El Acto de Juventud es un espacio organizado principalmente por agrupaciones juveniles de la comunidad judía, jóvenes independientes y familiares jóvenes de las víctimas. Este año, a diferencia de los anteriores, contó con escaso apoyo de las instituciones centrales de la comunidad judía, pese a que reúne a muchos familiares de las víctimas y sobrevivientes que se sienten identificados con esta concentración por Verdad y Justicia.
Más que números
Recordar a cada una de las víctimas como una totalidad fue uno de los motivos recurrentes en el Acto. Se proyectó Más que números, un video informativo del Atentado y de la causa posterior. El mismo sintetizó estos 21 años bajo una cuenta matemática, con un resultado paradójico, así como angustiante: “21 años + 8 presidentes + 1 atentado = 0 justicia”. Al finalizar, el video explicó que, pese a tantas sumas, años y días que pasaron, las víctimas “no son solo números (…) son historias de vida, son proyectos truncos y son cientos de personas alcanzadas por la tragedia”.
Ezequiel Cacciato, hijo de una de las víctimas, leyó una carta que envió Noa Ben Rafael, hija de otra víctima, desde Israel: “Nos conmovimos mucho, puesto que en aquel momento, cotidiano y sencillo, entendimos que la fuerza de nuestro pueblo israelí se une a la fuerza del pueblo argentino. Esta unión nos recuerda la gran tristeza colectiva y nos permite continuar viviendo nuestras vidas con todas sus dificultades y alegrías. Recordamos y salimos adelantes victoriosos como supervivientes que han derrotado al odio”.
Justicia mata atentado
Tras unas vacías palabras de la Embajadora de Israel en Argentina, subió al palco Agustín Marcoff, en representación de la juventud judía, para leer el discurso consensuado entre las distintas agrupaciones: “Hoy, a 21 años del Atentado a la Embajada de Israel en Argentina, nos encontramos parados en el mismo lugar de la tragedia. Estamos aquí, de pie, como todos los años, porque Arroyo y Suipacha es el símbolo del horror y de la impunidad. Pero Arroyo y Suipacha también es el símbolo de la lucha por Verdad y Justicia.”. Durante el discurso, criticó a quienes decidieron dormir la causa, apuntando principalmente a políticos de la década menemista, dirigentes sociales y religiosos y jueces de la Corte Suprema.
Un disgusto especial se lo llevaron los funcionarios de la Embajada de Israel presentes en el Acto. “Hoy en día nos sigue doliendo como el primer día que la Embajada de Israel, una de las víctimas del Atentado, diga abiertamente que quiere justicia por las víctimas del Atentado y nunca se presentó como querellante en la causa. ¿Por qué la Embajada de Israel no quiso involucrarse y presionar para que se investigue? Preguntas que nos hacemos todos los días, y aún no hemos recibido respuestas. Preguntas que también se hicieron los familiares y sobrevivientes, y tampoco tuvieron respuestas por parte de algunos funcionarios”.
A su vez, Marcoff continuó su crítica apuntando contra la malintencionada campaña que financió la Embajada de Israel con motivo del vigésimo primer aniversario. Al slogan “Vida mata Atentado” le respondió con “Justicia mata Atentado”, invitando a quienes se tienen que responsabilizar a que lo hagan con una genuina exigencia de justicia.
También aprovechó la oportunidad para reconocer a “quienes lucharon realmente para que haya justicia y la causa no prescriba”, refiriéndose a los familiares y sobrevivientes, muchos de los cuales se encontraban presentes.
El recuerdo no oficial
La Embajada de Israel sigue organizando un acto oficial que, si no se dirige hacia la clausura definitiva, se dirige a la clausura moral. Políticos desconocedores de la causa, víctimas no querellantes, dirigentes comunitarios sabrosos de poder y rabinos amigos de algún puesto político, se levantan en un palco hipócrita que grita “Memoria” pero que susurra “amnesia colectiva”. Aquí se comprueba cierta frase de Eduardo Galeano: la memoria del poder no recuerda. La memoria del poder habla de “vida”, pero esconde el verdadero “atentado”.
Los jóvenes siguen siendo aquellos que “no tienen voz”, que saben que no los registran los medios de comunicación ni los políticos de turno. Pero siguen construyendo un espacio colectivo, inclusivo y donde el mensaje sigue siendo el mismo tábano de los primeros días: “Justicia, justicia perseguirás…”.
Este recuerdo no oficial, que se hace en la oscuridad de la noche, emerge como una construcción alternativa de la memoria, desprovista del discurso del político con lágrimas cebolla y de la flor que fue colocada para ganar algún voto judío en las próximas elecciones. Es una memoria comprometida, joven, crítica y, sobre todo, perseguidora de la justicia.