Charla en Tzavta

Una mirada laica sobre los Días Terribles

Tzavta fue sede de un encuentro que tuvo como protagonista principal al rabino laico humanista Andy Faur, quien brindó una apasionante charla acerca de la perspectiva histórica y cultural de Iamin Noraim. Con el planteo de qué tienen de terrible las Altas Fiestas para un judío no religioso, la mirada humanista sobre el tema fue, precisamente, el aporte más relevante de la actividad organizada por Nueva Sión. “Intentamos recrear y modernizar la cultura judía para que sea más relevante para la comunidad, sobre todo para los jóvenes, quienes muchas veces suelen no sentirse identificados con ciertas tradiciones”, explicó el rabino laico.

 

Por Ariel Abramovich

Un público numeroso y ávido por compartir un momento de reflexión espiritual se dio cita en el salón principal de Tzavta. La inquietud de los participantes de la charla del Lic. Andy Faur no solamente pasaba por el tema de las Altas Fiestas, también se hizo muy evidente el gran interés que genera la mirada laica y humanista sobre temas vinculados al judaísmo, fundamentalmente en lo que a las festividades se refiere.
“Muchos habrán venido por la curiosidad de saber qué es un rabino laico –planteó Andy al empezar a describir la nueva corriente en la que participa-. Cuando alguien espera a un rabino, supone que tiene peies, usa kipá, se viste de negro, habla un hebreo que no se le entiende bien, sabe mucho, etc. Es decir, el prototipo de rabino ultra ortodoxo. Obviamente con la modernidad se desarrollaron las corrientes liberales. Y el judaísmo laico humanista es la forma de ver el judaísmo desde una mirada no religiosa, laica. Que no es lo mismo que ser ateo. No la vemos como una religión exclusivamente, sino una cultura que incluye una religión”.
A diferencia de otras civilizaciones, explicó Faur, el judaísmo le da santificación en el amplio sentido de la palabra al tiempo. “Por eso marcamos las fiestas, las fechas importantes, como tiempo que le dedicamos a elevarnos espiritualmente”.
El movimiento laico retomó el uso de la palabra rabino desde las fuentes históricas del judaísmo, a la par del uso que le dan al término las corrientes religiosas. Este nuevo concepto del judaísmo se propone al mismo tiempo ser un movimiento político. El cargo de rabino pasa a representar entonces, ser dirigente de las comunidades laicas humanistas. “Este rabino es el que acompaña al público que quiere vivir su judaísmo desde otro lado de la práctica religiosa. Lo llamamos judaísmo cultural -explicó Faur-. No damos respuestas a partir de la Halajá, sino desde la necesidad de un judío moderno, que tiene necesidades modernas”, destacó.

Rosh Hashaná y Yom Kipur son parte fundamental de la tradición judía. Son lo que se llama “Jag de la Torá”, que significa que viene de la Torá. Junto con Pésaj, Shavuot y Sucot, las antiguas fiestas de peregrinación a Jerusalén, son las cinco fiestas en las que no se trabajan. “Son festividades de orden divino, que en las diferentes corrientes del judaísmo son respetadas a rajatabla”, explicó Faur.

Un acuerdo tácito
“En Kipur Israel es algo muy especial. No hay nadie en la calle; es la fiesta de las bicicletas, porque todos los chicos salen a pasear en bicicleta. Ahora, ¿hay algo que prohíbe salir en auto en Kipur? No, ni siquiera es por presión social. Por decisión propia de cada uno de nosotros, no manejamos. Los religiosos obviamente me van a putear si me ven, pero nadie me lo prohíbe”, comentó el rabino laico al momento de describir la faceta cultural que se produce en el Israel moderno durante la festividad más importante del calendario judío.
“Es justamente en la festividad más difícil para un judío laico, cuando hay mayor entendimiento entre todos –afirmó-. Algunos no ayunan, otros ven la TV, algunos otros van al tempo y rezan; pero por un acuerdo tácito no se anda en auto. Ahí se hace el modus vivendi. Ahora, cuando te obligan, ya es otra cosa; cuando en Shabat obligan a cerrar negocios es diferente, ahí hay coerción”.

De las cinco festividades que aparecen en la torá, Pesaj, la liberación; Shavuot, la entrega de la Torá; y Sucot, la peregrinación en el desierto, son las relativamente más fáciles de comprender, ya que están acompañados de algún hecho histórico que les da contexto. “Ahora bien, en Rosh Hashaná ¿qué pasó, qué se terminó? –se preguntó Faur-. Lo que está escrito en la Torá, en el Levítico, es que será día de reposo y que el shofar deberá convocar a una santa celebración. Entonces, acá viene la interpretación, la Torá Oral”.

El origen histórico de Rosh Hashaná (la Cabeza del año) se relaciona con el período fiscal de la época bíblica. Tishrei, el séptimo mes del calendario hebreo, era el momento en que la tierra volvía a ser trabajada nuevamente y cuando se cobraban los impuestos. No obstante, es en el Talmud en donde la festividad adquiere una dimensión cultural más potente. “En Rosh Hashaná festejamos la creación del ser humano, no del universo; porque Dios creo al mundo en 7 días y fue en el sexto cuando creó al hombre. Lo más interesante de esta fiesta es que una obra religiosa pone en el centro al ser humano. Es una fiesta universal que celebra a la humanidad”, explicó Faur, para luego ponderar que incluso en el Talmud el judaísmo propone una faceta humanista.

Yom Kipur es otro caso interesante respecto a las tradiciones judías y sus orígenes históricos y culturales. Según la tradición, Kipur coincide con la fecha en que Moisés bajó del Monte Sinaí luego de haber subido por segunda vez, para traer nuevamente las Tablas, después del episodio en que según la Torá habían sido destruidas por el profeta al ver al pueblo judío adorar al becerro de oro.
“¿Hay que ayunar por eso? No, hay que festejar. Volvió Moshé, tenemos las Tablas nuevamente: ¡fiesta! Pero en lugar de festejar que Dios atendió a sus pedidos, somos tan judíos que ayunamos”, reflexionó irónicamente el rabino laico. Luego explicó que en la época bíblica el único que hacía ayuno en Kipur era el Sumo sacerdote, quien era el único autorizado para entrar al Santa Santorum, y solamente una vez al año; precisamente en Kipur. Es decir que el resto del pueblo judío no ayunaba en esta fecha.
“Cuando desapareció toda esa ceremonia hubo que rehacerla. ¿Y cómo lo hacemos? Ayunando todos. De ahí viene todo el tema de la introspección. Podría decirse que al pasar a ser parte de todo el pueblo se produjo una democratización del ayuno”, analizó Faur.

La contextualización histórica del modo en que se van formando las costumbres y las tradiciones judías está en la raíz de la mirada humanista y laica de Tmurá, el instituto de Israel donde se formó como rabino Andy Faur. “De modo que cuando planteamos que está escrito de tal o cual manera, muchas veces tenemos que ir a ver dónde está escrito. Y si una festividad se conmemora de determinada manera, también hay que ver los motivos. No siempre es obligatorio hacerlo de una manera definitiva, podemos elegir hacerlo de otras. Desde el judaísmo humanista lo que intentamos hacer es que la cultura judía sea más relevante para las comunidades modernas”, explicó.