¿Qué es lo que un partido de oposición de seis diputados puede ya hacer en el parlamento? ¿No es un desperdicio de votos?
En los dos cortos años parlamentarios, logramos liderar leyes sociales y económicas importantes, combatimos la legislación racista y la creciente discriminación contra las minorías, la agitación a la violencia contra los ciudadanos árabes israelíes, y propusimos leyes en favor de la mujer y relacionados con temas de medioambiente, y también justicia social. Con apenas seis diputados pero con posiciones claras que pusieron en aprietos a los grandes partidos y los obligaron en oportunidades a sumar su apoyo a nuestras propuestas o proponer algunas muy similares para anotarlas en su propio haber. Si con seis diputados logramos todo esto, con diez lograremos mucho más.
Al haberse elevado el umbral para que un partido esté representado en el parlamento de dos a cuatro diputados, ¿no habría hubiera sido conveniente llegar a las elecciones en un frente eleccionario con Jadash (Partido Comunista e independientes, votado en un 90% por ciudadanos árabes israelíes) o con el laborismo, como lo hiciera Tzipi Livni?
Con respecto a Jadash, la iniciativa del canciller Lieberman para intentar socavar la posibilidad de entrada al parlamento de partidos apoyados por la ciudadanía árabe israelí, paradójicamente empujó a comunistas laicos a unirse con partidos islamistas, y presentar un frente que les aseguraría su representación, pero que licua las propuestas de los sectores progresistas árabes con los que podíamos hacer frentes de acción en el parlamento y en la calle. Si en el pasado la decisión de no unirnos en un frente electoral devenía también de cálculos de ambos partidos, que consideraban que la unión de los dos no necesariamente aumentaría su fuerza, dado que hay adherentes a ambos partidos que se niegan a votar a candidatos del otro, en esta ocasión, la imposibilidad de la parte árabe a llegar a acuerdos puede tener un alto precio político.
Lamentablemente el veto de los partidos islamistas y ultranacionalistas dentro del frente electoral unificado (La lista árabe) impidió que se realice un acuerdo de último momento que permitiese el traspaso de votos sobrantes entre los partidos de centro izquierda, lo que puede llegar a costar la anulación de un 2 y 5% de los votos que hubieran sido votos a anti-Bibi.
¿Y con el Laborismo? Livni obtuvo excelentes logros para su partido…
Meretz es el único partido de izquierda en el parlamento israelí, mientras que el laborismo se define como de centro, habiendo grandes diferencias ideológicas entre los dos partidos, tanto en el análisis y la propuesta socioeconómica, pero no menos que eso en lo que se refiere al compromiso con la solución del conflicto israelo-palestino, un tema del que el laborismo y su actual «Frente Sionista» junto con Livni, escapan completamente en su actual campaña. No por casualidad, frente a las propuestas socialdemócratas progresistas de Meretz y sus candidatos que apoyaron desde adentro la protesta social del 2011, el laborismo propone para el ministerio de Economía a un simpático neoliberal, Manuel Trajtemberg, que fuera instrumento de Netanyahu para apagar aquella protesta que le hizo temblar por un momento. Y no por casualidad, en un giño a la derecha, el candidato del Frente Sionista para el ministerio de Defensa es Amos Ydlin, quien no renunció hasta ahora a su participación en la dirección de la ONG Elad, que apoya la «judeización» de Jerusalén Oriental y palestina.
De unirnos en un frente con el Laborismo, no quedaría representación para la izquierda en el parlamento, y nuestro voto podría servir para apoyar un gobierno de Netanyahu, como Itzjak Herzog no se compromete a no apoyar. Sólo un voto a Meretz es un voto seguro de apoyo a Herzog y un gobierno de centro izquierda, pero una garantía de no apoyar un gobierno con Netanyahu a la cabeza.
Los inmigrantes de América Latina llegaron a Israel con el fin de hacer realidad el sueño sionista. ¿Tienen ellos alguna razón especial para votar a los candidatos de Meretz?
Meretz es un partido que apela a todos los ciudadanos israelíes. Creemos que nuestros valores -la democracia, la igualdad, la lucha contra el racismo, la justicia social, la libertad de religión- tienen eco en un amplio margen del electorado. Por supuesto, quienes han experimentado los horrores de las dictaduras que en el pasado se enquistaron en países como Argentina, conocen mejor que nadie la importancia de la democracia y el valor de respetar los derechos humanos, la transparencia y las libertades individuales. Y creo que ellos saben que Meretz está a la vanguardia de la preservación de todos estos valores.
¿Cuál es su actitud hacia el creciente fenómeno de poner en duda la legitimidad de la existencia de Israel, y los diferentes boicots al país, que excede al tema de los actos de resistencia a la ocupación?
Estamos en contra del boicot a Israel, y estamos muy preocupados por la tendencia creciente en la opinión pública internacional en este sentido. Desafortunadamente, Netanyahu y su gobierno sólo pueden culparse a sí mismos de este deterioro de la imagen internacional de Israel. No sólo eso, la alianza de derecha hirió nuestra relación con un socio estratégico del país como es Estados Unidos. El gobierno de Netanyahu no se detuvo ni un momento en la construcción de asentamientos, destruyendo así cualquier oportunidad para promover las negociaciones con los palestinos, y al mismo tiempo dando un mensaje claro de que Israel no tiene intención de poner fin a la ocupación.
Y ahora tenemos el discurso vacío que dio en Bar-Ilan. Yo no tenía dudas, pero ya es oficial lo que Netanyahu realmente piensa acerca de la solución de Dos Estados, a la que la coalición del Likud usa para dilatar las negociaciones un tiempo, hasta que encuentre otras mentiras.
No hay nada sorprendente entonces en la clara ausencia de una iniciativa israelí tendiente a generar una solución política y poner así fin a la ocupación. Debido a esta estrategia y la falta de cooperación diplomática con el mundo, escuchamos cada vez más seguido diferentes convocatorias de acciones unilaterales, como el boicot a Israel. Meretz ofrece una alternativa a la reclusión y aislamiento que produjo Netanyahu, con una mejora en nuestra situación con los palestinos que ayudará a enfrentar la amenaza de boicots irrelevantes.