Reuven Riblin fue electo nuevo presidente de Israel

Un parto difícil a la derecha de Bibi

El veterano político, que creció en Betar y representó al Likud en la Knesset durante años, remplazará a Shimón Peres. Reuven Riblin asumirá un cargo que tiene la función de ser el “Ciudadano número uno”. A juzgar por los obstáculos que tuvo que sortear para ser electo, le será difícil alcanzar ese lugar de consenso, incluso, el diálogo con el líder del partido que lo postuló, Benjamín Netanyahu.
Por Jonatan Lipsky *

En el año 2007, en pleno furor del gobierno de Kadima, encabezado por Ehud Olmert, Shimón Peres asumía el cargo de presidente de Israel. El puesto, que suele tener una función más bien protocolar, quedaba vacante, tras la bochornosa salida de Moshé Katzav, quien empezaba a ser investigado por acusaciones de abuso sexual. Peres, con una trayectoria inigualable en la política israelí, asumía el cargo tras vencer al candidato derechista del Likud, Reuven Riblin, y a la candidata de la izquierda Colette Avital.
Peres era sinónimo de consenso. Era el candidato de Kadima, que se había posicionado como centro, tras la unión de Ariel Sharon y Peres en esta nueva fuerza. El presidente por fin podía ser alguien que cumpliera la tarea protocolar de representar a “todo el pueblo”. Sólo él podía. Con su calidez y la imagen de un “abuelo bueno”, asumía el cargo con 83 años. Hoy, siete años después, la sensación general es que si don Shimón pudiera ser reelecto, y habría certeza de que puede llegar hasta los 97 años, quizás sería el mejor candidato a presidente.
Pero la ley prohíbe la reelección, y es de suponer que Peres tenga algunos otros proyectos en carpeta hasta llegar a los 120. Por eso, la carrera para remplazar a Peres comenzó a gestarse hace ya un buen tiempo. Pero el camino para la elección de un cargo solemne fue una lucha feroz.

En enero de 2013, al formarse el nuevo gobierno liderado por Netanyahu, Riblin quedó desplazado del cargo que ocupaba hasta entonces, el de presidente de la Knesset, puesto que quedó en manos de otro miembro del Likud, Yuli Edelshtein. Desde ese entonces, Riblin, sin cargo central, comenzó a construir su perfil como candidato para ser presidente.

La ley israelí indica que puede ser candidato todo aquel que cuente con al menos diez firmas de otros miembros de la Knesset. Riblin lo consiguió rápidamente, y en el camino comenzaron a sumarse otros candidatos: Meir Shitrit, ex Likud y ex Kadima, hoy en HaTnuá; Benjamin Ben Eliezer, del Laborismo; Dalia Itzik, ex Laborismo y ex Kadima. También otros dos candidatos ajenos al mundo de la política consiguieron las diez firmas: Dalia Dortner, ex jueza de la Corte Suprema de Justicia; y el Profesor Dan Schechtman, Premio Nobel de Química en 2011.
En el camino hubo otros nombres que se barajaron. Uno es Natan Sharansky, presidente de la Sojnut y símbolo de la judería que resistió en la Siberia de la ex URSS, que finalmente decidió no encaminarse en esta aventura. Otro es Silvan Shalom, ministro Infraestructura y con paso en otros ministerios, así como eterno rival de Nethanyahu, que apenas ha logrado hacerle sombra en el Likud. Shalom terminó de darse de baja tras conocerse que una ex empleada suya lo denunció por abuso sexual, episodio al que se sumaron otras historias. De estas sólo una fue formalizada ante la Justicia, pero dado que se trataba de 15 años atrás, no había posibilidad de juzgarlo. Sin embargo, Shalom afirmó que esto era suficiente para arruinarle las posibilidades en la contienda.
A falta de candidatos que lo alegraran, el primer ministro trató de tentar a algunas figuras de influencia para presentarse y evitar que Riblin fuera electo. Uno es David Levi, eterno líder del Likud, ex ministro de Relaciones Exteriores y cuya imagen en el pueblo es la de un hombre de periferia, pueblerino. Levi, al ver que no lograba conseguir el apoyo deseado, decidió dejar de lado la aventura y retornó a su casa en la lejana Beit Shean. El otro candidato que Bibi vio como opción resultó tan remoto que ni él mismo se lo creyó, se trataba del escritor y Premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel. Tal como Albert Einstein en su momento, Wiesel agradeció formalmente la iniciativa y prefirió que su de por si dolida identidad judía no se mezcle con los dolores de cabeza que conlleva la identidad israelí. A esta última propuesta, un tanto descabellada, Netanyahu sumó una más llamativa aún: hacer desaparecer el cargo de presidente del Estado de Israel.
A días de las elecciones Netanyahu no tenía candidato que lo dejara dormir tranquilo. Dudaba si permanecer callado y negarle el apoyo explícito al candidato que todos los miembros de su partido apoyaban, Riblin, o dejar que diera batalla el viejo líder del Laborismo, Ben Eliezer. Sorpresivamente, días antes de las elecciones, comenzaron a correrse rumores sobre algunos arreglos que Ben Eliezer habría contraído con un hombre de negocios, que le habría facilitado la compra de la vivienda en la que vive y algunas otras historias que lo dejaban mal parado: en especial, las reiteradas visitas a casinos de Londres. Cuatro días antes de las elecciones, Ben Eliezer retiró su candidatura. Automáticamente todos los candidatos comenzaron a hacer público su patrimonio. Sólo Shitrit, que se encaminaba como alternativa a Riblin se negó a hacerlo. Tzipi Livni, líder del partido de Shitrit, no le dio mucho tiempo y horas antes de la elección Shitrit dio cuenta de todas sus pertenencias.

Finalmente, el 10 de junio se presentaron 5 candidatos. Riblin, ya con el apoyo de Netanyahu, se enfrentaba a Shitrit, que había logrado conseguir el apoyo de la oposición, que quería evitar a toda costa que el Likud se hiciera de este puesto. Pero el apoyo de los ultraortodoxos, del Laborismo y parte de Yesh Atid no alcanzó. Riblin se alzó con la victoria.
A juzgar por el poco entusiasmo de Bibi, esta victoria deja en duda si realmente es un éxito o un problema para el Likud. Hay quienes dicen que en la elección del nuevo presidente se comenzó a formalizar la alternativa para coronar a un nuevo líder que remplace a Netanyahu. Quizás esa es la noticia más importante de estas elecciones presidenciales en Israel. Noticia, que de ser cierta, debería preocupar mucho a quienes están a favor de la solución de “dos Estados para dos pueblos”, ya que Riblin tiene el apoyo de la derecha más ferviente del Likud.

* Sheliaj de la Agencia Judia en Hashomer Hatzair – Tzavta.