20 años de democracia

El presidente argentino Néstor Kirchner iniciará, hoy 10 de diciembre, su mandato constitucional de cuatro años tras cumplir seis meses en el poder con elevada popularidad, aunque con asignaturas pendientes como la pobreza, el desempleo y un aumento de la violencia que no fueron resueltos en estos 20 años de democracia luego de los años oscuros de una dictadura feroz.

A pesar de los numerosos intentos por reconciliar a la sociedad con los militares, dos décadas de democracia no han sido suficientes para que las heridas dejadas por la más cruenta dictadura que vivió Argentina cicatricen.
Así lo manifestaron distintos actores de una etapa en la que la relación entre civiles y miembros de las Fuerzas Armadas estuvo signada por lo ocurrido durante el último régimen militar (1976-1983), que aún es objeto de un profundo debate.
En apenas 20 años hubo juicios y condenas para los responsables de los crímenes de la dictadura, posteriores amnistías e indultos, alzamientos militares carapintadas contra gobiernos democráticos y hasta un fugaz resurgimiento de la guerrilla.
La reapertura de los procesos judiciales vinculados con las violaciones de los Derechos Humanos cometidas en los “años de plomo” hizo que el tema retorne al centro de la discusión política nacional.
“Las Fuerzas Armadas han vivido procesos de cambio inéditos en las últimas dos décadas, cuando pasaron de ejercer el poder político sin limitación alguna a tener un mayor descrédito en la sociedad”, afirmó el analista político Rosendo Fraga.
Gran parte de ese descrédito se debe a que durante la dictadura miles de personas desaparecieron tras ser detenidas por fuerzas encargadas de llevar a cabo la “guerra sucia” contra la subversión desatada desde el Estado.

La falsa reconciliación

Tras el retorno de la democracia, durante la presidencia de Raúl Alfonsín (1983-1989) se realizó un histórico juicio que en 1985 culminó con duras condenas para los jerarcas del llamado Proceso de Reorganización Nacional, pero por presiones castrenses, en los dos años siguientes, el Parlamento aprobó las nefastas leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Esas normas libraron de responsabilidad a más de un millar de acusados de graves crímenes, pero no lograron evitar cuatro alzamientos de militares “carapintadas” que -entre 1987 y 1990- hicieron tambalear a las autoridades democráticas.
Después de sofocar el último de esos levantamientos, Carlos Menem decretó una serie de indultos que permitieron salir de la cárcel tanto a los antiguos jefes de las juntas militares como a los ex líderes guerrilleros.
Tanto Alfonsín como Menem juzgaron como necesarias las medidas que adoptaron y hablaron de la necesidad de “reconciliar” a la sociedad con las Fuerzas Armadas.
Pero Adolfo Pérez Esquivel, el argentino premio Nóbel de la Paz por su labor en defensa de los Derechos Humanos y sus denuncias sobre los crímenes de la dictadura, dijo que “esa reconciliación todavía no existe”.
Alfonsín, en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros afirmó que la democracia argentina «es un sueño incompleto» y ensombrecido por la pobreza que afecta al 54% de los 34 millones de habitantes.
«La democracia, no sólo en Argentina, sino en América Latina y en el mundo, está muy lejos de cumplirse».
En un balance de los 20 años transcurridos desde que Alfonsín llegara a la presidencial Casa Rosada, el dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR) dijo que «hay una enorme deuda de la democracia con la sociedad».

La era K con signo positivo

Néstor Kirchner, que el 25 de mayo asumió anticipadamente el gobierno, comienza formalmente su mandato constitucional -hasta el 10 de diciembre de 2007- apoyado en un fuerte consenso popular, que aventaja a sus antecesores en las dos décadas de democracia, según datos del Centro de Estudios Nueva Mayoría.
La consultora comparó los primeros seis meses de gobierno de cada uno de los mandatarios elegidos por voto de la ciudadanía desde el fin de la dictadura.
En un semestre, Kirchner acumuló el visto bueno del 70% de la población; mientras que en el mismo período al inicio de sus gestiones, el socialdemócrata Raúl Alfonsín (1983-89) tuvo el 69%; el peronista neoliberal Carlos Menem (1989-99) el 65%; y el conservador del radicalismo Fernando de la Rúa (1999-2001) el 61%, según el estudio.
Otras encuestas le otorgan a Kirchner índices de popularidad aún mayores que llegan hasta el 82.5%, según la consultora Equis.
El mandatario progresista peronista asumió el poder el 25 de mayo de este año hasta 2007 y hoy completará más de seis meses de mandato correspondientes a lo que debería de haber sido el Gobierno de De la Rúa, quien renunció el 20 de diciembre de 2001, en medio de una revuelta popular que dejó una treintena de muertos.
En una severa crisis institucional tras varios interinatos en menos de un mes, otro peronista, Eduardo Duhalde, fue elegido por la Asamblea Legislativa en enero de 2002, pero no terminó el período de De la Rúa, al adelantar las elecciones para abril pasado, luego de los asesinatos de los piqueteros Santillán y Kosteki.
El “huracán K” pone en marcha su período constitucional con la mayor acumulación de poder desde el retorno a la democracia en 1983.
Tras las elecciones legislativas y de gobernadores provinciales celebradas en los últimos meses, el gobernante Partido Justicialista tendrá una amplia mayoría en las dos cámaras del Congreso y administrará las tres cuartas parte de los 24 distritos del país, mientras la oposición aparece debilitada.
Kirchner acumuló popularidad por su estilo directo, bautizado “estilo K”, que se tradujo en una amplia ofensiva para renovar desprestigiadas instituciones del país, como la Corte Suprema de Justicia, la policía y las Fuerzas Armadas, además de presentarse como un renovador de la desacreditada clase política.

Con la “t” de “transversal”

Al mismo tiempo, impuso un estilo de trato directo con la población, mezclándose entre seguidores y manifestantes o dirigiéndose sin pelos en la lengua a poderosos empresarios extranjeros.
Su proyecto político, la llamada “transversalidad”, se propone reunir a fuerzas de centroizquierda y progresistas más allá del peronismo, cuya composición heterogénea no le garantiza un completo respaldo.
El director del Centro de Estudios para la Opinión Pública (CEOP), Roberto Backman, sostuvo que Kirchner “puede garantizar la gobernabilidad, y eso lo logró a pura acción, demostrándole a los argentinos que él no era más de lo mismo, aunque sin abordar las cuestiones fundamentales”.
Su gobierno enfrenta el enorme desafío de controlar la pobreza récord que afecta a más de la mitad de la población de 36 millones de habitantes y un desempleo del 17.8% de la fuerza laboral, dos de los asuntos que más preocupan a los argentinos junto a la inseguridad.

Mensaje de la DAIA

La DAIA, también dio a conocer su mensaje de salutación a los 20 años de esta recuperada democracia.
“Se cumple el 20º aniversario de la asunción del Gobierno electo por la ciudadanía argentina -afirman en la nota suscripta por el nuevo Presidente Gilbert Lewi y el re-electo Secretario General, Julio Toker- que dio fin a la noche más trágica de nuestra historia, que estuvo signada por el quebrantamiento de la ley, la lucha fraticida y el terrorismo de Estado, dejando heridas aún abiertas en el cuerpo social.
La DAIA -finaliza el escrito- reafirma su compromiso con los principios democráticos, con la verdad histórica en la defensa de los Derechos Humanos y las libertades civiles, en contra de todo tipo de autoritarismo y fundamentalismo, en pos de la consolidación de nuestra joven democracia en un verdadero clima de respeto y pluralismo, con plena vigencia de la Constitución Nacional”.