Mi ideología izquierdista me lleva en forma incontrolable al optimismo. O quizás es al revés, y es mi personalidad optimista la que me ha llevado de manera natural hacia ideologías progresistas, que ven en el futuro formas más avanzadas de entendernos como seres humanos.
Lo cierto es que a pesar de todas las infinitas dudas que despierta el actual proceso de paz iniciado por Israel y la Autoridad Palestina, no puedo abandonar mi clásico optimismo. Es extraño porque esta vez sé, a ciencia cierta, que la actual ronda de conversaciones tiene todas las de perder y muy pocas posibilidades de tener éxito. Sin embargo, mi optimismo no me abandona. Al respecto, cinco pruebas de mi total estupidez:
1. El primer factor para mi actual optimismo-pesimista es Benjamín Netanyahu. El actual primer ministro de Israel se ha resistido tercamente a pagar el alto precio que implica llegar a un acuerdo de paz definitivo con los palestinos. Es decir, renunciar a la gran mayoría de los territorios ocupados, renunciar a toda Jerusalén y buscar una solución justa para el problema de los refugiados y al problema del agua.
Sin embargo, la credulidad en el ser humano se apodera de mí y ve en Benjamín Netanyahu también la primera luz de optimismo. Y es que Bibi ha mostrado en innumerables oportunidades su incapacidad para resistir presiones externas sobre diferentes temas. De hecho, las resientes presiones de la Unión Europea, en cuanto a embargar los acuerdos económicos con empresas que operan desde los territorios ocupados, consiguió el efecto deseado y a los pocos días el mismo Netanyahu, que se había negado a hacer ninguna concesión antes de iniciar las conversaciones, estaba suplicando a sus ministros apoyar la liberación de 104 presos palestinos condenados por asesinatos.
2. El segundo punto de optimismo estúpido lo aporta el hecho que la ministra de Justicia, Tzipi Livni, sea la designada para guiar las conversaciones de paz por el lado israelí. Claro, Tzipi Livni se ha transformado en el símbolo de la esperanza para el centrismo israelí. Ella, como tantos otros, ha recorrido todo el camino, de ser una de las más grandes defensoras de las posiciones derechistas a entender lo que la izquierda plantea hace más de 40 años: la renuncia a los territorios ocupados es el único camino para la realización del sueño sionista.
A pesar de lo anteriormente dicho, sé para mis adentros que este optimismo es estúpido, ya que lo más probable es que en el momento que Tzipi Livni se acerque demasiado a firmar un acuerdo definitivo con los palestinos, Netanyahu desee poner todas las trabas posibles, ya que sabe que un acuerdo de este tipo sería adjudicado indefectiblemente a Livni, transformándola en una demasiado seria contrincante al puesto de próximo Primer Ministro de Israel.
3. Otro punto a tener en cuenta es la coalición derechista que sustenta el actual gobierno, y especialmente el pacto interno entre Lapid y Bennett, que pone en jaque cualquier intento del actual gobierno de abrirse camino hacia un acuerdo de paz.
Al respecto, la verdad es que realmente soy optimista (y estúpido), y creo que llegado el caso Netanyahu romperá su actual coalición, y cambiará a la dupla Lapid-Bennett por los partidos Laboristas y Shas, que si bien en los temas sociales-económicos están muy alejados del neoliberalismo de Bibi, en los temas de paz podrían entenderse bien. Mi optimismo descansa en el hecho que Netanyahu ha repetido en varias entrevistas que la lección más grande que aprendió de su primer gobierno fue que en política uno se debe mover, y que las coaliciones están para romperse en el momento adecuado.
4. Otra pista de optimismo se puede encontrar en la desastrosa campaña internacional que ha llevado adelante el gobierno de Obama. Tan desastrosa ha sido en su objetivo de entablar nuevas relaciones con Rusia, China, Europa, América Latina, Irán, Irak, Egipto, Siria, etc., que todas las cartas están puestas en resolver el conflicto israelí palestino.
Obama parece haber entendido que los valores, las ideologías y las buenas intenciones no son el lenguaje apropiado en las relaciones internacionales, y que en cambio la voluntad de poder es el nombre del juego. La designación de Kerry y todo su equipo de cuenta de este cambio de actitud.
5. Un quinto punto de estúpido optimismo es la situación de Medio Oriente, en que la lucha fraternal entre shiítas y sunitas por la hegemonía étnica; entre Hesbollá y Al-Qaeda por el territorio sirio; entre nacionalidad y religión por la forma de entender la política; y entre turcos e iraníes, dos países musulmanes pero no árabes, y con ansias de imperialismo, por el control del espacio árabe, deja al problema palestino “huérfano” de intereses regionales.
Este optimismo también es estúpido, ya que la situación regional es tan inestable, que cualquier cambio puede transformar esta situación favorable en otra completamente adversa a cualquier avance hacia la paz.
Hoy más que nunca, mi espíritu crítico y mi creencia en que el ser humano siempre desea mejorar su vida, se hallan en contradicción. Sé que esta contradicción se halla presente de muchos de mis compatriotas, tal como lo muestran las últimas encuestas hechas en Israel. Sin embargo, prefiero seguir eligiendo la estupidez y seguir junto a los eternos luchadores por la paz, que hacerme el inteligente y rendirme ante la cruda realidad de este sangriento conflicto.