. Sabsay en el coloquio de IDEA en Mar del Plata cuando calificó de traidor a su “esencia judía” (sic) al canciller Timerman y comparó al gobierno nacional con el nazismo, banalización que no mereció ningún comentario de la DAIA y la AMIA. La repercusión que tuvo esta declaración -recibimos varios cientos de adhesiones- confirmó que había un sector de argentinos judíos que estaban buscando una manera independiente de expresarse.
Empezamos a buscar alternativas y así surgió la idea de Llamamiento que estaba previsto para lanzarse en marzo de este año al finalizar las vacaciones, pero los sucesos de enero anticiparon la convocatoria. No forma parte de nuestros propósitos crear una organización afín al gobierno al estilo de la OIA de las primeras presidencias de Perón. Entre los que participan los hay quienes lo apoyan y quienes son críticos, pero todos nos sentimos herederos de las mejores tradiciones progresistas, humanistas y populares aportadas por nuestra colectividad al devenir de nuestro país y comprometidos en conservar y ampliar la democracia con justicia social, en combatir el antisemitismo, en la eliminación de todo tipo de discriminaciones y en la irrestricta vigencia de los Derechos Humanos Universales.
Las posturas que sostenemos con respecto a la conducta de las dirigencias durante la dictadura cívico-militar, todavía no saldada con una verdadero reconocimiento autocrítico como lo exigen los familiares de los asesinados, la sostenida por algunas conducciones en lo referido a la causa AMIA que apoyaron una investigación trucha y que después del derrumbe de la misma hoy todavía siguen actuando con ambigüedad, Memorándum incluido, la persistencia en entronizar al fiscal Nisman a nivel de “héroe” nacional cuando las evidencias de la investigación de su muerte y de su actuación al frente de la Unidad Fiscal AMIA aconsejarían una mayor prudencia en las declaraciones, no tiene nada que ver con las acusaciones de involucramiento con el gobierno y de estar ligadas a la lucha política nacional. Tiene que ver con nuestras coincidencias básicas con las posturas de los familiares de los asesinados durante la dictadura, con los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA en sus distintas vertientes y con lo que entendemos es la mejor defensa de los intereses de la colectividad de argentinos judíos. Si en algún momento circunstancialmente esto coincide total o parcialmente con el gobierno nacional de turno, bienvenido sea, pero nosotros lo venimos sosteniendo desde siempre.

Lo que sigue
Ahora estamos en una etapa de definir la plataforma programática que será decisión de los miles de adherentes que fueron invitados a participar en las jornadas de debates, de las cuales ya se han realizados seis, con la participación de cientos de los mismos más los que participan a través de las redes sociales, plataforma que contemplará no solamente posicionamientos políticos sino que sentará las bases para la búsqueda de definiciones identitarias que reflejen la realidad sociocultural de los argentinos judíos. Todo esto serán las base para la realización del Encuentro Nacional Constituyente a realizarse en septiembre donde también se elegirá la conducción provisoria por un año hasta que se aprueben legalmente los estatutos y se elija la definitiva por voto directo, un adherente un voto. Representaremos políticamente a los que piensen como nosotros, la DAIA seguirá representando lo que siempre representó, un sector y no la totalidad. La disputa, en el buen sentido del término, por la hegemonía de las ideas está abierta.
Por último, hemos recibido muchas críticas por lo de “origen judío”. Nos anotamos  en la lista. Inmediatamente nos dimos cuenta que no fue una feliz elección. Por eso uno de los temas a tratar en el Encuentro Nacional Constituyente será la adopción del nombre definitivo que deberá ser aprobado por el mismo.