Pesar por la muerte de Laura Bonaparte

El adiós a un emblema de la lucha por los Derechos Humanos

Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, luchadora incansable por los Derechos Humanos, psicoanalista y militante, Laura Bonaparte perdió en la dictadura prácticamente a toda su familia: dos hijas, un hijo, sus dos yernos y el padre de sus hijos. Desde su eterno compromiso militante, también participó en numerosas actividades de Meretz y colaboró con Nueva Sión.

«Fue una mujer brillante, que dio la batalla por la memoria y la justicia a pesar de haber sufrido tanto -como tantas madres- por sus siete pérdidas familiares (durante la dictadura)», dijo Taty Almeida, de Madres-Línea Fundadora. Laura Bonaparte murió tras una larga enfermedad y después de haber dado luchado en el reclamo de justicia para que los genocidas de la dictadura cívico-militar fueran juzgados y encarcelados.
La pérdida de sus hijos la convirtió en una activista de Amnesty International y Madres de Plaza de Mayo, donde a partir de 1986 se identificó con la Línea Fundadora. Fue una de las que comenzaron la campaña internacional para que se declarara delito de lesa humanidad a la desaparición forzada de personas. Asimismo, también motorizó el recurso para impedir que se privatizara el predio de la ESMA.

Entre diciembre de 1975 y fines de 1976, tres de los cuatro hijos de Laura Bonaparte de Bruschtein fueron secuestrados y desaparecidos: Aída, Irene y Víctor Bruschstein Bonaparte. También su esposo, Santiago Bruschtein, fue asesinado después de que una patota militar irrumpió en su casa.
Lo mismo sucedió con sus yernos Adrián Saidón, esposo de Aída; Mario Ginzberg, de Irene, y Jacinta Levi, de Víctor Bruschtein Bonaparte.
El único hijo que vive, de una familia que prácticamente fue diezmada, es el periodista Luis Bruchstein. También abrazaron el periodismo sus nietos Victoria y Hugo Ginsberg, quienes se salvaron milagrosamente.

En la década del ’70, mientras estaba exiliada en México, su militancia la llevó también a trabajar en la Operación Santuario como observadora de Amnistía Internacional en campos de refugiados en El Salvador y en la frontera con Guatemala; y luego viajó al Líbano para rechazar violaciones a los Derechos Humanos. También fue a Bosnia para solidarizarse con mujeres musulmanas cuyas familias habían sido víctimas de serbios y croatas.

“Mi vida es una desmesura, no podría, yo sola relatarla”, dijo Laura cuando aceptó ser entrevistada largamente por la periodista francesa Claude Mary, quien en base a su vida publicó luego el libro Laura Bonaparte. Una Madre de Plaza de Mayo contra el olvido.
“A veces describirla así puede sonar chocante. Pero es así: Laura era una persona muy alegre”, recordó Mary, quien pudo participar del velatorio. “Llegué el sábado de París y el domingo, por Facebook, me enteré de que ya no estaba más”, se lamentó, para luego narrar cómo se produjo su interés en la figura de Laura. “Nos reunimos por primera vez en 1998; yo conocía algunos detalles de su vida y por eso quise entrevistarla. En una hora de charla me resumió toda su vida, que abarcaba muchas más batallas de las que yo conocía. Fue entonces cuando me dije: ‘Esta mujer es un libro’”.