Día en Memoria de las Víctimas del Holocausto

A 70 años de la liberación de Auschwitz

El 27 de Enero de 1945, el Ejército Rojo de la ex URSS liberaba el campo de extermino de Auschwitz-Birkenau. Los soviéticos nunca imaginaron la magnitud del horror y la barbarie de la que fueron testigos. Se encontraron con los judíos sobrevivientes del campo, desnutridos, al borde de la inanición y desprovistos de todo trato humano, tratados como ganado. Cuando se liberó este campo, se descubrió el horror de las cámaras de gas, de las fosas masivas de cuerpos y el mundo no volvió a ser el mismo.

Por Guido Feld

La decisión de exterminar a todos los judíos de Europa condujo al régimen nazi a buscar un lugar de exterminio central. Los nazis buscaron un lugar en el corazón del continente, más cerca de los principales cruces de tren que llegaban desde Europa central y occidental. Auschwitz representó en este aspecto la solución a esta necesidad; establecido en 1940, primero funcionó como campo de concentración y más tarde fue ampliado con el campo de exterminio Bierkenau.
Aunque los nazis enviaban a los opositores políticos a Auschwitz mientras éste existía, la mayoría de los enviados a Birkenau en los transportes de toda la Europa ocupada eran judíos. Así, la gran mayoría de griegos, holandeses, húngaros y de las otras nacionalidades que estaban en Birkenau, eran judíos.
Apenas llegaban al campo, tras un viaje en tren en condiciones de hacinamiento y sin comida ni agua, las víctimas eran separadas en dos grupos mediante un proceso conocido como selección, en el cual un médico de la SS decidía quién era apto o no para el trabajo. A los no aptos se los enviaba inmediatamente a las cámaras de gas. Los condenados a muerte eran enviados mediante engaños a una cámara, les decían que iban a ducharse, y luego de encerrarlos en una cámara, un operario de las SS tiraba el gas Zyklon B, que permitía la muerte de numeroso número de personas en poco tiempo. Los cuerpos eran retirados de la cámara de gas por los Sonderkomando, judíos prisioneros que se encargaban de sacar a los cuerpos todas las joyas y valores, y luego quemarlos para borrar todo tipo de evidencia de los cuerpos.
Luego de un par de semanas los nazis generalmente ejecutaban a los Sonderkommando y los reemplazaban por nuevos prisioneros. Esto no es una cuestión menor, ya que se intentaba mantener el secreto del exterminio y cuantas menos personas supieran o fueran eliminadas les era funcional a los nazis.
Los presos que pasaban el proceso de selección inicial, dormían en habitaciones hacinadas y en mal estado, se los obligaba a realizar trabajos forzados en los cuales eran a su vez maltratados o asesinados por los sádicos guardias del campo. Quienes se enfermaban o no podían seguir por las duras condiciones de vida en el campo eran asesinados en el acto o enviados a la cámara de gas.
Para los nazis, el extermino era un secreto de Estado, de ahí la necesidad de borrar todo tipo de rastro de los crímenes cometidos contra la humanidad. No sólo el cálculo meticuloso para matar gente, sino el hecho de que les sacaban sus pertenencias de valor y luego destruían sus cuerpos para mantener en secreto todo lo que hacían, engañar a la comunidad internacional y mantener el control y pasividad del resto de la población judía que todavía desconocía su destino final.
A pesar de la política de exterminio hubo casos de resistencia, siendo una de las más conocidas la rebelión de los Sonderkommado que llegaron incluso a volar el crematorio, pero la gran mayoría de estas acciones fueron reprimidas y sus participantes ejecutados en forma pública como método de disuasión al resto de los prisioneros.
Para finales de 1944, tras la invasión de los aliados, los nazis ordenaron la evacuación forzada de los prisioneros del campo hacia Alemania en un proceso conocido como “Marchas de la muerte”, en el cual muchos judíos fueron asesinados por fusilamiento o morían por el frío y las condiciones infrahumanas de la marcha. La última marcha de la muerte salió del campo en enero de 1945, poco antes de la liberación por los soviéticos. Alrededor de 7000 prisioneros enfermos habían quedado en el campo y el plan original de los nazis era de asesinarlos, pero fue imposible de llevarlo a cabo porque el Ejército Rojo se aproximaba.

Finalmente en enero de 1945, Auschwitz es liberado y el mundo hace frente a lo que la locura del hombre puede ser capaz. Lo ocurrido en ese lugar fue la culminación de un proceso de deshumanización y destrucción de un pueblo por considerarlo una raza inferior por parte de un país dispuesto a lo que sea con tal de lograr el objetivo del exterminio. 70 años después nos seguimos preguntando cómo fue posible convertir a seres humanos con familias y con cualidades no muy diferentes al resto, en máquinas asesinas capaces de realizar el trabajo de exterminio como todos nosotros hacemos el nuestro todos los días.
El sistema del campo de concentración demostró ser un fenómeno que combina varios aspectos, fue la esencia misma de la industria al servicio de la muerte, el uso de la razón para fines destructivos. Todo el mecanismo de organización burocrática, logística y uso de personal tenía un fin concreto y cada fase del exterminio estuvo diseñada y planificada de principio a fin.
Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que esta organización burocrática genocida nunca podría haber tenido lugar sin el aspecto fanático – ideológico que lo justificó y ayudó a concebir la locura de una raza pura y otra impura que había que eliminar. La concepción ideológica ayudó a darles a los nazis una visión de la realidad ajena a los valores de las democracias liberales. Ellos de verdad consideraban que todos esos crímenes se justificaban en el nombre de su ideal racista.
El aspecto ideológico le dio la razón de ser y la esencia al exterminio, el otro aspecto, el de la organización, estaba subordinada al primero. Sin una mentalidad de exterminio y destrucción del pueblo judío, no se hubiera puesto en marcha el mecanismo de los campos de concentración, ya que lo que los nazis buscaron fue lograr su objetivo genocida de la manera más eficiente y rápida posible desde la lógica productiva, sólo que en este caso al servicio de un genocidio.
Algunos analistas sostienen que la civilización murió en Auschwitz. La complejidad del ser humano demuestra no obstante que el mismo país que creó a Beethoveen y a Nietzche fue capaz de crear a un Hitler, que con su discurso fanático y su carisma provocaría el desencadenamiento de los demonios del odio, la destrucción y la muerte sobre Europa.
 
*   Principal fuente de información Museo Yad Vashem.
** El autor es Licenciado en Recursos Humanos y estudiante de Ciencia Política.