Debate en Tzavta

El derecho del padre a que su hijo sea judío

El Dr. Efraim Zadoff brindó la charla “Acerca de la pertenencia al judaísmo, Por el derecho del padre a que su hijo sea judío”, en donde el rabino humanista planteó el debate en torno a la discriminación a los varones judíos como transmisores legítimos de la pertenencia al pueblo judío a sus hijos propia de la legislación rabínica, pese a que no tiene origen en las leyes de la Biblia y tampoco es compartida por el movimiento sionista.

“Desde la formación de la Organización Sionista a fines del siglo XIX, toda persona que se identificaba como judío era aceptada a sus filas. La Ley de Retorno imperante en el Estado de Israel acepta como judío a toda persona que tienen por lo menos uno de sus padres es judío, ya sea la madre o el padre”, destacó Zadoff.
En relación al origen histórico de la discriminación a la vía paterna como raíz de la transmisión de pertenencia al judaísmo, Zadoff explicó que de acuerdo a la tradición aceptada en las leyes de la Biblia, la pertenencia al pueblo de Israel se transmitía por vía paterna, pero luego de la mano de los sabios de la Mishná y posteriormente los del Talmud se impuso la tradición vía materna.
Por el contrario, la transmisión de la pertenencia al pueblo de Israel por vía paterna no es algo nuevo. “En la Torá se pueden hallar un sinnúmero de casos que presentan que patriarcas y líderes nacionales son hijos o descendientes por vía materna de mujeres extranjeras. Uno de los primeros casos se da en Bereshit Génesis, 41:45. Menashé y Efraim son hijos de Iosef, a su vez hijo de Iaacov (Jacobo nieto de Abraham) y de Osnat, hija de Poti Fara, sacerdote de On en Egipto. El redactor de Bereshit no encontró ningún inconveniente en el hecho que Osnat no era israelita y narra que Iaacov bendijo a Menashé y Efraim aún antes de hacerlo con sus propios hijos. Finalmente, los descendientes de Efraim se convirtieron en una tribu central del pueblo y en el componente primordial del Reino Septentrional de Israel”, explicó.
“Siglos más tarde –detalló Zadoff-, cuando el cambio a la vía materna impuesta por Jazal estaba ya arraigada en la tradición judía, escritos en el Midrash de Ialkut Shimoni (probablemente del siglo XIII e.c.) ven dificultad en el hecho que Osnat era egipcia y explican que era la hija de Dina, hija de Iaacov, o que realizó una conversión. En realidad pretenden solucionar de este modo la contradicción existente entre los escritos de la Biblia y la ley rabínica”, subrayó. Y agregó que una situación similar es la conocida genealogía del rey David, en la que para todos los comentaristas está claro que su bisabuela es Rut la moabita.

“El cambio en el Talmud a favor de la transmisión del judaísmo por línea materna es terminante. Sin embargo, en diversos lugares de la narrativa talmúdica perduraron tradiciones que relatan discusiones en las que algunos sabios sostienen que el judaísmo se transmite por vía paterna, aunque su posición no es aceptada como ley. Asimismo, es de destacar que la tradición bíblica que mantiene la línea paterna se mantiene hasta hoy en algunas comunidades judías, como ser los karaítas, los oriundos de Etiopía y algunos sectores de los oriundos del Yemen”, afirmó el rabino humanista en otro tramo de su exposición.
No obstante, destacó también que en nuestros días esta ley rabínica es insostenible frente a un análisis racional del tema. “Desde una perspectiva objetiva de la naturaleza de la identidad judía o del compromiso para con el pueblo judío, no hay diferencia entre una persona que es hija de madre judía o de padre judío. El elemento determinante respecto a la relación con el pueblo judío es la decisión de los padres sobre el modo en que educarán a sus hijos y cómo ellos se auto consideran”, explicó.

Luego, Zadoff contrastó la mirada razonable de los judíos no religiosos en el mundo, incluyendo al movimiento sionista laico y los reformistas en Estados Unidos, que aceptan como judío legítimo tanto al hijo de mujer judía como al hijo de varón judío, con la de las otras corrientes que pretenden que una persona que “sólo” tiene a su padre judío pasar por una conversión más “liviana” (guiur lekula) en comparación a la que debe hacer un no judío que quiere incorporarse al pueblo. “Esta exigencia agravia a personas que se consideran a sí mismos como judíos, crecieron y fueron educados como judíos y se identifican totalmente con el pueblo judío. Asimismo, es una afrenta a la tradición cultural nacional judía”, afirmó.
La imperiosa necesidad de realizar este cambio es muy relevante en la diáspora y urgente en Israel, donde al no existir un registro civil los casamientos y divorcios deben ser registrados por la autoridad religiosa oficial, a pesar que la mayoría de las personas no son religiosas. “Esta actitud se destaca especialmente como absurda ante la realidad que estos cientos de miles de ciudadanos israelíes se sienten judíos, están insertados en todos los ámbitos de la vida israelí incluyendo el servicio militar y mantienen una vida judía similar a la de los israelíes judíos no religiosos”.

Hacia el final de su ponencia, Zadoff destacó que la misión del movimiento sionista y de los líderes espirituales, culturales y nacionales del pueblo judío debe ser la de unir y no disgregar, para lo cual reclamó terminar con los intentos de crear uniformidad y optar por una actitud que aspire unir, acercar y estrechar filas.