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En Israel: muchos Madibas, ningún Mandela

¿Por qué no ha surgido un Nelson Mandela israelí; es decir, un hombre y un símbolo que haya logrado llevar a buen término el duro conflicto israelí-palestino, transformando una gran tragedia en una esperanza para el mundo? Una pregunta y algunos intentos de explicaciones…

Por Afro Remenik

Mucho se ha hablado en todo el mundo sobre la vida, obra y legado de Nelson Mandela. Muchos han recordado su famosa aparición en el Mundial de Sudáfrica y lo imaginan como una especie de anti Rock Star, con nombre artístico y todo: Madiba. Otros lo recuerdan como el primer presidente negro de Sudáfrica y símbolo de la reconciliación nacional. Otros, aquellos que buscan historias llenas de heroísmo, resistencia y final feliz, ponen énfasis en los 27 largos años que Mandela pasó en la cárcel-isla de Robben. Otros, los de alma revolucionaria, se lo imaginan en sus años de aguerrido combatiente, una especie de Che Guevara negro. Algunos sionistas empedernidos no se olvidan de mencionar que Mandela basó sus primeros pasos políticos-guerrilleros en el Irgun, la organización combatiente judía contra el imperialismo británico, mientras que los pro-palestinos destacan sus frases a favor de la lucha de OLP.
En definitiva, hay Nelson Mandela para el gusto de cada quien, ya que (como todos, en especial los líderes) Madiba era un ser humano complejo, con muchas facetas y que a lo largo del tiempo fue cambiando sus desafíos de acuerdo a la cambiante realidad.
A mí me surge la pregunta sobre por qué no ha surgido un Nelson Mandela israelí, un hombre y un símbolo que haya logrado llevar a buen término el duro conflicto israelí-palestino, transformando una gran tragedia en una esperanza para el mundo.

Algunos candidatos… ¿al azar?
Yitzhak Rabin es el primer nombre que aparece en mi cerebro para reemplazar a Mandela como el Madiba israelí. Tal como Nelson, Yitzhak también comenzó su carrera política como hombre de armas, tal como Nelson también Yitzhak buscó la paz y la reconciliación. Sin embargo, a diferencia de Nelson, Yitzhak fue asesinado antes de conseguir su cometido, y a diferencia de Nelson, Yitzhak estaba del lado de los poderosos en la ecuación israelí-palestina.
En este último sentido, es quizás Yasser Arafat el Madiba israelí. Esta frase es extraña, ya que el propio Arafat no aceptaría que se le denomine israelí de ningún modo. Sin embargo, las similitudes son varias. No sólo porque ambos empezaron en la misma época como guerrilleros y pasaron una transformación en líderes políticos, sino que también ambos comenzaron su vida política siguiendo la ideología pan-continental (pan-arabismo en el caso de Arafat y pan-africanismo en el caso de Mandela). Sin embargo, parece ya un hecho comprobado, que a diferencia de Nelson, Yasser nunca entendió a la paz y la reconciliación como un objetivo en sí mismo, sino más bien como la continuación de la guerra por medios diplomáticos.

Otro de los personajes israelíes que quizás puede ser comparado con Mandela es David Ben Gurion. Tanto en uno como en otro caso, la historia nacional de ambos países no puede ser entendida sin la presencia de estas ilustres personas. Ambos son los padres de la patria.

Por último, también el derechista Menajem Beguin puede ser comparado con Mandela. Los paralelismos son evidentes. Ambos comenzaron como guerrilleros, ambos asumieron el camino político, ambos encabezaron una pequeña oposición interna al movimiento homogeneizante, ambos se transformaron en líderes populares y una vez en el poder ambos entendieron que la paz y la reconciliación son el único camino para un avance verdadero tanto humano como nacional. Pero, si bien Beguin firmó la paz con Egipto, no tuvo la misma actitud pacificadora con respecto al tema palestino, como tampoco intentó una reconciliación al interior del pueblo judío de Israel, ya que aprovechó la división sefardí-asquenazí con fines electorales.

La vida, la muerte, la fiesta, el baile
En definitiva, en Israel hemos sido privilegiados con grandes líderes. Líderes con visión, con convicciones fuertes y carisma, líderes con un pasado glorioso y con la promesa de un futuro refulgente. Y entonces, ¿qué nos pasó? ¿Por qué si tenemos tantos Madibas no tenemos un Nelson Mandela? ¿Cómo es posible que con tantos excelentes dirigentes nacionales no hayamos logrado el objetivo de un estado judío en paz?
Un esbozo de respuesta obtuve viendo las imágenes del funeral de Mandela. En él se veía a las masas de sudafricanos bailando al ritmo de una música contagiosa y alegre, coros multifacéticos y multicolores, poemas extraídos directamente de la selva, fotos de presidentes con el celular, un traductor al sordomudo enajenado, remeras de fútbol con mensajes de amor, y por sobre todo, ese bello sobrenombre: Tata.
¡Cuán diferente a los funerales de nuestros líderes!

Para nosotros, un líder es una vela que nos alumbra en la oscuridad, y es por eso que en su funeral lo honramos con velas. Para ellos es una nota en un ritmo que continua.
Para nosotros, un líder es alguien que entiende e interpreta nuestro sufrimiento, y es por eso que lo lloramos. En Sudáfrica, un líder es el director del coro.
Para nosotros, un líder es un personaje mesiánico que vino a salvarnos. Para ellos, es el padre de la familia.
Para nosotros, un líder es una placa de cemento con un mensaje tallado en acero. Para los sudafricanos, un líder es “un árbol grande con hojas doradas”.
Cada uno puede elegir su propio Mandela. Yo elijo el mensaje que me dejó su pueblo: la vida y la política son un gran baile donde todos deben tener lugar.
Sólo así surgirá un Mandela israelí.

* Sociólogo. Miembro del kibutz Kfar Gickson.