Conformación de la vigésima Knesset

La elección reciente en Israel

Los resultados de los últimos comicios israelíes resultan sorpresivos y preocupantes para los círculos de centroizquierda del país y para grupos judíos de otros países que se interesan y se sienten vinculados al destino de Israel. El componente sorpresa estuvo dado porque durante todo el proceso eleccionario, las encuestas daban ventaja al binomio Herzog-Livni, dirigentes del partido Campo Sionista, que se suponía podrían estar a la cabeza de un bloque de centroizquierda que abarcaría también a otros partidos.
Por José Albero Izigsohn, desde Jerusalén

A último momento se dio un vuelco que puso en primer lugar al partido derechista Likud y a varios otros que pueden apoyarlo: partidos ultrareligiosos, partidos religiosos mesiánicos y partidos étnicos laicos de extrema derecha. Recordemos aquí que de acuerdo al sistema electoral de Israel, el Presidente del país debe otorgar la función de Primer Ministro a aquella persona que pueda obtener una mayoría de votos parlamentarios para su política, pero también incluye la consulta de aquellos partidos cuyos candidatos hayan pasado el porcentaje necesario para entrar en el Congreso. El sentido de dicha consulta es la aprobación o negación de la figura que tiene más apoyo para acceder al cargo de Primer Ministro.
En las circunstancias presentes, ese sistema asegura que el próximo gobierno será una continuación del anterior, con un carácter de derecha nacionalista religioso, aún más acentuado.
Para entender el vuelco electoral de último momento, debemos considerar que la derecha israelí tiene un núcleo ideológico duro, convencido de que Israel tiene el derecho a ocupar y gobernar la totalidad geográfica de Palestina, ya sea por razones histórico-religiosas o por necesidades de defensa, o por ambas. Alrededor de este núcleo ideológico duro, hay una gran masa de personas que lo apoyan por  temor y ven en el actual primer ministro una figura fuerte que puede poner coto a la agresión  árabe o islámica en general.
No faltan razones para este temor. En primer lugar, las sucesivas guerras contra Hamas en Gaza y contra Hizballah en El Líbano, y las amenazas reiteradas de Irán de destruir a Israel, más la presencia en la región de grupos islamistas extremos como Al Qaida, ISIS u otros.
Un complejo emocional constituido por temor, desconfianza y odio fue instrumentado por la derecha para reclutar a una población ubicada especialmente en el sur del país, que es la que ha estado más expuesta a los conflictos con Hamas y que además padece de una situación económica difícil. Tuvo influencia también otro hecho importante, que fue la constitución de una lista árabe unida, formada por cuatro partidos de árabes ciudadanos de Israel que en esta votación ha llegado a ser la tercera fuerza en el Parlamento. El primer ministro alertó a la población cortar este auge, presentado como peligro político, y llamó a votar porque los árabes iban a votar en multitudes en ómnibus conducidos por izquierdistas.
La sorpresa de los grupos de centroizquierda dio paso muy rápidamente a la preocupación de cuáles pueden ser las consecuencias en lo interno y en lo externo de esta continuidad del gobierno de derecha, esta vez más extremo. En el plano interno significará una acentuación del carácter judío del Estado, en desmedro de su carácter democrático. Se limitarán más aún los derechos de las minorías y de las instituciones democráticas dentro del país, tales como los ataques al poder judicial que es autónomo y un freno para el gobierno.
En lo cotidiano, se verá una penetración constante en las escuelas y en otras instituciones de elementos nacionalistas y clericales. Otro tanto en lo que significa de las colonias en los territorios ocupados.
En lo externo es de esperar un acentuación de la actividad política internacional de la Autonomía Palestina, para lograr una mayor participación de organismos de la ONU ligados con los derechos humanos y probablemente también poner el acento en el reconocimiento del Estado Palestino sin esperar al acuerdo con Israel, y el cese de la colaboración de seguridad existente entre elementos de información israelíes y palestinos.
Otro problema es cuál será la respuesta de los Estados Unidos y de los aliados europeos de Israel. Otro aspecto fundamental es la eventual respuesta de las instituciones judías en todo el mundo, especialmente, pero no sólo, en los Estados Unidos. Esas instituciones se diferencian entre las que son incondicionales al gobierno de Israel, las proisraelíes pero criticas de su gobierno, y las claramente hostiles, tanto a Israel como a su gobierno. Hay una clara diferencia de edad ente los que sostienen el apoyo incondicional, ALPAC; los partidarios del apoyo crítico, J Street; y los negadores de su derecho a existir, muchos de ellos universitarios. Es de temer que el actual gobierno aumente esas tendencias a la escisión.
Ahora dejaré esos problemas cruciales de lado, para examinar algunos aspectos positivos dentro de estas elecciones conflictivas. Uno de ellos es la aparición como tercera fuerza electoral de la lista Árabe Unida, que reúne elementos desde el partido Comunista Hadash, que se declara binacional, hasta elementos nacionalistas árabes y también elementos islámicos moderados. Ha obtenido 13 escaños parlamentarios, lo que, como señalé, la transforman en una fuerza considerable.
Por su parte, la izquierda representada por Meretz estuvo a punto de perder su lugar en el Parlamento, pero finalmente obtuvo cinco bancas y afirmó su posición. Meretz es un partido que tiene fama de poseer principios y ser incorruptible, pero al que sus críticos lo acusan de estar alejado de las masas. Perdió votos porque muchos de sus simpatizantes apoyaron al laborismo en un intento por ganarle al Likud y otros se volcaron a la lista Árabe Unida.
Otro aspecto positivo es que una lista formada por elementos religiosos de extrema derecha, herederos del rabino Kahana, no logaron entrar en el parlamento.