Conflicto con Hamas en Gaza

‘Ser patriota israelí hoy es luchar contra la ocupación’

Como médico en la reserva del Ejército de Israel, el profesor argentino-israelí Daniel Filc recibió una condecoración militar, lo que hizo más significativo que en 2002 se negara a servir en territorio palestino ocupado. El siguiente análisis, especial para Nueva Sión, en donde entre otras cosas Filc denuncia la gran asimetría del actual enfrentamiento con Hamas y plantea la postura progresista de Meretz para poner fin al conflicto con los palestinos, es el de un auténtico patriota israelí que no calla cuando los tanques disparan.
Por Shlomo Slutzky y Daniel Filc

A principios de los ’80, Daniel Filc emigró de Argentina a Israel movido por el ideal sionista socialista, para participar en la lucha por la revolución en el mundo, haciéndolo desde Israel, reconociendo la necesidad de una solución nacional y territorial para el pueblo judío después del Holocausto, en un Estado que viva en paz y cooperación con sus vecinos árabes.
Como médico militar en la reserva, Filc recibió una condecoración del Jefe de las FFAA israelíes, lo que hizo aún más significativo que en el año 2002 se negara a servir militarmente en territorio palestino ocupado, por lo que fue condenado a un período en la cárcel militar. Desde entonces, sirvió como Presidente de la ONG Médicos por los DDHH y miembro de la dirección del Partido de izquierda Meretz, y fue también uno de los asesores del movimiento de protesta social que se desatara en julio del 2011.
El jueves 17 de julio, en el decimoprimer día de la actual vuelta de sangrienta violencia israelo-palestina, nos encontramos en un evento de la ONG israelí Rompiendo el silencio, mientras esperábamos junto a decenas de israelíes para hacer públicamente lo que se convirtió en la forma de activismo de esta organización: leer testimonios de ex soldados que sirvieron en los territorios palestinos ocupados. Testimoniar y repetir testimonios para que mañana ningún israelí diga que no sabía cuál es el costo moral de la ocupación para los propios israelíes.
Hablamos sobre la dificultad de explicar nuestra situación al público latinoamericano y especialmente a su izquierda.
El siguiente análisis de Dani Filc, especial para Nueva Sión, es el de un patriota israelí. Uno de aquellos que no callan cuando los tanques disparan, sino que hablan con valentía. Del mismo modo que en sus tiempos de médico de urgencias, Filc habla para detener el mutuo derramamiento de sangre. Sin dudas, Filc es uno de esos patriotas que desde la ultraderecha israelí, dentro y fuera del gobierno, tanto quisieran aplacar.

Ser patriota israelí hoy es luchar contra la ocupación, por Daniel Filc
Las imágenes de violencia que caracterizan la región en las últimas semanas, con ataques premeditados de Hamas contra la población civil israelí e imágenes de destrucción en la Franja de Gaza, donde el 70% de los muertos son mujeres, niños y ciudadanos inermes, no deben confundirnos en el análisis más global.
Dicho análisis más global nos aclara que la casi totalidad de la coalición de centro, derecha y ultraderecha que gobierna hoy en día Israel, liderada por Benjamín Netanyahu, se opone terminantemente a poner fin a la ocupación de los territorios palestinos, a desmantelar los asentamientos construidos a lo largo de casi cincuenta años de ocupación, y al establecimiento de un Estado palestino independiente en las fronteras de junio de 1967. Su sueño es el de la «Gran Israel».
Al mismo tiempo, la organización fundamentalista islámica Hamas, que gobierna hoy en la Franja de Gaza, tiene como una de las metas centrales la destrucción de Israel, y su reemplazo por un Estado islámico. Su sueño es el de la Gran Palestina.
La negación del derecho del otro a la autodeterminación nacional juega un papel básico en ambas visiones. La negación del derecho del otro explica la dificultad de llegar a un acuerdo de cese de fuego y también ayuda a entender la violencia del enfrentamiento: el bombardeo premeditado de blancos civiles por parte de Hamas, y la destrucción de barrios enteros de Gaza por parte de Israel.
Pero el contexto del enfrentamiento no es simétrico. No es simétrico no sólo por la diferencia de poder militar entre Israel y Hamas, sino –por sobre todo– porque Israel es un país independiente, mientras que la franja de Gaza no lo es. Porque el contexto del conflicto es la ocupación de los territorios palestinos y el crecimiento de los asentamientos judíos en Cisjordania, proyecto que está por cumplir cincuenta años, y cuya consecuencia es que el pueblo palestino es privado de su derecho a la independencia.
Cuando Ariel Sharón ordenó la retirada de la Franja de Gaza en agosto del 2005, desmantelando todo lo que ahí se había construido, fueron muchos los israelíes que creyeron –falsamente- que eso implicaba el fin de la ocupación de Gaza. Esta presunción se basa en ignorar que la Franja de Gaza está sometida a un bloqueo que dura casi diez años; en un primer momento, a raíz del secuestro de un soldado israelí, y en los últimos años, porque sí, y porque Gaza no es una entidad independiente.
Gaza está profundamente ligada a la Cisjordania. Toda vez que esta última sigue sometida a la ocupación Israelí, Gaza no es independiente. Los principales partidos de la actual coalición de gobierno israelí –el Likud del primer ministro Netanyahu, «Israel nuestra patria» del canciller Lieberman, y «Hogar judío» del ministro de Industria y Economía Benet– no reconocen el derecho del pueblo palestino a un Estado ni están dispuestos a desmantelar los asentamientos, requisito indispensable para que dicho Estado sea posible. Estos tres partidos, que combinan nacionalismo militante y neoliberalismo radical, han hecho lo posible por sabotear las conversaciones de paz con el premier palestino Mahmoud Abbas.
Paralelamente, estos tres partidos de derecha crearon desde el gobierno y desde el parlamento, un clima de maccartismo racista, en el cual quien se opone a soluciones militaristas es considerado un traidor, un clima en el que una actriz cómica ha sido despedida de su trabajo como presentadora de una empresa de navegación por haberse definido contraria a la guerra, un clima en el que el Canciller Lieberman llama a boicotear negocios de árabes palestinos que cerraron sus puertas en protesta por las operaciones en Gaza y llama a deportar a quienes se oponen a las acciones de las FFAA en Gaza.
Claramente, el contexto del conflicto es el de la ocupación israelí, y es este contexto el que marca los lineamientos de una postura progresista, que debe que estar basada en el reconocimiento del derecho igualitario de los pueblos a la autodeterminación nacional y el respeto por los derechos humanos.
Lamentablemente no es esta la postura de ciertos sectores de la izquierda latinoamericana, que llevados por la justa crítica contra la ocupación Israelí en Cisjordania adoptan posturas que son el reflejo especular de la derecha Israelí: niegan el derecho a la existencia de Israel por considerarlo un estado imperialista, y niegan el derecho del pueblo judío a la autodeterminación nacional (internalizado, a sabiendas o no, la limitada definición de nación establecida por Stalin muchos años atrás, para quien Nación es solamente el grupo que posee territorio e idioma en común). Esa postura discriminatoria sólo fortalece a la derecha israelí, porque le permite descartar toda oposición a su postura nacionalista como injusta y antisemita.
Por el contrario, la postura progresista –y esta es la postura de la izquierda Israelí– implica, desde el primer momento de esta vuelta de violencia, el llamado a un inmediato cese de fuego, el levantamiento del sitio sobre la Franja de Gaza, la retirada de Israel de Cisjordania, el establecimiento de un Estado Palestino en las fronteras de junio de 1967, un acuerdo consensuado del problema de los refugiados palestinos, el reconocimiento por parte de la dirigencia palestina del derecho de Israel a la existencia y el fin del conflicto armado.
En Israel se libra una batalla interna entre quienes desean solucionar el conflicto con los palestinos y quienes quieren y creen que es posible administrarlo sin solucionarlo. Quienes luchamos por la paz en Israel y en contra de la prolongada ocupación de los territorios palestinos, necesitamos socios en el mundo para derrotar a la derecha, socios en la lucha por el derecho a una paz justa y el reconocimiento al derecho de autodeterminación nacional de todos los pueblos.