Disolución de la Knesset y llamado a elecciones

Todos contra Bibi

A comienzos de diciembre, el Parlamento israelí aprobó en primera instancia su propia disolución, y llamó a nuevas elecciones generales a sólo un año y medio de las anteriores. Sin desmedro que estas elecciones se realicen o no, el lema de todos los partidos políticos parece ser “Todos contra Bibi”. El actual Primer Ministro, después de seis años consecutivos en el gobierno, ha logrado lo que ni la paz, ni la guerra, ni las protestas sociales han logrado en décadas: que la política israelí se unifique en torno a una sola consigna.

Por Afro Remenik

Nadie quiere que Benjamín Netanyahu vuelva a ganar las elecciones que se vislumbran para el cercano marzo. Sin embargo, la política israelí se ha transformado en una comedia de error, en lo que lo inverosímil se transforma a diario en realidad, y lo cómico es una constante tragedia.
Desde hace un año, la actual oposición comandada por el Laborismo está enfocada en la formación de un liderazgo que le haga peso a Netanyahu. Este parece ser el único motivo por el cual en las últimas elecciones internas, la popular Sheli Yejimovich fue remplazada por el gris Bughi Herzog. Al igual que Bibi, Bughi es un político de larga trayectoria, con un impecable peinado a la partidura y un amplio reconocimiento internacional. Su largo recorrido político y ser hijo de… son su principal carta de presentación. Sin embargo, a diferencia de Netanyahu,Herzog posee una cara de niño de papa difícil de tragar, una voz barítona con cero autoridad, un look que hace que todas las chaquetas a medida le queden grandes. En definitiva, el nerd del curso, que no ha logrado implantar una idea fuerza para su cuestionado liderazgo.
En este sentido, Herzog puede generar una idea fuerza para su campaña si logra unificar bajo su alero a los diferentes partidos de centro. Por el momento, en un acto de altruismo no usual en la política, Herzog logró unificar la lista del Laborismo con la lista del partido político de Tzipi Livni, HaTnua, a cambio de un sistema de rotación en el gobierno. Todavía esta pendiente la tarea de coaptar al ínfimo ex-partido gobernante, Kadima, y al ala izquierda de Iesh Atid de Iair Lapid.
Shas y Iehuda Hatora, los partidos ultrareligiosos, sefari y ashkenasi respectivamente, son los aliados naturales de Natanyahu para un próximo gobierno; sin embargo, la relación entre ambos pasa por una profunda crisis luego que hace un año se aprobara la Ley de Reclutamiento Obligatorio para los ultraortodoxos. Las promesas de odio fueron  tales en ese momento que no es seguro que en el futuro cercano le perdonen la ofensa propinada.

Para los partidos árabes el desafío es inmenso. Ellos deben unificar tres partidos de ideología contradictoria, para superar las nuevas normas de representatividad mínima (3%): un partido nacionalista, uno comunista y uno religioso. Una misión difícil, pero de la cual depende su supervivencia.

La coalición contra Bibi
La principal oposición al gobierno de Netanyahu proviene precisamente de los partidos que componen la coalición gobernante.
Tzipi Livni, la expulsada Ministra de Justicia, y su partido Hatnua han sido críticos de su propio gobierno hace ya varios meses, cuando las conversaciones de paz con Abu Mazen reventaron por causa del propio Netanyahu.
Tampoco Iair Lapid y Iesh Atid han parado de criticar al Primer Ministro y su gobierno, tanto en materia política como económica. Sin embargo, las principales críticas de Lapid a Netanyahu tienen un tinte personal, y se concentran en su personalidad. No podría ser de otra forma, debido a que el estilo político de Lapid es un verdadero culto a la personalidad, en perjuicio de las ideologías y programas de gobierno.
A su vez, el ultraderechista ministro de RR.EE. Avigdor Liberman se ha transformado en un ferviente opositor a su propio gobierno. Liberman, que en las pasadas elecciones compartió una lista común con Bibi, decidió enfrentar con toda su rabia a su exaliado. La razón: la negativa del partido de Natanyahu, Likud, de unificar ambos movimientos, y así transformar a Liberman en el sucesor de Bibi como líder de la derecha.
De la misma forma, el ultranacionalista partido de Naftalí Bennett, HaBait HaIehudí, se ha transformado en un ferviente opositor a Natanyahu. Tanto es así que en la última operación militar en Gaza, Bennett no descansó en sus críticas a la debilidad de los ataques israelíes a las fuerzas de Hamas, cosa que ni siquiera la mayoría de los partidos de oposición se atrevieron a hacer.

El partido de Bibi contra Bibi
La repentina caída del Gobierno transforma al partido gobernante, Likud, en un verdadero campo de batalla por obtener un buen lugar en las elecciones internas, para conformar la lista de representantes al Parlamento. El Likud ha experimentado radicales cambios en su estructura interna en los últimos años. De ser un partido ultraliberal y nacionalista ha pasado a ser un partido en que las tendencias colonialistas y religiosas son mayoría. Esto ha alejado a líderes betaristas como Dan Meridor, Beni Beguín, Ehud Olmert, Michael Eitán y el actual presidente Riblín
El único líder de esta vieja tendencia es el propio Netanyahu. Y es a él adonde todas las flechas apuntan si es que se quiere trepar en la lista a la Knesset. Dani Danón, ex Subsecretario de Defensa y actual presidente de la junta electoral del Likud, ha declarado una guerra abierta contra Netanyahu. Con él se encuentran, quien más y quien menos, la mayoría de los parlamentarios del partido gobernante.
En este sentido, Bibi logró sacar del partido a todos los posibles competidores internos. Con ello ha logrado asegurar su hegemonía en el Likud, pero abrió nuevos flancos externos, como el de los muy populares exministros de Comunicación Kajlon y de Interior Guidón Saar, ambas figuras identificadas plenamente con el partido Likud.

Bibi contra Bibi
El abandono que sufre Netanyahu de su propia coalición, y de su propio partido, sólo es comparable con el abandono que él se ha hecho a sí mismo. La paranoia constante en que Bibi se encuentra hizo olvidar de sus propios principios neoliberales en lo económico, nacionalistas en lo político, y tradicionalistas en lo cultural.
El miedo a la traición, o síndrome Stalin, es el único motor que mueve hoy en día a Netanyahu. Esto lo ha llevado a descabezar a sus más fieles aliados y hoy a descabezar su propio gobierno.
El abandono de Bibi es tan grande que en la conferencia de prensa en la que anunció el fin de su gobierno, no paró de acusar a su propio gobierno de sus propias falencias. Netanyahu se ha transformado en su propio y más acérrimo opositor.

Meretz contra Bibi
Meretz es el único partido sionista que ha declarado (y actuado) en forma constante que no participará en ningún gobierno dominado por Netanyahu. No sólo por su personalidad arrogante e insegura a la vez, no sólo por su forma paranoica de gobernar, no sólo por sus aliados pirómanos y fanáticos, sino porque sus políticas han llevado a Israel a un estancamiento profundo en lo político, a un deterioro en la seguridad nacional, a un descalabro en materia de relaciones internacionales y a la ruina en cuanto a justicia social.
Todos están contra Bibi, pero todos (excepto Meretz) son lo suficientemente oportunistas para formar alianzas con él. Lo inverosímil se transforma a diario en realidad, y lo cómico es una constante tragedia.

* El autor es sociólogo, y miembro del Kibutz Kfar Glickson.