«Estoy agradecido a todos aquellos que están aquí para confirmar una vez más su compromiso con los valores humanos, para decir que nada se olvida, que, después de 100 años, todavía recordamos», dijo el presidente armenio, Serge Sargsian.
De la procesión hacia el memorial del genocidio -el monumento más visitado del país- participaron cientos de miles de personas, llevando velas y flores para depositarlas bajo la llama eterna.
Bajo una tenue lluvia, los líderes extranjeros depositaron cada uno una flor amarilla en una corona de flores en el memorial que recuerda a las víctimas, que está ubicado sobre una colina que domina Ereván, capital de Armenia.
La conmemoración anual del 24 de abril recuerda el día en que unos 250 intelectuales armenios fueron arrestados en Estambul, en lo que se considera el primer paso antes de las masacres ocurridas en los años de la Primera Guerra Mundial.
Se estima que hasta 1,5 millones de armenios murieron en fusilamientos o deportaciones forzadas que comenzaron en 1915 ante los temores de la oficialidad otomana de que los armenios, que son cristianos, se aliaran, como muchos lo hicieron, con la Rusia zarista, enemiga del Imperio Otomano en el conflicto.
La mayoría de los historiadores occidentales consideran las matanzas un genocidio, pero la moderna Turquía lo rechaza vehementemente. Ankara afirma que los muertos fueron 500.000, pero dice que en el marco de una guerra civil desatada por la agresión del Imperio ruso.
El presidente turco, Tayyip Erdogan y líderes extranjeros de sus antiguos aliados durante la Primera Guerra Mundial rindieron tributo a decenas de miles de personas muertas en la Batalla de Galípoli, desatando acusaciones de Armenia de que el acto buscó restarle atención a las ceremonias en Ereván.
Sin embargo, en un hecho sin precedentes, el ministro turco para los Asuntos Europeos, Volkan Bozkir, asistió a una misa en una iglesia armenia de Estambul para conmemorar las masacres, mientras que Erdogan reiteró sus «condolencias» a los descendientes de las víctimas.
Al mismo tiempo, unos 100 manifestantes realizaron una marcha por Estambul, exigiendo al gobierno que reconozca el genocidio. La manifestación, convocada por grupos de derechos humanos turcos e internacionales, se hizo frente a una antigua prisión donde fueron encerrados los intelectuales y líderes de la comunidad armenia el 24 de abril de 1915.
Ayer, la Iglesia armenia confirió la santidad a las víctimas del genocidio en la que se considera el mayor servicio de canonización de la historia.
Desde Nueva York a París y Beirut, miles de miembros de la enorme diáspora armenia generada por las matanzas también recordaron el centenario.
Unas 500 personas asistieron a una misa en la catedral armenia de San Juan en Jerusalén, mientras que otras 200 se manifestaron frente a la embajada de Turquía en Jerusalén este.
Decenas de miles de libaneses de ascendencia armenia marcharon por Beirut desde una iglesia armenia hasta un estadio de fútbol donde se celebró un servicio religioso. En Teherán, más de 1.000 personas protestaron frente a la embajada turca, con pancartas que decían «Reconozcan el genocidio armenio» y «Turquía, no lo niegues».
En Bulgaria, el Parlamento reconoció hoy por primera vez el asesinato masivo de armenios, pero evitó utilizar la palabra genocidio.
En Alemania, desafiando la previsible ira de Turquía, el presidente Joachim Gauck condenó ayer las masacres como un genocidio, convirtiéndose en el primer funcionario alemán en hacerlo. Además, el Parlamento alemán comenzó a debatir hoy una resolución apoyada por el gobierno en la que se define los hechos como un genocidio.
La semana pasada, Ankara llamó a consultas a su embajador en Viena luego de que los diputados de Austria aprobaran otra resolución que usó la palabra genocidio.
Anoche, el presidente estadounidense, Barack Obama, condenó la «terrible carnicería» de los armenios otomanos pero volvió a evitar referirse a los hechos como genocidio.
Este mes, Ankara también llamó a consultas a su embajador en el Vaticano luego de que el papa Francisco describiera las matanzas como «el primer genocidio del siglo XX».