Crímenes de militares israelíes en Z32

Las víctimas de una interminable guerra

Avi Mograbi, apodado el “Michael Moore israelí” por sus documentales en los que combina show y denuncia, centró uno de ellos en un crimen de guerra archivado por la organización “Breaking the Silence”.

Por Julian Blejmar

¿Qué lleva a un joven sin carencias afectivas, económicas, ni educativas, a convertirse en un asesino que goza mientras mata? ¿Qué significa ser soldado? ¿Puede existir una condena para quienes están amparados por sus tribunales? Estos interrogantes, tal vez más complejos que aquellos políticos que surcan el eterno conflicto árabe-israelí, son los que plantea el documentalista Avi Mograbi en su último film Z32, nombre tomado del expediente archivado por la organización Breaking the Silence, –de la que Mograbi es cofundador-, la cual se dedica a recoger testimonios de militares israelíes sobre crímenes de guerra perpetrados en los territorios palestinos.

Nacido en Tel Aviv en 1956, y con una prolífica carrera que incluye los premiados Avenge But One of My Two Eyes (2005) y How I learned to overcome my fear and love Arik Sharon (1997), Mograbi eligió para este último documental modificar digitalmente el rostro del protagonista del caso Z32, ya que en sus palabras “no quería perder en ningún momento la idea de que estaba entrevistando a una persona”, la cual, por supuesto, generaría un inmediato rechazo luego de su confesión. Esto no impedirá observar que su fisonomía, voz y modos, son los mismos de cualquier amigo, hermano, o compañero que se sienta junto a nosotros a compartir una cena”. Pero la cobertura del rostro, así como un juicio personal sobre la importancia de su arrepentimiento, son las únicas concesiones que hará Mograbi sobre su entrevistado, pues tal como la novia del protagonista, lo denomina como lo que es, un asesino.
Por supuesto, el documental no elude la complejidad que resulta de la transformación de un joven común y corriente, incluso militante en un partido de izquierda –lo que en Israel significa pacifista-, en un hombre con sed de violencia. En efecto, el soldado narra cómo sus 20 meses de servicio obligatorio en el Ejército de Defensa de Israel, -al que sólo un antisionista podría calificar como diferente a cualquier otro de índole profesional-, lo sumergen en una violencia reprimida que le genera una necesidad de entrar en acción, tanto para poner en práctica lo aprendido como para entender el motivo de su sacrificio.

El caso tiene una complejidad adicional. Si tal como lo afirma su novia, podría ser cuestión de debate la legitimidad moral de asesinar en combate, en el caso Z32, ocurrido a comienzos de 2002, el soldado afirma que su víctima fue un palestino al que ni siquiera pudo encontrarle armas, asesinado en el marco de una operación de represalia por la muerte de seis soldados israelíes, en la que los palestinos atacados no tenían responsabilidad alguna.
En la charla que mantiene con su novia, ella le pregunta: “¿Qué pasó por tu cabeza cuando disparabas a un desconocido?, ¿Pensaste en si tenía familia, esposa, o hijos?”. (Es muy interesante el interrogante de Mograbi al respecto, sobre si ello responde a cuestiones de género o ideológicas). Pero el soldado no sólo reconoce que en su momento no sintió remordimientos, sino que incluso fue «divertido y excitante, casi como estar en un parque de diversiones”.

Según señaló Mograbi, fue el mismo soldado quien le pidió una cámara para grabar su testimonio en soledad junto a su novia, confesando que en la filmación no estaba siendo del todo franco. Tras ello, la pareja se rompió, aun cuando su novia le reconoció la importancia de su arrepentimiento. Por eso, durante la ópera que compone para acompañar el film, el director señala que si bien el caso de Z32 no fue ni será juzgado por un tribunal, tiene para siempre la condena de su conciencia, y es por eso que recita: “Al menos le preocupa…Y está luchando contra todo eso, con haber convertido a un hombre en una mancha… y el haberlo disfrutado. Ahora los culpa a ellos, por haber formado parte de eso, por querer forma parte de eso. Pero al final, ¿quién lo disfruta? Yo disfruto. De que ahora él esté luchando contra el haberlo disfrutado. Lo cierto es que me carcome por dentro, verme inclinado a cantar, sobre cómo le disparó como a una mancha, y yo poder perdonárselo”.

Ficha técnica
Título original: Z32
País: Israel -Francia
Año 2008
Director: Avi Mograbi
Fotografía: Philippe Belaiche
Resolución: Video Betacam
Duración: 81 min
Producción: Avi Mograbi, Les Films D’Ici, Serge Lalou, Noga Communications, Avance sur recettes, CNC