Bush le concede trato de «prisionero de guerra»

Saddam Hussein tendrá un juicio "de acuerdo con las normas internacionales", prometió el Presidente de los Estados Unidos, George Bush, pero eludió pronunciarse sobre si apoyaría su ejecución si es lo que deciden los iraquíes, que, según él, "serán los que decidan su suerte". Sin embargo, un alto funcionario del Departamento de Estado, que pidió no revelar su identidad, afirmó que su país no pondría objeciones a que un tribunal condenara al dictador iraquí a la pena de muerte, siempre que fuera el resultado de un juicio "justo". Saddam Hussein fue capturado ileso junto con dos compañeros no identificados, el 13 de diciembre a las 8,30 p.m. hora local iraquí, por unos 600 efectivos de las fuerzas de la coalición en un pequeño pueblo a unos 15 kilómetros al sur de la ciudad de Tikrit.

Bush no ocultó su satisfacción por la captura del ex dictador iraquí, a quien se tratará «humanamente» durante los interrogatorios, pues le ha concedido la calificación de «prisionero de guerra». Es decir, estará protegido por la Convención de Ginebra, un privilegio del que no disponen los 650 detenidos alojados en Guantánamo.
«Tengo mis propias ideas de cómo habría que tratarlo», confesó, sin embargo, Bush, mostrando su desprecio al «brutal dictador». «Pero mis opiniones personales no cuentan», añadió.
Por ahora, Saddam se encuentra con paradero desconocido sometido a interrogatorios, tal vez en Qatar, como informó la cadena televisiva CNN tras su captura, o en algún lugar de Irak, como aseguraban fuentes del Gobierno provisional iraquí, probablemente en las instalaciones del aeropuerto de Bagdad.
Bush no dio detalles sobre cómo será el juicio, excepto que será «público, para que salgan a la luz todas sus atrocidades y se haga justicia».
El Presidente de los Estados Unidos puso énfasis en que los iraquíes llevarán la voz cantante en el proceso contra su ex Presidente. «Trabajaremos con ellos para desarrollar un sistema de juicio justo, para que se le haga la justicia que el negó a sus ciudadanos», aseguró.
Por su parte, el Consejo de Gobierno iraquí ya dejó bien claro que desea procesar a Saddam ante el Tribunal Especial de Crímenes de Guerra que se creado en Irak.
En el curso de su última conferencia de prensa de este año, Bush se esforzó en pasar por alto el argumento que empleó para lanzar la guerra que derrocara a Hussein: su presunta posesión de armas de destrucción masiva. «Es un mentiroso», dijo para resaltar la falta de credibilidad de lo que confiese Saddam durante sus interrogatorios, con respecto a las polémicas armas que, por supuesto, siguen sin aparecer. Tampoco quiso predecir si la caída definitiva de Saddam ayudará a acelerar la repatriación de sus tropas, unos 130.000 soldados acantonados en la sangrienta posguerra iraquí.
Bush no pudo ocultar su júbilo por la detención de Saddam, el hombre que atentó contra su padre en 1993. Al preguntársele qué le diría si le tuviera enfrente, el presidente republicano espetó: «¡Un problema menos! El mundo está mejor sin ti Hussein».

La violencia continuará

Bush recalcó con gran cautela que la situación en Irak sigue siendo peligrosa para las tropas estadounidenses. «Yo creo que habrá más violencia, habrá terroristas que quieran seguir luchando contra nosotros».
Bush volvió a mencionar los terribles atentados del 11-S para justificar su política en Irak, país donde se libra «una batalla de la guerra al terror, que tiene muchos frentes», afirmó, citando a Afganistán y a Filipinas.
«Con el arresto de Saddam Hussein, hay una nueva oportunidad para los miembros del régimen anterior, militares o civiles, de que terminen con su dura oposición. Para que vengan ahora en espíritu de reconciliación y esperanza, depongan sus armas y se unan a ustedes, sus conciudadanos, en la tarea de construir el nuevo Irak” declaró Paul Bremer, el Administrador americano de Irak.
«Ahora es la oportunidad para todos los iraquíes, finalizó, de construir un Irak próspero y democrático en paz consigo mismo y con sus vecinos».
Esta historia, de todos modos, continuará.