La fallida invitación de Naciones Unidas a Irán a Ginebra II, la cumbre de paz sobre Siria de enero de 2014 generó nuevas divisiones entre los participantes. Irán aceptó inicialmente participar en la cumbre pero, según una portavoz de su Ministerio de Asuntos Exteriores, “sin precondiciones”, tampoco las de Ginebra I, lo que llevó a Estados Unidos a presionar al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para que rescindiera su invitación, algo que hizo finalmente. Su portavoz, Martin Nesirky, dijo que la retirada obedecía a la “decepción” de Ban con Irán “por declaraciones que contradicen afirmaciones previas sobre su apoyo al comunicado de Ginebra I”.
En paralelo a la gestión de Kerry, su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, había dicho que una conferencia de paz sobre Siria sin Irán “será un error imperdonable”. No hay un modelo claro de transición para Siria, cuyo régimen sigue contando con el robusto apoyo de dos potencias como Rusia e Irán, frente a una oposición cada vez más débil.
Ban ni siquiera consideró oportuno consultar previamente sobre la invitación a Irán a la opositora Coalición Nacional Siria, a la que Estados Unidos, la Liga Árabe y sus aliados consideran representante legítima de la ciudadanía siria.
Hasta el sábado ese grupo político opositor no votó a favor de acudir a la cumbre de Ginebra II, que comenzará en la localidad suiza de Montreux. Este lunes sus líderes exigieron nuevamente que: “Irán debe primero retirar todas sus tropas y milicias de Siria”, dijo la Coalición en un comunicado.
La Coalición y su brazo armado, el Ejército Libre Sirio, se enfrentan cada vez más al avance de grupos yihadistas como el Estado Islámico de Irak y Siria, que controla la capital provincial de Raqa, al norte, donde ya emitió nuevas directrices de comportamiento público acordes con su interpretación fundamentalista de ley islámica. Las mujeres deben llevar el velo que deje al descubierto solo los ojos, y quedan prohibidos la música y los anuncios con fotos de personas en público.
Para el régimen sirio no podía haber mejor panorama. En el conflicto han muerto 130.000 personas y nueve millones han abandonado sus hogares. Del lado del Ejército de Damasco combaten fuerzas iraníes y libanesas.
La Casa Blanca y sus aliados ya habían dado por acabado a El Asad, pero ahora el dictador sirio logró enviar representantes a Suiza para dialogar con las potencias, la ONU y la Liga Árabe. El régimen mantiene su postura de exigir que el conflicto sirio se deje en manos de los sirios, a pesar del apoyo que recibe de Irán, con militantes, y de Rusia, con armamento.