Crisis de la alianza de derecha

Floreros políticos

La coalición de gobierno entró en crisis luego de que Tzipi Livni, ministra de Justicia y negociadora con los palestinos, mantuviera un encuentro informal en Londres con el presidente de la AP, Mahamud Abbas. La reunión se produjo unas semanas después de que se dieran por fracasadas las conversaciones de paz impulsadas por Estados Unidos. Pero a pesar de la arremetida en su contra de los líderes del ala derecha del gobierno de derecha israelí, Livni no da indicios de tener intención de abandonar su cargo ministerial. Precisamente porque es otra representante de la saga de políticos israelíes que en lugar de aceptar sus derrotas electorales prefieren edulcorar con una imagen pacifista alianzas de gobiernos intransigentes, que asumen sin tapujos una política agresiva de derecha.
Por Daniel Kupervaser

Tzipi Livni goza de una prolongada experiencia partidaria y, justificadamente, tenia serias aspiraciones políticas de llegar a ser, después de Golda Meir, la segunda mujer que obtiene el cargo de Primer Ministro de Israel.
A decir verdad, estuvo a punto de lograrlo como resultado de las elecciones de 2009 cuando su partido Kadima obtuvo el mayor caudal de votos entre los diferentes contendientes. Como los analistas lo preveían, este intento fracasó pues, a diferencia de Netanyahu cuyo partido obtuvo un escaño menos en esa oportunidad, Livni no disponía de la habilidad política que le permita formar una coalición mayoritaria.
La estrepitosa caída de la popularidad de Kadima en el período 2009 – 2013 la alejó de la jefatura de su partido. Las nuevas elecciones de 2013 le crearon nuevas expectativas largándose a formar una nueva lista, Hatnuá, táctica que no pudo evitar un nuevo fracaso electoral y, consecuentemente, una significativa caída en su capacidad de negociar.

En un marco democrático guiado por principios comunes de comportamiento político, ante una serie de fracasos, cada vez más resonantes, es de suponer que todo candidato, especialmente a la máxima posición ejecutiva del país, pasaría a retiro, o al menos, recapacitaría seriamente sobre su propuesta política. No es el caso típico de Israel, especialmente de los candidatos de bloque de partidos transigentes o comúnmente denominados de izquierda.
La experiencia de los últimos quince años nos ha demostrado que estos serios aspirantes a conducir políticamente el país no dudan en convertirse en floreros políticos. En vez de aceptar la derrota electoral, prefieren cruzar las líneas para adornar mesas de gobiernos intransigentes, dar color rosa a extremistas para proyectar una imagen pacifista y disimular verdaderas intenciones de colonización y conquista territorial con sus insinuaciones aromáticas de concesiones.
Ante la angustiosa perspectiva de permanecer por un largo periodo en el desierto opositor, estos distinguidos políticos finalizaron en un vergonzoso resbalón ideológico hacia nuevas cortes de quienes fueron sus peores adversarios. Quienes tanto proclamaron a viva voz la imperiosa necesidad de materializar la solución de dos Estados para dos pueblos en el conflicto con los palestinos, no dudaron en convertirse de un día para el otro en escudos y cortinas de humo de oscuros intereses de continuar sigilosamente una masiva colonización judía en Cisjordania.

La patente para obtener un sillón ministerial con el engañoso pretexto que dentro de un gobierno se puede influir mucho más que desde la oposición, sin lugar a dudas, quedó registrada en la historia a nombre de nuestro Presidente Shimon Peres. Nadie se le acerca a la cantidad de discursos con alta predisposición a concesiones pacifistas como ningún ministro fue testigo durante su mandato a tanto crecimiento en la cantidad de colonos judíos en Cisjordania y Gaza como lo fue Peres durante sus cadencias ministeriales de gobiernos en coalición con o liderados por el Likud. Su sucesor en la conducción del partido, Ehud Barak, no lo defraudó y continuó con las mismas andanzas en gobiernos bajo la dirección de  Olmert y Netanyahu, sus acérrimos contendientes políticos en las elecciones previas.
La mesa del gobierno que surge de las últimas elecciones de 2013 no quedó vacía y expuesta a feroces críticas por su tendencia expansionista. Tzipi Livni se encargó de decorarla y tomó a su cargo la función de adorno floral.
Pese a una plataforma electoral totalmente opuesta a la de Netanyahu, Livni fue la primera en correr desesperadamente a firmar el primer acuerdo de participación en la coalición expansionista del presente gobierno. Como premio recibe el jerárquico cargo de Ministra de Justicia y encargada de las negociaciones con los palestinos. Probablemente Livni suponía que en sus manos estaba la posibilidad de alcanzar su soñado acuerdo con los palestinos. Cuánta inocencia política.
Un veterano zorro de la política como Netanyahu no podría cometer semejante error. Tal es así que como medida preventiva e insólita en la política israelí el Primer Ministro le impuso a la flamante negociadora un celador como Itzhak Moljo que no le permitiría el más mínimo sesgo de las instrucciones de su patrón.

Por si esto fuese poco, ante un estancamiento sin un horizonte con perspectivas en las negociaciones, Livni tomó iniciativa y se encontró días atrás con Mahamud Abbas en Londres. Este simple acto fue suficiente para que el premier israelí y su canciller la rebajen y humillen públicamente. Para Netanyahu “en su encuentro con Abbas, Livni representó solo a sí misma y no al gobierno”. Liberman fue mucho más sarcástico: “Yo supongo que Livni estaba en Londres en visita particular y se encontró con quien ella quería. Yo estoy seguro que no se trata de negociaciones. También si jugaron a las damas, estaban en su derecho”.
Los trascendidos dan cuenta que Netanyahu sopesa tomar medidas unilaterales en el frente palestino. Para ser más precisos, su mano derecha y líder de los religiosos nacionales expansionistas, Naftali Benet, afirmó que “apoya esta medida y que debe tratarse de la anexión a Israel de todos los territorios conquistados en la  Guerra de los Seis Días”.
No es que Livni no tenga la capacidad de analizar correctamente la realidad. Cuando resume la situación tras el estruendoso fracaso de 9 meses de intensas negociaciones la misma Livni acusa a Netanyahu “Los asentamientos israelíes tienen la culpa del fracaso de las conversaciones”. Con todo eso, Livni no da indicios que tiene la mínima intención de abandonar su mullido sillón ministerial.

Da la impresión que ante que experimentada política y estadista, Tzipi Livni se valora más como reluciente flor.