Conflicto con Hamas en Gaza

Cambiando los paradigmas

Dos características bien marcadas de la Modernidad moldean la sociedad Occidental: la construcción de verdades absolutas y, como consecuencia, la radicalización social que impregna todos los espacios socio-culturales; una particularidad que se convierte rápidamente en un círculo vicioso.
Por Diego Lerner *

El actual nuevo conflicto entre israelíes y gazatíes disparó el rating en foros sociales y medios de comunicación. La centralidad del debate está dada, siempre, por llenar de argumentos el espacio para ver quién tiene y dispone de la razón, para justificar su accionar o desjustificar el del adversario; uno defiende, otro ataca. Uno llegó primero a la tierra (Palestina/Israel); otro, después. Revolución de un lado, genocidio del otro; y así sucesivamente. Todo palabrerío barato. No hay interés sincero, por la paz. Por humanizar y coexistir con la “otredad”.
La radicalización de la sociedad es un hecho que se debe, entre otras cosas, a una falta de espacio crítico producto de una educación, a escala global, funcional a la irreflexión del mundo.
La lucha armada lleva a radicalizar nuestras opiniones, hasta el extremo, más aún si lo que vemos y escuchamos es producido con dichos fines. Los medios de comunicación parecen ser funcionales a este conflicto desde la producción audiovisual y desde la imposición del tema de debate: cómo se vive en momentos de guerra, la cuantificación de la cantidad de muertes, etc. Puro amarillismo. Desinformación y análisis superfluos sin entrar en la profundidad de una crisis más aguda que parece ser sistémica: pedagógica y política.
Nos exponen a escuchar a civiles, funcionarios y gobernadores que, de un lado u otro, se regodean con el conflicto o que simplemente abogan un discurso que lejos está de la práctica. El diálogo, la conversación pura en términos de Martin Buber, fueron dejados de lado hace rato y prevalece la violencia dialógica: discusión y la imposición de ideas que, son funcionales a la cultura que nos rodea.
La guerra existió, existe y seguirá existiendo siempre y cuando pensemos el mundo, y su futuro, desde un lado económico, individualista, egoísta y capitalista, alejado de la construcción crítica y reflexiva sobre lo que nos rodea.
El conflicto armado en Medio Oriente entre Israel y Palestina, parece ser uno más de los tantos que se presentan en el mundo entero (Sudán del sur, guerra civil en el este de Ucrania, ofensiva en el norte de Irak, conflicto en la República Centroafricana, etc.). Pero éstos no son motivo comunicacional debido a intereses de las grandes cadenas corporativas.

Neve Shalom – Wahat al-Salam (en hebreo y árabe, respectivamente, Oasis de la paz) es una comunidad binacional, situada entre Tel Aviv y Jerusalén, creada por ciudadanos judíos y palestinos. Allí, desde la práctica, la educación y la cotidianeidad, se respira paz y armonía. La otredad cumple un rol de aceptación y cercanía; no de enemistad.
Han logrado entender que la única solución al conflicto es vivir con el diferente y no matarlo. La pedagogía del diálogo, sin imposición de ideas; sin imponer cuál es la verdad, el bien y la razón.
El ejemplo de este espacio radica en la construcción que realizan de un nuevo mundo para la zona. Desde el amor y no desde el odio.
Repasar la propuesta de esta aldea, una vez más, creyendo que la educación es el medio para construir paradigmas nuevos que nos lleven a transformar la sociedad, nos invita a pensar que la paz es posible. Para alcanzarlo debemos desintoxicarnos de la brutalidad de las redes sociales y los medios de comunicación.

* Pehil de Habonim Dror y estudiante de Ciencias Políticas.