La posición de fuerza que ostentaba la alianza del Likud con Avigdor Lieberman quedó considerablemente debilitada, dado que ambas formaciones pasaron de 42 miembros en la Knesset anterior a los 31 diputados del próximo escenario parlamentario. Con este retroceso, Benjamín Netanyahu tendrá que tejer nuevas alianzas y le resultará difícil prescindir completamente del espectro de centro izquierda.
No obstante, pese al avance del partido fundado por Yair Lapid, que obtuvo 19 bancas, de la performance de Avodá, con 15 diputados, de la ponderable elección de Meretz, que llegó a 6 miembros en la futura Knesset, y las 8 bancas que se repartieron entre Tzipi Livni y Shaul Mofaz (6 para Hatnuah y 2 de Kadima), una dura realidad de los comicios de ayer es el indiscutible crecimiento de la extrema derecha, que de la mano de Habayit Hayehudi, liderado por Naftali Bennett, logró consolidar su meteórico ascenso al lograr un cuarto puesto, con 12 bancas.
De haber presentado un bloque unido desde el principio, los partidos laicos y progresistas habrían tenido mayores posibilidades de triunfar, explicaron los analistas. Los partidos árabes, en tanto, poseen los otros 11 diputados que complementaría una eventual coalición anti Netanyahu.
Otro dato insoslayable es que estas elecciones no entusiasmaron mucho al electorado. El 66% de participación superó ligeramente a la del año 2009. Si bien nadie niega que es un animal político, muchos ya ven en Bibi a un rey algo venido a menos. Aunque más allá de sus errores estratégicos, de déficits presupuestarios o de ausencia de resultados, lo cierto es que Netanyahu sobrevive. Pero de ahora en más, deberá lidiar con la influencia de Bennett, quien se opone frontalmente a la creación de un Estado palestino.
Sin ningún partido capaz de alcanzar la mayoría absoluta, la cuestión ahora es qué coalición se formará en las próximas semanas. El partido ganador, es decir, la alianza que forma el Likud con Israel Beitenu, será el primero convocado para armar lo que sin dudas será una amplia y compleja coalición. «El Gobierno que formemos se basará en tres grandes principios; el primero de todos, la fortaleza militar frente a las grandes amenazas que afrontamos. El primer desafío ha sido y sigue siendo impedir que Irán logre armas nucleares», dijo Netanyahu tras conocer su victoria, con la inercia de la misma obsesión que lo llevó a convocar a elecciones hace unos meses atrás. Pero la realidad indica que no consiguió aquella fortaleza que buscaba para desviar el foco de la atención de las negociaciones con los palestinos hacia el régimen persa.