Elecciones 2015

El triunfo de Netanyahu solo genera mayores interrogantes

La resonante victoria del Likud abre un signo de interrogación respecto al futuro de las conversaciones de paz. Si bien antes de sacar conclusiones definitivas habría que esperar a ver la conformación final del cuarto gobierno de Netanyahu, si el dirigente derechista se alía con la extrema derecha, lo más probable es que por los próximos cuatro años Israel se encuentre más aislado internacionalmente y las negociaciones con los palestinos se retraigan aún más que en el presente.

 

Por Guido Feld

En las elecciones del 17 de marzo en Israel, el partido oficialista del Likud obtuvo 30 escaños y logró posicionarse seis escaños por arriba de su tradicional rival, el laborismo, liderado por la figura de Isaac Herzog. La holgada victoria del actual mandatario de Israel, Benjamín Netanyahu, abre un signo de interrogación respecto al futuro de las conversaciones de paz con los palestinos.
Un día antes de la votación, Netanyahu dijo en una conferencia de prensa que si él era votado, ningún futuro Estado Palestino sería reconocido durante su mandato. Sin embargo, apenas 24 horas después se desdijo de lo que anunció previamente e incluso pidió perdón a los votantes árabes israelíes. Claramente, Bibi le hizo creer al electorado de extrema derecha que se había radicalizado con el objetivo de obtener votos y lograr su cuarto mandato al frente del ejecutivo israelí. El hecho de que ahora Netanyahu intente moderar el tono de su discurso sería en realidad una muestra de que la política llevada adelante hasta ahora no cambiará en el largo plazo, continuarán entonces las construcciones de los asentamientos y la falta de dialogo con la Autoridad Nacional Palestina. Bibi logró imponer el discurso del miedo y la seguridad en la sociedad israelí.
En política nada es nunca definitivo, y así como un halcón como Menachem Begin logró la paz con Egipto en 1979 y Ariel Sharon, principal impulsor de los asentamientos desde finales de los ‘60, llevó a cabo la retirada de Gaza en 2005, habría que darle a Netanyahu el beneficio de la duda respecto a cuál va a ser su política sobre la cuestión palestina. Hasta ahora demostró decir una cosa pero sus actos terminan siendo una muestra del estatusquismo reinante en la política israelí, en la cual ni se terminan de llevar adelante las conversaciones de paz con la ANP ni tampoco se adoptar la línea más extremista respecto al conflicto palestino.
Antes de sacar conclusiones definitivas habría que esperar a ver la conformación final del gobierno del actual mandatario. Si Bibi se alía con los sectores de extrema derecha, es muy probable que por los próximos cuatro años Israel se encuentre más aislado internacionalmente y que las relaciones con Estados Unidos continúen igual de tensas por lo menos hasta la salida de Obama de la Casa Blanca. Lo peor es que en caso de que Netanyahu en algún momento decida dar un viraje en su política hacia los palestinos, perdería su coalición y se tendría que convocar a elecciones nuevamente. En definitiva, independientemente de cuál sea la voluntad del primer ministro, las negociaciones con los palestinos parecen estar muy alejadas en este momento y esto fortalecería la posición de las agrupaciones extremistas como Hamas, quienes tienen la excusa necesaria para seguir cometiendo atentados y lanzando misiles a la población civil israelí. Esperemos que estos resultados y su posterior desenlace no provoquen mayor radicalización en la ANP a la hora de enfrentar a Israel y estimular a las organizaciones armadas palestinas para provocar una nueva Intifada.
Israel eligió, en este caso, a un político impredecible como lo es Netanyahu, un animal político que sabe hacer buenas lecturas sobre la población de Israel y que sabe apelar al sentimiento de seguridad y miedo que impera en la sociedad israelí. Habría que tener en esperanza en que, así como lo hicieran dirigentes antes que él, quizás Bibi pueda tomar las decisiones correctas sobre el futuro de Israel en su próximo mandato. Si logra Netanyahu vencer la ideología y adoptar el pragmatismo a la hora de tomar sus decisiones y encarar políticamente el conflicto con los palestinos, quizás todavía haya una luz de esperanza para la paz.

* El autor es Licenciado en Recursos Humanos y estudiante de Ciencia Política.