Conflicto con Hamas en Gaza

La gran herida israelí y palestina

Compartimos la columna de una argentina que desarrolla proyectos conjuntos para jóvenes israelíes y palestinos, donde analiza desde una lúcida mirada la reciente escalada de violencia en Gaza y el impacto negativo que la misma generó en los sectores de ambos pueblos habitualmente proclives a entender el conflicto en términos progresistas, pero que en un contexto de tensión radicalizan drásticamente su postura.
Por Miriam Christen *

Hace tiempo que quiero escribir este artículo, y con el pasar de los días y el avance (o retroceso) de la guerra, varios acontecimientos provocaron en mí la necesidad de expresarme. Pero uno de ellos inunda mi cabeza con mucha más frecuencia que los demás. El problema más urgente para nuestra sociedad es la herida social e individual que surge por la operación Margen de Protección, y como nosotros podemos manejarla.
Durante los últimos cuatro años tuve la oportunidad de dirigir un proyecto de diálogo y post trauma (individual y colectivo) para jóvenes israelíes y palestinos. Durante el proyecto se forman dos grupos, uno israelí y otro palestino. Los dos pasan por un proceso de preparación para un encuentro largo e intensivo con el otro grupo, en un seminario de dos semanas que que se realiza en Alemania. Este proyecto resultó, para mí y muchos más, en muchas amistades sin barreras y a su vez comprender la verdadera complejidad de este conflicto fuera de la historia y la política de la realidad que cada uno vive y de las heridas colectivas y personales que él deja. Pero los más significativo que me aportó tal proyecto fue la capacidad de personalizar al “otro lado”: cuando pienso en “los palestinos” consigo ver a Hani, a Nancy, a Mohanad y a Moayad sin pretender que ellos representan a todo el pueblo palestino. Por participar en este proyecto ya fui tildada de “loca de izquierda, hipster de Tel Aviv que mantiene sexo con palestinos”, pero la verdad es que vivo en Israel hace más de 12 años por elección propia, de los cuales cuatro y medio serví en el ejército de Israel, y que pasé una buena parte de estos últimos 12 años en la ciudad de Beer Sheva, por lo que he vivido en carne propia varios periodos de tensión, mucho antes de que el Hamas comenzará a lanzar misiles contra Tel Aviv.

En las últimas semanas, desde el secuestro de lo tres adolescentes israelíes, seguido por la invasión del ejército israelí en Cisjordania, participó de otra guerra, fuera de la que podemos ver en las noticias: la guerra por un discurso justo y moral en las sociedades israelí y palestina. Hay gente extremista que no tiene ningún problema en publicar cosas completamente racistas sobre palestinos, israelíes, gente de izquierda o de derecha, en fin, sobre cualquiera que piense distinto. Pero no es sobre este tipo de gente que quiero hablar, pues para mi, el hecho de enfocarnos siempre en los radicales hace que no lidiemos con las personas que no lo son, pero que en cada uno de estos episodios del conflicto, modifican su discurso, tornándolo menos moral, menos justo, y menos democrático. Este es, para mi, el mayor problema.

Me refiero a personas que todos los días del año están a favor de los derechos humanos y civiles, hasta que caen misiles en Tel Aviv. Entonces, la matanza de civiles en Gaza (NO COMO OBJETIVO, sino como consecuencia de la situación) pasa a ser legítima y hasta necesaria. Me refiero a personas que afirman en estas crisis que, lamentablemente, mientras exista la ocupación israelí, tirar misiles o hacer atentados terroristas va seguir siendo una forma legítima de luchar por la liberación de Palestina. Me refiero a personas normales, inteligentes y hasta intelectuales, que en estos momentos son capaces de publicar fotos de Bibi Netanyahu o de Khaled Mashal vestidos de nazis, como yo misma ya lo vi. Me refiero a personas con las cuales convivo diariamente, que me agradan y que con certeza no son extremistas (ni de derecha, ni de izquierda, ni israelíes ni palestino) que en días de guerra, abandonan sus valores, los principios en los que creen, su humanismo y comienzan a comportarse como si fuesen los portavoces de algunos de los bandos de este guerra, y de hecho ninguno de ellos lo es.  Lamentablemente, este es un fenómeno que existe en la sociedad israelí y la palestina, y el cual yo conozco muy bien, ya que proviene de un “conflicto interno” que yo también he sentido y siento.
Estos episodios nos hacen sentir una gran disonancia cognitiva. Cuando uno siente miedo y tiene que huir a un refugio anti explosivos, es muy difícil no angustiarse, y no sentir rabia por quien es responsable de que uno esté en peligro. La pregunta es: cómo esto nos afecta después, y cómo nos repercute cuando estamos conversando con amigos o familiares sobre la situación y sobre lo que nosotros esperamos de la misma? Es en este momento en el cual pienso que nosotros, como personas con una conciencia bien desarrollada, podemos mantener este diálogo interno entre nuestro instinto y nuestra conciencia; el instinto nos manda decir y tener la opinión de que hay que ser duros con ellos, que nos tenemos que proteger a cualquier precio, pero nuestra conciencia nos recuerda de las formas de comportarnos como país y como seres humanos, que creemos correctas el resto de los días del año, en los cuales el conflicto no nos amenaza tanto. Este conflicto interno, por el cual cada uno de nosotros pasa en una situación de estas, tiene sus bases en la “guerras existencial” de Hobbes, en la cual todos tenemos derecho a todo, y por eso cualquier actitud del otro, puede parecernos un intento de imponerse a nosotros, situación por la cual, según Hobbes, uno tiene legitimidad de hacer TODO para protegerse. Solo, que la vida real no es la guerra existencial de Hobbes, en la vida real tenemos Estados, sociedades civiles activas y de hecho somos, al contrario del humano definido por Hobbes, seres con una conciencia bastante desarrollada. Es nuestra decisión dejar que la conciencia le gane al instinto en esta guerra interna de cada uno.

En el aspecto social, y al respecto de cómo las personas se sienten, deberíamos por los menos evaluar racionalmente que muchas veces podemos adoptar posturas y opiniones por este mismo “estado natural” Hobbesiano y la sensación de inseguridad, y esforzarnos en como lograr mantener las posturas que tenemos cuando no nos sentimos amenazados. Ya que de hecho no vi a ninguna de las personas a las cuales me referí (las no extremistas), expresándose de forma inmoral, injusta o inhumana en épocas en las cuales el conflicto no se expresa en actos de violencia.

Esta situación, en la cual las personas equilibradas, justas y morales dejan de actuar de tal forma debido a un episodio (más) dentro del contexto del conflicto palestino-israelí, es una verdadera amenaza para nuestras sociedades, y es exactamente lo que nos distancia de una posible futura solución, no solo política, sino social de este conflicto. Como civiles en nuestras sociedades, tenemos la obligación de evitar su decadencia en relación a lo moral, la justicia y el humanismo.

Propongo que seamos fieles a nuestros valores, no dejemos de recordar que este conflicto envuelve a personas principalmente, envuelve a nuestros amigos que son reservistas de ejércitos, que son heridos y algunos mueren, pero  también envuelve a Hani, a Nancy, a Mohanad, Moayad y sus respectivas familias. No nos permitamos pensar que el conflicto trata solo con las entidades políticas, las fuerzas de defensa o las fuerzas de ataque. Desafíen sus memorias a recordar que nuestras heridas, miedos, sensaciones y pérdidas son las mismas que las de las personas que están del otro lado, no tienen ni más ni menos valor. Provoquen esta reflexión en las personas que pierden la razón por miedo u odio. Lo que importa al final no es la cantidad de muertos, sino la persona que cada uno de ellos era. 
Vamos a reevaluar si nuestras actitudes y opiniones sobre las posibles formas de acabar con este triste episodio (que ya lleva cerca de 1300 muertos) están basadas en los valores que sustentamos durante los 365 días del año, con o sin guerra. Y cuestionémonos si las ideas que expresamos por ahí en este momento, realmente aportaran de alguna forma a la resolución final de este conflicto en su aspecto social y todos los demás.

Fuente Conexão Israel
* La autora es argentina, formada en Políticas y Gobierno y Medio Oriente por la Universidad Ben-Gurion. Tiene según título en Políticas Públicas por la Universidad de Tel-Aviv.