Memorándum y las alertas

La trampa del shatranj

Luego del intercambio de declaraciones entre Argentina e Irán en torno a si el Memorándum de Entendimiento implica la caída o no de las alertas rojas de Interpol –el canciller argentino esgrimió una carta del organismo internacional que confirmaría su vigencia, pero la diplomacia persa respondió lo contrario-, resulta vital retomar el análisis de la controvertida iniciativa, que cada día muestra con más claridad ser otro eslabón en la ausencia de justicia.

Por Julian Blejmar

El código penal argentino no permite el juicio en rebeldía o en ausencia. Esta legislación implica inevitablemente la necesidad de formular indagatorias a los acusados de cualquier delito, si se desea llegar a una sentencia firme. Así, el Memorándum de Entendimiento rubricado con Irán pareciera ser la llave para destrabar este empantanado camino, toda vez que contempla este requisito de indagatorias para cinco de los ocho acusados. Descartados, por parte de la misma Interpol, los temores sobre las caídas de las alertas rojas, así como posibles injerencias en la sentencia de la (mal llamada) “Comisión de la Verdad”, -ya que no solo el gobierno sino la Justicia argentina protegen la potestad del juez argentino para dictar sentencia-, parecieran no existir objeciones técnicas a este entendimiento.

La trampa del shatranj
Si bien los persas no inventaron el ajedrez, fueron clave en su desarrollo. El shatranj fue de hecho el juego que le precedió, y al que los historiadores sindican como su antecedente más inmediato. Por eso, al margen de lecturas técnicas o judiciales, deberían plantearse otras que impliquen estrategias políticas. Sucede que el arribo a una sentencia no necesariamente se correspondería con el arribo a la justicia, pues nadie duda que, en caso de existir una condena a los imputados, Irán sostendría una rotunda negativa a la extradición de estos sujetos, que en la actualidad se encuentran dentro o cercanos al poder político. Tampoco una condena judicial por el atentado implicaría una mayor condena al gobierno iraní por parte de Occidente: el mismo no necesita sumar nuevas manchas, alcanza con las enormes que ya posee para el aislamiento al que está siendo sometido por parte de la mayor parte del mundo occidental.
De esta forma, nada parece perder Irán con la firma de este acuerdo, pero en cambio, la rúbrica del mismo lo exhibe rompiendo la enorme distancia que lo separa de gran parte de Occidente, lo que se traduce en una ganancia, modesta pero ganancia al fin, para su debilitada política exterior. Por el lado argentino, si la búsqueda era destrabar la causa judicial, es posible que se haya dado un paso adelante, pero los hechos concretos muy posiblemente exhibirán una continuidad en la ausencia de justicia, habiéndosele otorgado al gobierno iraní, una “primavera diplomática” en sus relaciones exteriores.

La inefable oposición
Un párrafo aparte merece el grueso de la oposición, que bien podría haber recogido las dudas de muchos y oponerse con seriedad, argumentación y mesura al Memorándum. También podría, en el presente o el pasado, haber ejercido presión para que se investigue la desatendida conexión local, o indagar sobre las razones por las que se descartó la pista siria, aquella misma que Cristina Fernández de Kirchner, luego de haberla impulsado valientemente y en soledad desde la comisión Bicameral de seguimiento del Congreso, llamativamente desatendió. En su lugar, prefirió sembrar, sin presentar prueba alguna, la sospecha de que había intereses ocultos detrás del acuerdo, con el irritante agregado de ex menemistas, y de macristas –quienes defendieron la designación de un funcionario procesado por encubrir el atentado-, impostando su indignación e intentando hacer política con este sensible tema. Una oposición que, en su mayor parte y una vez más, dejó huérfanos a todos aquellos que, de modo honesto y respetuoso, buscaron manifestar su desacuerdo con la estrategia política oficial.