La secuencia de episodios comenzó en junio con el secuestro y posterior asesinato de tres estudiantes israelíes y la consecuente guerra en Gaza con su saldo de 65 militares israelíes y 2.200 palestinos muertos. Sólo en el mes de noviembre, once israelíes fueron asesinados en hechos violentos en los cuales árabes han atacado a judíos con armas como cuchillos o mediante el uso de automóviles. La mayoría de los atacantes fueron abatidos por las fuerzas de seguridad. Los ataques terroristas fueron realizados de manera individual y su objetivo fue el de atacar y asesinar a blancos civiles israelíes para provocar una reacción política.
Aunque entre los analistas no existe consenso sobre la definición de terrorismo, la gran mayoría acepta que el mismo es llevado a cabo por actores no estatales, tiene motivaciones políticas y/o religiosas en su accionar, produce un ataque deliberado y sistemático a civiles y/o no combatientes y su objetivo final no es el acto en sí, sino el generar miedo en la sociedad para lograr una reacción del gobierno. Es decir el uso de la violencia para el terrorismo es utilitarista, se atacan a blancos civiles con el propósito de obtener conquistas políticas ya que los efectos que provocan sus actos es la desestabilización social.
Si llevamos esto al caso israelí, al realizar atentados contra la población civil, las organizaciones terroristas palestinas buscan provocar una reacción para que Israel entre en su lógica militarista y responda de una manera desproporcionada contra los palestinos, para que esto le genere condena internacional. El terrorismo palestino busca generar una situación de violencia y desestabilización entre palestinos y judíos en la cual el Estado de Israel responda con represión y así entrar nuevamente en un ciclo de violencia interminable.
Ahora bien, ¿estamos al borde de una tercera intifada? Si bien ha habido reportes de manifestaciones en Cisjordania contra Israel, todavía las mismas no han sido de carácter masivo y sostenido a lo largo del tiempo; sin embargo, la situación que se vive es delicada y cualquier pequeño fuego puede prender el polvorín en que está convertido la región.
La actual crisis que vive el gobierno de Netanyahu tras el derrumbe de su coalición debido a la cuestión de la Ley básica sólo trae mayores interrogantes a la cuestión. Qué elegirán los votantes israelíes, ¿a la derecha o a la izquierda? ¿Surgirá después de esta nueva crisis política un gobierno más dialoguista con su contrapartida palestina o el actual primer ministro consolidará su poder nuevamente? La actual situación de violencia e inestabilidad beneficia a los sectores políticos de Israel que no desean la paz sino respuestas militares hacia la cuestión palestina. Consideran que sólo se puede responder a la violencia con más violencia.
La situación de ingobernabilidad que vive Israel gracias a su sistema político no es menor, el hecho de tener que formar coaliciones para poder conformar gobierno y gobernar complica las negociaciones de paz, ya que un primer ministro debe consensuar con un ministro de su gobierno que es de un partido opositor y no piensa lo mismo. El problema con Israel es que al no tener consenso social sobre cuestiones como la paz y el rol de la religión en la sociedad, las coaliciones políticas terminan quebrándose y a diferencia de un sistema político presidencialista, el jefe de gobierno no puede seguir gobernando tras perder el apoyo político de sus aliados de coalición en el parlamento.
En el lado palestino, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) sigue cosechando reconocimientos simbólicos de los parlamentos de Estados europeos, que no tiene ningún peso legal en la postura de los gobiernos de estos países, pero los palestinos lo consideran un triunfo político aunque en la práctica los ayuda muy poco en su causa, ya que Israel no va a aceptar la creación de un Estado palestino impuesto bajo presión internacional, sino sólo mediante negociaciones que satisfagan a ambas partes.
Los logros en materia diplomática de los palestinos se deben en gran medida a la estrategia de administrar el conflicto del actual gobierno israelí, que en vez de buscar una solución duradera estimula la creación de nuevos asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Oriental, lo que en consecuencia mantiene la situación existente, evitando que en futuras negociaciones se discuta la cesión del territorio bajo control israelí a un potencial Estado palestino. También el hecho de maltratar a Mahmud Abbas, presidente de la ANP, y no considerarlo como un socio para la paz, demuestra la falta de interés en el actual gobierno en el diálogo con la otra parte. Lo único que ha logrado esta política es que el líder palestino moderado busque en el plano internacional apoyo en su causa, provocando así dolores de cabeza para la diplomacia de Israel, además de mayor desprestigio a nivel global para el Estado judío.
En consecuencia, el próximo gobierno israelí lo que tendrá que decidir es cuál va a ser su prioridad en este asunto: administrar el conflicto o trabajar por la paz y el entendimiento, lograr bajar la tensión que se vive en Israel o apostar por soluciones más radicales que ciertos sectores israelíes propugnan.
Sin embargo, resulta imprescindible mencionar el otro obstáculo del lado palestino que impide la paz: el terrorismo. Este terrorismo encarnado en Hamas y en las Brigadas de Al Aqsa, mediante atentados y lanzamiento de misiles ha cometido innumerables actos de barbarie hacia civiles israelíes e incluso hacia palestinos moderados, con el único resultado de muerte y destrucción. Pero lo peor es que les brinda argumentos a los extremistas de la derecha israelí para justificar sus posiciones, no negociar con los palestinos y responder a los ataques del terrorismo con operaciones militares. Así se llega a una situación en la que lo único que se ha logrado es seguir perpetuando el odio e intolerancia entre las dos partes.
Las elecciones en Israel son en marzo, pero hasta entonces habrá que estar atento a lo que ocurra en la región y esperar que ninguna de las partes desestime todo lo que se ha avanzado hasta ahora, una tercera intifada sólo traería destrucción y muerte y el fortalecimiento de las posiciones más extremistas entre Israel y los palestinos.
* El autor es Licenciado en Recursos Humanos y estudiante de Ciencia Política.