Personería jurídica al partido nazi de Biondini

‘Lijando’ la democracia o incubando el huevo de la serpiente

Ante el alarmante silencio de la mayor parte del espectro político argentino, con excepción de una fuerte queja de la DAIA, el juez Ariel Lijo otorgó personería electoral al partido de Alejandro Biondini, un declarado reivindicador de Hitler. Frente a esta preocupante situación, el autor de esta columna interpela acerca del sentido de dar personería a un partido liderado por un personaje que dio sobradas y reiteradas pruebas de tener ideología nazi.
Por Lic. Patricio A. Brodsky *, exclusivo para Nueva Sión

Mientras tomaba estado público la mediática decisión del juez Ariel Lijo de llamar a indagatoria al Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, al mismo tiempo se producían otros dos fallos del mismo juez que podríamos definir, como mínimo, cuestionables.
El primero de ellos fue la decisión de sobreseer a Carlos Corach, ex-Ministro del Interior durante la gestión de Carlos Menem, en la causa por el soborno pagado por el ex-Juez Galeano con dinero de la SIDE –organismo que dependía del Ministerio del Interior- a Carlos Telleldín para desviar la investigación del atentado contra la sede de la AMIA.
El segundo, y tal vez más grave, fue haber tomado la decisión de otorgar personería electoral al Partido Bandera Vecinal y de permitir que el nazi Alejandro Biondini sea candidato a Jefe de Gobierno por ese partido. Por Resolución Nº 37/14, el Juzgado Federal con competencia Electoral de la Capital Federal les ha otorgado la personería jurídico-político, la resolución fue firmada por el propio Juez Lijo como Juez subrogante (suplente) de la Jueza María Romilda Servini de Cubría.
Luego de que la personería electoral fuese rechazada en reiteradas oportunidades por la Jueza Servini de Cubría y, aprovechando que la misma estaba fuera del país, el citado juez Lijo dio entidad legal a un partido cuyo máximo referente ha dicho, en reiteradas oportunidades, que reivindica la figura de Adolfo Hitler, cuya iconografía partidaria se asemeja a la del partido nazi (y sólo se asemeja porque se le prohibió utilizar la cruz esvástica) e incluso saluda con el brazo extendido a la usanza fascista. Además, Biondini es conocido por sus declaraciones de corte xenófobo y racista (como, por ejemplo, ante las declaraciones de Macri respecto a la inmigración y la represión en el Parque Indoamericano, la carta agraviante que enviara a la Sra. Embajadora del Estado Plurinacional de Bolivia).
Llama la atención la falta de respuesta de diferentes instituciones de la vida política nacional, la única institución que salió a repudiar el reconocimiento definitivo a Biondini y su partido fue la DAIA. Es verdad que ya en 2013 Biondini se había presentado como candidato a Primer Legislador en la lista del mismo partido, el tema es que ahora la personería es definitiva.
La historia muestra la vocación hegemónica de los partidos fascistas, los mismos se consolidaron en el poder mediante la exclusión y persecución de los demás partidos, tarde o temprano se erigieron en dictaduras unipartidarias, por eso sorprende la falta de reacción por parte de todo el arco democrático.
La respuesta de Biondini a la protesta de la DAIA fue: «La actitud de la dirigencia de la DAIA de querer ir contra una resolución judicial que otorga personería definitiva a un partido que forma parte de la vida democrática es antidemocrática e intolerante».
Entiendo que es exactamente al revés. Robert Jackson, fiscal norteamericano en los juicios de Nüremberg afirmó: La democracia no es un pacto suicida.
¿Acaso puede considerarse antidemocrático el hecho de proscribir a un partido que, de llegar al poder, anularía a todos los demás partidos y perseguiría a los “diferentes”? ¿Permitiríamos la presencia de un partido que reivindicase abiertamente el exterminio de los pueblos originarios, el racismo o la eliminación de las personas con capacidades mentales diferentes?
El derecho a expresar las ideas no debería contemplar aquellas ideologías que niegan esos mismos derechos a los demás, el propio Biondini, en entrevista a la agencia Télam dijo: «Nosotros, como todo el mundo tiene derecho a evolucionar, nos dimos cuenta que había determinada presentación o determinada forma de expresar que más allá de lo que nosotros sintiéramos o dijéramos se interpretaba de otra manera. Por eso, decidimos dejar esas cuestiones de lado para que no se nos calificara o no se nos etiquetara con lo que no somos». Lo que dice aquí no es que han evolucionado abandonando ideas discriminadoras, sino que se dieron cuenta que no deben expresarlas para que no se los sancione.
En nuestro país existe la ley antidiscriminatoria 23.592/88. ¿Cuál es el sentido de dar personería a un partido liderado por un personaje que en el presente a través de su iconografía ha dado sobradas pruebas de tener una ideología no sólo nacionalista, como él se presenta, sino “nacional-socialista”?
Sorprenden declaraciones de algunos referentes políticos. Julio Cobos, precandidato presidencial por el Frente Amplio Unen (FAU), consultado por Télam sobre la resolución de Lijo dijo: «Si ese partido ha cumplido con los requisitos formales para tener el reconocimiento legal, hay que respetar el derecho constitucional a la participación política». Aunque consideró «reprochables» las reivindicaciones públicas y reiteradas de Biondini y sus partidarios a la figura del máximo jerarca nazi, el ex vicepresidente justificó la decisión del magistrado al sostener que: «No sé si está al alcance del juez evaluar estas cuestiones». Es sorprendente que un ex-Vicepresidente considere que puede no estar al alcance del juez la decisión de dar personería o no a un político reivindicador del régimen político más criminal de la historia humana.
La personería a Biondini y a su partido no puede verse como un hecho aislado, sobre todo en un contexto en el cual en Europa han tenido un avance notable partidos hermanos al de Biondini. En las últimas elecciones al parlamento europeo se ha producido un incremento del apoyo electoral a partidos xenófobos y racistas, antiinmigración, antisemitas y antiislámicos; como antaño, durante Weimar, la crisis económico-política lleva a la radicalización del voto hacia fuerzas políticas representantes “del orden”, fuerzas que tienen una mirada binaria y que postulan como responsables de la crisis a minorías. Son fuerzas “del orden” porque son funcionales al status quo desresponsabilizando a los verdaderos responsables de la crisis, la banca neoliberal, y desvían la atención responsabilizando a minorías que operan a modo de “placebo”, canalizando el odio y la violencia de las masas contra ellos. De allí la peligrosidad de partidos marginales como el de Biondini. En época de crisis ellos aparecen como “opción” ordenadora del caos reinante.
Lo alarmante, insisto, es el notable silencio de políticos “defensores del republicanismo”, atentos a avalar lo actuado por Lijo respecto de la causa contra el Vicepresidente de la Nación pero que guardan un ominoso silencio respecto a la peligrosa conducta del mismo Juez respecto a avalar la presencia en el juego democrático de un nazi declarado. Esa dualidad conductual tiene un sólo nombre: Oportunismo Político.

* Sociólogo, ensayista, periodista y docente universitario. Especialista en estudio de los genocidios. Es autor de diversos libros que abordan el conflicto en Oriente Medio y la judeofobia contemporánea.