Acuerdo de Ginebra:

Un acuerdo virtual entre gente muy real

“Puede que este acuerdo sea virtual, pero los que los que lo promovemos, somos gente muy real”. Con estas palabras resumió Yossi Beilin, el promotor israelí del “Acuerdo de Ginebra”, su respuesta a las criticas contra el modelo de tratado de paz que lanzaran, el pasado lunes 1 de diciembre, en la ciudad suiza homónima, después de corridas, avatares, presiones y casi desilusiones que sufrieron durante dos años, casi hasta el momento de comenzar el evento. El apoyo internacional que lograra la iniciativa extraoficial, junto a los ataques a los que se hicieran acreedores los promotores israelíes y palestinos, dan una chance que el 1 de diciembre de 2003, pueda señalarse como el comienzo del fin del conflicto israelí-palestino

Por Shlomo Slutzky (Desde Israel)

Un parto difícil

Un acuerdo. Quizás no haya nada más fresco y renovador en el así llamado “Acuerdo de Ginebra”, aquel modelo de tratado de paz israelí palestino presentado ante cientos de personalidades del mundo entero y no menos de 400 israelíes y palestinos comprometidos a convertir el acuerdo en una bandera de lucha “casa por casa”, que el hecho de haber gozado de la oposición de Ariel Sharón y Yasser Arafat, casi hasta el último momento.
No está de más decir que los promotores de este acuerdo, sudaron en estos días más que en las miles de horas que compartieran durante los últimos dos años, en arduas tratativas entre políticos, intelectuales, investigadores y ex militares israelíes y palestinos en el que se pormenorizaran las soluciones a los problemas de indispensable convivencia de ambos pueblos en una tan pequeña e históricamente cargada parcela de tierra.
Las acusaciones de traición a los intereses nacionales que sufrieran tanto israelíes como palestinos, por parte de los sectores más duros de ambas sociedades -que en el campo palestino se convirtieron en expresiones de fuerza y amenazas concretas de muerte contra los líderes palestinos de la iniciativa- casi lograron evitar la participación de la delegación palestina en el acto de proclamación. Sólo unas horas antes del evento, estuvieron todos seguros que la “boda” no se suspendía.
Los dos principales promotores de la iniciativa, el ex minisro de justicia israelí Yossi Beilin y el ex ministro de Cultura y Medios, el palestino Yasser Abed Rabo, aparecieron -por un momento- como dos hermanos que clamaron por la desnudez de sus dos reyes, Sharón y Arafat, dos reyes desnudos y siameses, dependientes uno del otro para la vida y la muerte.
Mientras que Sharón y sus voceros trataron de combatir la iniciativa restándole importancia y acusándola de constituir una acción antidemocrática en contra del legítimo Gobierno israelí, del lado palestino crecieron las amenazas, los disparos de advertencia y la violencia física que llevó a algunos dirigentes palestinos a amenazar con suspender su viaje viaje a Ginebra sino recibían el apoyo expreso de las autoridades palestinas.
A esta altura y tras hacer un cálculo de ganancias y pérdidas posibles, Yasser Arafat -mucho más ducho en el oficio de relaciones públicas que Sharón- hizo su movida mediática. A pesar de haber dado, en el pasado, su visto bueno para la participación de sus ex ministros y diputados palestinos en las tratativas preparatorias del acuerdo, obligó a éstos a rogarle su público beneplácito para autorizar su salida hacia Ginebra, convirtiéndose en el supuesto “salvador” del acto de proclamación.
Del lado israelí, frente al importante apoyo que muestran las encuestas de opinión hacia el Acuerdo de Ginebra -aún antes de comenzar su “marketing” (31% de apoyo, más un 19% de indecisos con tendencia a apoyar, frente a un 38 de oposición)- llevaron a sectores de la ultraderecha a promover medidas de fuerza contra los israelíes ligados a la iniciativa. Diputados de los sectores más duros del Gobierno llamaron a prohibir la salida de los miembros israelíes de la comitiva acusándolos de traición, por haber tratado con el “enemigo” el tema de la posible entrega de territorios de la “Gran Israel indivisible”.
Pero la más significativa de las amenazas contra los promotores de la iniciativa de paz israelo-palestina, vino de un movimiento de rabinos intransigentes, que proclamó que la iniciativa de paz constituye una traición y los que la promueven deben ser “enjuiciados y castigados duramente”. Estas exactas palabras recordaron a la sociedad israelí que una determinación politico-religiosa de este tipo y de este mismo organismo se produjo poco antes del asesinato del Premier Itzjak Rabín, también él acusado de “traición” y “entreguismo”, pagando con su vida su disposición a un acuerdo de paz y seguridad a cambio de territorios.

El día D

Finalmente. A un mes y medio de darse a conocer la firma del borrador, el Acuerdo de Ginebra se proclamó en un acto que contó con la presencia de personalidades del mundo entero.

Estuvieron los ex presidentes de los estados Unidos y Polonia (y premios Nóbel de la Paz, Jimmy Carter y Lech Walesa); el irlandés John Hume, otro Nóbel de la Paz, y numerosos intelectuales europeos. Enviaron mensajes grabados de adhesión, el ex presidente sudafricano Nelson Mandela; el jefe de Estado francés Jacques Chirac, y el premier inglés Tony Blair.
Este acuerdo también tiene el aval del actual Gobierno de los Estados Unidos. El secretario de Estado, Colin Powell.
Rechazando las presiones de Israel para que anule la entrevista que fijara con Abbed Rabo, Yosi Beilin y sus acompañantes, Collin Powell señaló: “Yo soy el Canciller de los Estados Unidos y como tal no puedo cerrar mis oídos a toda iniciativa de paz para el Medio Oriente, sin que ello sea a cuenta de nuestro apoyo al Mapa de Rutas con la que todas las partes están comprometidas”. Sharón puede seguir hablando de las “excelentes relaciones con los Estados Unidos y con el Presidente Bush”, pero después del discurso de reprimenda del Presidente americano a Israel en su visita en Londres, y después que Powell explicara a sus interlocutores israelíes qué intereses debe -él- resguardar, Sharón debería sentir la tierra temblando bajo sus pies, y quizá -como Arafat- sumarse al tren a Ginebra, aunque sea colgado a último momento del último vagón.•

La puerta de casa como frontera

Jaim Orón, diputado del frente de izquierda Meretz y uno de los participantes de las conversaciones, comentó a Nueva Sión: «la mayor concesión palestina es la de renunciar a su exigencia del regreso a territorio israelí de todos los refugiados». Orón, miembro de un kibutz (Aldea colectiva) en el sur del país, apoyó el intercambio de territorios que acercará la frontera con la Autoridad hasta casi la puerta de su casa. Orón: Si habremos de vivir en paz, esta será una frontera de convivencia. De fracasar nuestros intentos, unos kilómetros más, de la Franja de Gaza, no nos darán mayor seguridad.”