– Raanan: ¿Qué te motivó a trabajar el peronismo y su dimensión judía?
– En los últimos veinticinco años investigué distintos aspectos del primer peronismo, desde lo social y cultural. Y en algún momento me quedó bien en claro la ausencia de la dimensión étnica en los estudios acerca de este movimiento, porque para mí en esta etapa no solamente se logró incorporar en el proceso político a los diferentes grupos sociales que estaban en los márgenes de la sociedad, sino también a varios grupos étnicos que hasta los años ‘40 no se consideraban como parte integral de la nación Argentina, sobre todo me refiero a los argentinos árabes y a los argentinos judíos.
– Leyendo algunos de tus trabajos me doy cuenta que desmitificás muchas cuestiones de las relaciones entre Perón y los judíos.
– Los trabajos sobre los judíos y el peronismo intentan desafiar algunos mitos que son muy comunes. Primero, se suele decir que los judíos estaban en contra del peronismo. Para mí eso es falso. Y eso tiene que ver con el hecho de que prácticamente toda la historiografía sobre las experiencias judías en este país, estuvo dedicada a la colectividad organizada, mientras que la mayoría de los judíos en Argentina nunca se ha afiliado a las instituciones comunitarias; entonces si uno estudia nada más que a la DAIA, la AMIA, los movimientos juveniles; o Hebraica, Macabi, Hacoaj, tiene una visión, pero si se aleja un poco de la colectividad organizada y pone la mirada en los judíos no afiliados a las instituciones comunitarias uno puede encontrarse con otra realidad.
– ¿Cuál realidad?
– El peronismo dividió a la sociedad argentina, como lo hizo también con los argentinos judíos; muchos estaban en contra del peronismo, como muchos otros a favor. Si uno mira el movimiento obrero y su apoyo inicial al peronismo, nos encontramos que dos de los sindicatos más importantes de aquel momento, la Unión Ferroviaria y la Confederación de Empleados de Comercio, tenían algunas personas judías en posiciones claves: por ejemplo el Secretario General de la Unión Ferroviaria, Rafael Kogan, argentino de origen judío, puso todo su peso para que este gremio apoyara a Perón. Ángel Borlenghi líder de la Federación de Empleados de Comercio, estaba casado con una judía y su cuñado tenía un papel importante en el sindicato. Los dos convencieron a la dirigencia de este gremio para que apoye a Perón. Otro ejemplo: una vez que el peronismo decidió expropiar el diario La Prensa y pasarlo a manos de la CGT, a principios de los años ‘50, se pone en el suplemento cultural del diario un equipo de profesionales donde había varios intelectuales de origen judío, como por ejemplo León Benarós.
– A tu criterio, este prejuicio de algunos sectores de la comunidad judía hacia el peronismo, ¿tenía que ver con la asociación de Perón y los nazis o con una cuestión de prejuicio hacia quienes representaba socialmente su momento?
– Este tema de Perón y de los nazis no tenía un peso importante antes del secuestro del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, en los años ‘60. Es decir, cuando el establishment judío decidió oponerse al peronismo, a mediados de los ‘40, la gente no era consciente de la entrada de criminales de guerra nazis en este país. Para mí esta hostilidad hacia el peronismo tenía que ver con el apoyo inicial de grupos nacionalistas como la Alianza Libertadora Nacionalista, el apoyo que recibió el peronismo de la cúpula de la Iglesia Católica, el hecho de que se trataba de un militar y luego, también, el tema de clase social.
Una parte importante de la clase media porteña se pronunciaba en contra del peronismo; y como muchos judíos pertenecían a este sector social, ellos tampoco le dieron al peronismo su apoyo político, pero debo decir que tampoco todos los judíos de los ‘40 pertenecían a la clase media, muchos pertenecían a la clase media-baja o a las clases populares, y como la mayoría de la gente de las clases populares, sí apoyaban a Perón.
– Argentina tuvo distintos gobiernos peronistas en la historia y uno que estamos transitando en este momento. ¿Podrías hacer un balance de la relación de los judíos con el peronismo durante esas etapas y como fue variando?
– Primero, Perón y el peronismo no son exactamente lo mismo. Es decir, una cosa es la posición del presidente Juan Perón a lo largo de sus tres presidencias, y otra cosa son las distintas corrientes, dentro de este movimiento tan heterogéneo que es y ha sido el peronismo. Si hablamos de Perón, está bien claro que, como presidente, nunca adoptó una posición antisemita y tampoco adoptó una posición hostil hacia el Estado judío, y esto por varios motivos, entre ellos porque Perón asignó una importancia e influencia exageradas de los judíos en Norteamérica. Además, el peronismo, en la segunda mitad de los años ‘40 miró con simpatía a los judíos y su lucha, en contra del mandato británico para conseguir su independencia.
Las relaciones con Israel fueron excelentes a lo largo del período 1949-1967, aun sabiendo que la Argentina se abstuvo en la votación en la ONU acerca de la partición de Palestina y el establecimiento del Estado de Israel. Por otro lado fue el primer país latinoamericano en abrir su embajada en este país, enviando a Pablo Manguel, como el primer embajador argentino.
Ahora, después de caer Perón, el movimiento pasa por distintas transformaciones. Hay una corriente que empieza a mirar con cierta admiración a los movimientos de liberación nacional en Asia y África. Cuando vuelve Perón al poder en el año 1973, él sigue manteniendo las mismas posiciones de antes con respecto a los judíos y al Estado de Israel, pero el movimiento peronista y el gobierno peronista de los ‘70 son diferentes de los de los años ‘50, ya hay una corriente que es muy pro árabe que mantiene una oposición muy crítica hacia Israel, hacia la ocupación de Cisjordania y Gaza y que intenta cultivar relaciones con líderes como Kadafi en Libia.
Durante las presidencias de Menem, el gobierno cultivó excelentes relaciones por un lado, con la comunidad judía organizada, y por otro, con el Estado de Israel. Menem también promovió las relaciones de la Argentina con los países árabes; no logró jugar un papel de importancia en el proceso de paz de Medio Oriente, sin embargo, sí provocó cierta suspicacia o sospecha por parte del Estado de Israel hacia su política internacional, pero en general, como él apoyó a la política estadounidense en el tema internacional, sus relaciones con Israel seguían siendo excelentes.
Otra historia son los gobiernos kirchneristas de los últimos años. Estos gobiernos son muy sensibles a los temas de Derechos Humanos; nunca van a adoptar una medida antisemita. Sí, a diferencia de Menem, hicieron esfuerzos para investigar los atentados de los años ‘90. Sin embargo, su política hacia el Estado de Israel es algo distinta, para mantener la imagen progresista de su política exterior, necesitan mantener una posición algo crítica hacia el Estado de Israel y sus políticas; sus relaciones con algunos movimientos populistas en América Latina, como el caso de Venezuela, tampoco ayudan a acercarlos a Israel; y sus relaciones conflictivas con EE.UU. igual provocan cierta incomodidad también entre los líderes israelíes. De modo que las relaciones son buenas, pero existe cierta desconfianza que no caracterizó las relaciones bilaterales en décadas anteriores.
– ¿Cómo evalúas el hecho de utilizar un tercer país para poder juzgar a los sujetos implicados en el atentado a la AMIA?
– Hay que distinguir entre dos planos: uno es el de las relaciones bilaterales Argentina-Irán, y el otro es el contexto internacional. Mientras que yo sí puedo ver alguna lógica detrás de este último gesto hacia Irán, en el plano de las relaciones bilaterales, me es difícil entender el timming de esta decisión argentina, pensando en el contexto internacional porque, precisamente, en un momento en que los países de Occidente ponen presión sobre Irán, este gesto está mal entendido por muchos en EE.UU., Europa e Israel, y da la sensación de que la Argentina, en los últimos años, maneja su política exterior como si hubiera dejado cualquier pretensión de jugar un papel de importancia en la escena internacional, es decir, está pensando más en las relaciones bilaterales con un país u otro, en los beneficios que una medida u otra puede conllevar para la Argentina, sin tener en cuenta también los procesos, los sucesos en la escena internacional.