Por un Shabat para todos

Una crítica constructiva al Shabbos project

En tanto iniciativa que fomenta la cultura y la herencia judías, la propuesta del Shabat mundial es un proyecto loable. Pero esta celebración tiene que ser realmente para todos, no bajo una sola forma de judaísmo homogénea y absoluta como la que proponen desde The Shabbos project. “Los judíos somos distintos y diversos, buscamos la unidad entre todos dentro de las diferencias y la pluralidad de ideas, corrientes, concepciones y tradiciones. Lo importante es festejar y celebrar este día especial y no hacerlo sólo de una forma determinada”, sostiene el autor.

Por Andy Faur

En la cultura judía, el Shabat representa simbólicamente la finalización de la Creación del Mundo, el mismo instante sagrado en el que el planeta empieza a tener vida propia y regirse por las propias leyes de la Naturaleza. Como aporte original de la cultura judía a la universal, es el día que invita a la plena armonía entre los seres humanos y entre los humanos y su medio ambiente.
Es un tiempo especial y distinto, un momento para la elevación espiritual y moral de las personas. Un día (el judaísmo trajo al mundo el concepto de semana de siete días), en el que nos detenemos del trajín diario y la rutina de trabajo.
Un momento que cada cual lo celebra a su manera. Desde compartir una cena sabática en familia o con amigos hasta asistir a algún espectáculo cultural. Actividades de esparcimiento, pasear, descansar, disfrutar de la naturaleza o ver películas y leer un libro, pueden aportar también al enriquecimiento judío y humano.

The Shabbos project es un proyecto que nació en Sudáfrica y cuyo objetivo es que todos los judíos del mundo festejen Shabat simultáneamente. Esto ocurrió el 23, 24 y 25 de Octubre pasados.
Cuando escuché del proyecto que proponía que todos los judíos del mundo hagan un Shabat juntos, me pareció una iniciativa sumamente interesante y positiva: que todos los judíos se acerquen a su herencia histórica y cultural juntos, en familia, en comunidad y festejen Shabat, es algo digno de participar y difundir.
Pero cuando me puse a averiguar un poco más sobre la iniciativa, comenzaron a aparecer los «peros»…
1- El primero fue el mismo nombre del proyecto – «Shabbos Project».
Shabbos o Shabes significa Shabat en idish, el antiguo idioma hablado por los judíos de Europa oriental hasta la Segunda Guerra Mundial y que hoy, lamentablemente, está prácticamente extinguido. La excepción a esta situación está dada entre grupos ultraortodoxos radicales y antisionistas. Ellos lo siguen utilizando en forma corriente para no hablar en el renovado hebreo, idioma oficial del Estado de  Israel, por ser una «lengua sagrada» reservada para la lectura de la Torá y el rezo, y porque su uso cotidiano implica profanarlo.
Fuera de eso, una gran parte de los judíos del mundo son de origen sefaradí/oriental, lo que implica que el idish no forma parte de su herencia cultural y tradiciones judías, y por ende no festejan «Shabbos».
Entonces, si la idea es hacer un Shabat para todos, llamémoslo por su nombre bíblico e histórico: Shabat, a menos que la intención (¿ingenua?) del proyecto sea que los judíos vuelvan a hablar idish (no quiero pensar que por los mismos motivos que la ultraortodoxia antisionista) y no hebreo, idioma oficial de Israel y lingua franca entre todos los judíos del planeta.

2- El segundo cuestionamiento es ya una cuestión más delicada y conceptual, y para ello cito el segundo punto del manifiesto del proyecto (publicado en el sitio del mismo):
«La observaremos en su totalidad, con todos sus detalles y esplendor halájicos, como se lo ha observado a lo largo de la historia».
Aquí la idea empezó a gustarme menos. El proyecto se presenta «ingenuamente» diciendo que todos vamos a festejar Shabat sin distinción de afiliación, corriente o movimiento al que pertenezcamos, pero lo vamos a realizar… halájicamente, como si la Halajá fuera algo que une y engloba a todos los judíos del mundo. Más bien diría lo contrario. El proyecto ya de entrada plantea una distinción y una parcialidad, porque propone hacerlo de una manera determinada y estricta, desconociendo e ignorando otras.

3-  ¡Las mujeres a la cocina!
Una de las actividades más populares del proyecto, fue sin duda la Hafrashat Jalá, la preparación de la Jalá, el pan especial con que se recibe y celebra el Shabat. Realmente una actividad entretenida y diferente.
Pero, ¿quiénes fueron invitados a preparar la jalá? ¿Todos? No. Mujeres, jovencitas y niñas judías, tal como es tradicional hacerlo en las comunidades ortodoxas, las que no se destacan por sus aspiraciones de feminismo e igualdad de género, donde el lugar «especial» de la mujer está restringido a la casa y a la cocina.
¿Por qué no podían participar de tan significativa y judaica actividad padres e hijas, o madres e hijos, e incluso padres e hijos? ¿Acaso la cocina no es una tarea digna para el género masculino? ¿O el modelo al que aspira educar y enseñar el proyecto es aquel en el que el lugar «natural» de las mujeres judías es la casa y la cocina? ¿Se trata acaso de otra propuesta ingenua?

4- Cabe mencionar que en algunos lugares del planeta se realizaron “Shabat para hombres» y “Shabat para mujeres». Es así como se logra la unión de la familia, de la comunidad, del pueblo?

Me parece pertinente aclarar a los que tuvieron esta loable iniciativa, algunos puntos que quizá no tomaron en cuenta para que el proyecto llegue realmente a la mayor cantidad de judíos posible.
La Halajá, léase el desarrollo histórico de las leyes religiosas judías, no es algo inmutable y a-histórico. La misma, tuvo un proceso de desarrollo a través de las generaciones y se consolidó en la Edad Media como parámetro de comportamiento normativo judío, en una época en donde todas las culturas del mundo occidental eran «religiosas».
Incluso en su momento, la «Halajá» establecida no fue una normativa aceptada universalmente ni compartida por todas las comunidades, y cada quien tomaba aquello con lo que se identificaba o concordaba.
Y aun así, la mayor parte del pueblo judío disperso en la Diáspora desconocía absolutamente lo escrito en las distintas «halajot» rabínicas y se comportaba de manera tradicional, de acuerdo a los dictados de sus líderes religiosos, tradiciones familiares o comunidades en donde estos vivían. Algo parecido a lo que ocurre hasta el día de hoy.
Y si nos ponemos estrictos en Halajá, entonces, ¿por qué no ponernos estrictos en Torá también, y lapidar a todos aquellos que no cumplen con las leyes del Shabat establecidas en la misma?

A modo de conclusión
El lema del proyecto antedicho es Keeping it Together (mantener la unión). Estamos de acuerdo en que hay que mantener la Unión (Ajdut en hebreo) en el pueblo judío, pero no a través de la imposición y de borrar las diferencias sino al contrario, reconociendo, respetando y aceptando la pluralidad de ideas y concepciones dentro de nuestra milenaria cultura.
Desde hace más de 200 años, con la aparición del Iluminismo, la Modernidad y la Emancipación, la mayoría absoluta de los judíos del mundo y de Israel no rigen su vida por los preceptos de la Halajá.
Los judíos somos distintos y diversos, buscamos la unidad entre todos dentro de las diferencias y la pluralidad de ideas, corrientes, concepciones y tradiciones. No buscamos la Uniformidad (Ajidut en hebreo) bajo una sola forma de judaísmo homogénea y absoluta, como ingenuamente se nos pretende imponer.
Estoy a favor de este tipo de iniciativas en donde se fomenta y difunde la cultura y la herencia judías; por eso, el Shabat mundial me parece una loable iniciativa. Sólo que este Shabat tiene que ser realmente para todos. Que cada uno que lo festeje lo haga de acuerdo a sus valores y creencias judías, en su comunidad, en su familia o con amigos. Quienes se identifiquen, que lo celebren halájicamente, pero los que no -la mayoría de los judíos-, que se los convoque a festejar en forma cultural, nacional, tradicional o como lo sientan. Lo importante es festejar y celebrar este día especial y no hacerlo sólo de una forma determinada.

Sería muy positivo ver un valor significativo en la pluralidad judía y proponer actividades o eventos que llamen al público amplio a participar, cada uno desde su particularidad y forma de vida, que enriquecen y dinamizan el judaísmo continuamente. Propongo entonces que la próxima no se festeje un Shabat «con todos», sino un «Shabat para todos», que quizá tenga todavía más éxito.
¡Shabat shalom!

* El autor es rabino laico, educador y sociólogo.