De las plantaciones a los Premios Nobel

La tierra que emana ciencia y tecnología

En 1948, el año en que nació Israel, la economía del Estado judío se basaba en el cultivo de naranjas, manzanas y otras actividades agrícola-ganaderas de baja escala. Impulsado por la inmigración y la inversión estatal en investigación, entre otros factores, en la actualidad es uno de los países más reconocidos en cuanto a desarrollos científicos y tecnológicos, y el mercado de mayor concentración de innovación e iniciativa empresarial del mundo.

Todos los días nacen nuevas empresas en Israel. Una de las explicaciones más comunes atribuye este fenómeno a la inmigración de un millón de judíos llegados de la ex Unión Soviética luego de la caída del muro de Berlín, en 1989. “Hubo miles de profesionales dedicados a la ingeniería que, como no encontraron ocupación inmediata, se volcaron a sus emprendimientos”, explica Ed Frank, del fondo de inversión Boot Camp. Otro aspecto a considerar es la diversidad cultural y la apertura de los ciudadanos israelíes, ya que se trata de un país que considera la inmigración un factor positivo, promoviendo la puesta en valor de las aptitudes de cada inmigrante.

La continua inmigración es sin duda un factor de peso, pero no el único ni el más importante. Otra de las causas que explican el fenómeno es la apuesta del Estado a políticas públicas que incentiven el sector desde los años ´90: con el 4,5% de su PBI destinado a investigación, Israel lidera el ranking mundial de inversión científica. También el ejército ocupa un lugar primordial, y es considerado clave en el desarrollo de la base emprendedora: además de ser un lugar que facilita tejer redes y lazos sociales, con un presupuesto de US$ 16.000 millones es la mayor empresa del país. Los jóvenes entran a los 18 años, y al concluir el servicio militar a las 21 aplican afuera los conocimientos tecnológicos aprendidos. Asimismo, el incentivo por los viajes post-ejército (generalmente al Lejano Oriente o a América Latina) brinda a los jóvenes la posibilidad de abrir sus mentes y conocer nuevas realidades.

Por otro lado, cabe destacar la importancia otorgada a la educación. La universidad Technión de Haifa y el Instituto Weizmann de Ciencias en Rehovot, son dos de los centros de investigación más importantes del mundo, cuyos científicos han ganado numerosos Premios Nobel. Se destacan Ada Yonath, ganadora del Premio Nobel en Química en el año 2009 por su trabajo de investigación en células humanas; y el ingeniero Dan Shechtman, ganador del Premio Nobel en el mismo rubro en el año 2011.

Sin embargo, la excelencia no se concentra sólo en la educación universitaria, sino que es una prioridad desde los primeros años de instrucción. Por ejemplo, este año, jóvenes estudiantes israelíes que participaron en las Olimpiadas Internacionales de Computación en Australia, alcanzaron excelentes resultados: una medalla de oro, dos de plata y una de bronce. “Israel debe ser un país en el que todos sus niños y niñas reciban una educación de calidad, desde la temprana infancia y durante toda su vida”, afirmó el Presidente de Israel, Shimon Peres.
Alineado con esas palabras, el Keren Hayesod desarrolló el Proyecto Net@, que tiene por objetivo atraer a la juventud de las zonas periféricas a la tecnología superior, con la meta de garantizar la igualdad de oportunidades para todos los chicos. En Argentina, este proyecto es difundido por Campaña Unida Judeo Argentina.

Estar siempre en progreso y a la vanguardia en cuanto investigación y tecnología es una necesidad de supervivencia para Israel. Chemi Peres, hijo del presidente Shimon Peres, explica: “Tenemos vecinos que nos ayudan muy poco, somos pequeños y estamos en el desierto. Lo único que podíamos hacer era esforzarnos y destacarnos y así nos transformarnos en una sociedad del conocimiento orientada a generar empresas globales”. Gracias a este esfuerzo, Israel es el mayor ecosistema emprendedor del mundo, sólo superado por Silicon Valley en California.