Coalición de gobierno tras elecciones parlamentarias

Netanyahu: 6 pasos para pasar de ser un winner a un loser

La historia reciente demuestra que en Israel quien gana las elecciones al mismo tiempo las pierde. En esta oportunidad, el triunfador-perdedor es Benjamín Netanyahu, quien a pesar de haber obtenido la mayor cantidad de votos en los comicios de enero, comienza su tercer mandato golpeado y debilitado por el débil entramado de alianzas que debió aceptar tras un largo proceso electoral. Una situación que probablemente hubiera evitado de no incurrir en graves errores estratégicos.

Por Afro Remenik

Una vez más el triunfador de las elecciones en Israel es a la vez su perdedor. Las pasadas elecciones, del año 2009, fue el triunfo de Tzpi Livni, que a pesar de obtener 28 escaños en la Knesset y transformar a Kadima en el partido mayoritario, no logró obtener 61 diputados que avalen su candidatura para Primer Ministro. En las elecciones anteriores a esas, el triunfador fue Ehud Olmert que obtuvo 29 escaños, pero quedó lejos de los 36-40 que auguraban las encuestas de esos días.
Esta vez el triunfador-perdedor es Benjamín Netanyahu, que a pesar de obtener 31 escaños comienza su tercer mandato (el primero fue en 1996-1999, el segundo 2009-2013) golpeado y debilitado, después un largo proceso electoral que terminó definitivamente con la firma del acuerdo coalicionario que le permite conformar su gobierno.

1. El primer error de Bibi fue unir en una lista única a su partido Likud y el partido ruso-parlante del ultranacionalista Avigdor Liberman. La idea original era obtener algo más de 40 escaños (unos 28 diputados del Likud y aproximadamente 15 de Israel Beteinu) en el Parlamento que aseguraran la continuidad de Netanyahu como Primer Ministro y de Liberman como Ministro de Relaciones Exteriores. Sin embargo, Netanyahu cometió el error de creer que las personas son objetos que se pueden mover de un lugar para otro, y no tomó en cuenta las diferentes identidades que representan ambos partidos. En definitiva, la unión de ambos partidos tuvo como resultado la obtención de 31 parlamentarios: 20 provenientes del Likud y 11 de Israel Beteinu; es decir, una caída de un 30%.

2. El segundo error fue anteponer consideraciones personales a razones políticas, programáticas o ideológicas. Al respecto, el caso emblemático es el veto que recibió Naftalí Benet, exjefe de gabinete de Netanyahu y nuevo líder del partido ultraconservador HaBait HaIehudí, de parte de la esposa del Primer Ministro, Sara Netanyahu. Benet a nivel político, programático e ideológico es el socio ideal para el Likud, pero debido a los problemas personales entre Benet y el matrimonio Netanyahu, HaBait HaIehudí entra a la coalición gobernante por la puerta trasera, y como enemigo con el cual se está obligado a hacer un alto al fuego.

3. Otro caso emblemático de “personificación” de las relaciones políticas es el caso de Iair Lapid, líder del nuevo partido de centro Iesh Atid, el que también recibió veto por parte de Netanyahu debido a que en una entrevista señaló que su deseo era convertirse en Primer Ministro. El problema para Netanyahu surge cuando se suman ambos vetos, ya que sin Iesh Atid (19 escaños) y sin HaBait HaIehudí (12 escaños) era imposible para el Likud formar un gobierno mayoritario de por lo menos 61 escaños. Definitivamente, Netanyahu tuvo que ceder ante la fuerza de las matemáticas y aceptar en su gobierno a los dos partidos que había vetado, y rechazar a los partidos ultraortodoxos considerados los “aliados naturales” del Likud.

4. El cuarto error de Netanyahu es de carácter interno, ya que en los últimos días se han abierto nuevos conflictos entre el Primer Ministro y diferentes líderes de su propio partido. Uno de estos líderes que pasó a encabezar las líneas de la oposición interna es Rubi Riblin, el popular expresidente de la Knesset, que a pesar de su ampliamente reconocida trayectoria ha sido expulsado de su cargo por Netanyahu. Riblin es un viejo zorro político y esperará el momento adecuado para lanzarse al ataque, ya que sabe que la “venganza es un plato que se come frio”.

5. Quienes no esperarán mucho tiempo para oponerse a Netanyahu serán los autodenominados “nueva guardia” del Likud, que sobre la base de una vigorosa y ultranacionalista actividad parlamentaria lograron escalar a lo alto de la lista parlamentaria en el Likud, pero no han sido considerados por Netanyahu para ocupar cargos ministeriales.
En términos ideológicos, la “nueva guardia” pretende transformar al Likud de un partido de corte republicano a un partido de orden nacionalista, más activista y más radical. En términos políticos, la “nueva guardia” entiende que el Likud quedó rezagado en las últimas elecciones en el proceso de renovación política que tanto Iesh Atid como HaBait HaIehudí llevaron adelante, y se ven a sí mismos como la contraparte likudnik de sus socios-enemigos de derecha y de centro.

6. Un último error que transformó a Bibi de winner a loser fue el grosero apoyo de Netanyahu al candidato republicano en EE.UU., Mitt Romney, con el posterior triunfo democrático de Barak Obama. Al igual que Rubi Riblin, también Obama sabe cuando cobrar sus deudas, y es por eso que planificó su viaje a Israel para la próxima semana, el momento de mayor debilidad del Primer Ministro israelí.
La visita de Obama a Israel pretende reiniciar el proceso de diálogo entre Israelíes y palestinos. Este es uno de los puntos más débiles de la nueva coalición gobernante, por lo que la visita del Presidente norteamericano acelerará el proceso de vida (parto–crecimiento– desarrollo–crisis-muerte) del tercer mandato de Netanyahu. Es en este sentido, la visita de Obama es una oportunidad para Bibi de revertir el destino de perdedor que el mismo se ha buscado.