Iom Kipur

Limpiar el alma y volver a empezar

Con la aparición de la primera estrella, comienza el día más sagrado: Iom Kipur, la festividad donde, según la tradición judía, los hombres concluyen su balance responsable y la revisión de sus conductas en el día en el que Dios juzga a las personas y termina de decidir a quién inscribe, una vez más, en el libro de la vida para el año que comienza según el calendario hebreo.

Por Guillermo Lipis

El Día del Perdón se remonta a momentos bíblicos. La historia cuenta que Moisés subió al Monte Sinaí, donde permaneció 40 días y 40 noches, y bajó con las primeras Tablas de la Ley, que destruyó al ver a su pueblo bailando y adorando a un becerro de oro. El patriarca volvió a subir al Sinaí para pedir perdón en nombre de su gente y volvió a permanecer allí otros 40 días y noches hasta que Dios perdonó a su pueblo.
Del monte bajó un 10 de Tishrei (según el calendario hebreo), y ese día se convirtió en el primer Iom Kipur o Día del Perdón. Es la fecha en la que Dios recuerda que existe una salida para los errores que se hayan cometido, afirman los rabinos ortodoxos, quienes agregan que Dios dijo: «volved a mí y yo volveré hacia vosotros».
Por eso se dice que el hombre de fe hace teshuvá, que en su raíz proviene de la palabra hebrea shuv, volver. Según esta mirada, Dios enseña a volver al camino correcto desde un proceso interior que culmina en una realización exterior -el perdón- en relación a los otros, con lo social, con la vida y luego con él.

El hombre que hace teshuvá, que regresa a Dios, toma conciencia de los males realizados, decide cambiar el rumbo de su vida, comienza a hacer el bien y se convierte en otra persona. Iom Kipur es la finalización de un período de revisión de las conductas humanas en el que el hombre realiza introspección y penitencia, iniciadas diez días antes con la celebración del Año Nuevo o Rosh Hashaná, que evoca el comienzo de la humanidad.

En Iom Kipur se produce el veredicto del juicio que conlleva la expiación de los pecados y el perdón divino, siempre y cuando haya existido primero el perdón entre los hombres. Desde la óptica religiosa, para ser merecedor del perdón de los pecados cometidos, el día de Kipur se dedica al arrepentimiento espiritual y se adopta el compromiso de iniciar el año nuevo con la conciencia limpia, desde la seguridad de saber que Dios perdona a todos quienes se arrepienten de sus malas acciones.

La idea de la purificación se lleva a cabo con el ayuno, acto que también se realiza para sentir y recordar de «dónde venimos» y las injusticias existentes en la humanidad. En el judaísmo, sin embargo, no todos sus integrantes conmemoran esta fecha del mismo modo. Los judíos laicos en Israel, por ejemplo, instauraron lo que ellos llaman el día de las bicicletas, ya que en las ciudades y kibutzim puede verse a niños o a familias enteras utilizando a pleno las calles, carreteras y autopistas para andar en ese medio de locomoción dada la ausencia de automóviles.

Para los judíos seculares o humanistas de la diáspora, Iom Kipur es un día de reflexión, reparación y reconciliación, «que sólo es posible si dejamos de juzgar», afirma Bernardo Sorj, un uruguayo docente en la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Río de Janeiro y director del Centro Edelstein de Investigaciones Sociales. «Iom Kipur es el día en el que suspendemos nuestro juicio porque nada es más opresivo que depender del juicio del otro, y nada nos puede producir más sufrimiento que el juicio que realizamos sobre nosotros mismos», explica.
«Kipur es el día que recordamos que muchas veces juzgamos no en función de valores de justicia, sino porque nos desagrada que el otro sea diferente a nosotros. Es el día en el que hacer ayuno significa desintoxicarse de nuestros juicios apresurados, y en el que podemos perdonar y perdonarnos porque dejamos de juzgar y hacemos elecciones frágiles entre valores, intereses y afectos conflictivos», explica Sorj.

El filósofo Darío Sztajnszrajber, por su parte, considera que para el creyente «Dios debe ser apertura, y el no juzgar permite esa apertura humanista, que es -a la vez- abierta y de búsqueda», sostiene.
«La posibilidad de que este día tan especial se haya transportado en el tiempo, perpetuándose, más que por lo religioso o tradicional ha sido, también, por su significado antropológico y humano, porque el hombre quiso interrogarse, desde la antigüedad, preguntándose sobre el misterio del cosmos, la vida, el destino, la creación universal y la finitud del hombre», concluye.

La jornada de Kipur finaliza con el sonido del shofar que llama a las personas a replegarse en sus propias reflexiones para comenzar otro año con la conciencia abierta y el alma limpia, en blanco, y sencilla como la ropa que debería utilizarse durante este día de expiación.
Télam