Crece el riesgo de una conflagración regional

La alianza de centro-derecha aceleraría un ataque a Irán

La inminente reanudación de las negociaciones del sexteto de potencias con Irán viene precedida por la exigencia iraní de incluir en la agenda al conflicto en Siria, pese a que las negociaciones se focalizan exclusivamente en el programa nuclear persa, y las crecientes señales de impaciencia de Israel frente a los intentos de dilación evidenciados por Teherán.

Por Moshé Rozén

El próximo 19 de junio se reanudarán, en Moscú, las negociaciones entre la República Islámica de Irán y las seis potencias (EE.UU., Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania), enmarcadas en el esfuerzo diplomático de las Naciones Unidas y la Unión Europea para detener el desarrollo nuclear iraní.
La posición norteamericana –similar al reclamo israelí- en relación a los riesgos implícitos en el deseo iraní de incrementar el enriquecimiento de uranio, contradice las aspiraciones de Teherán. Ahmadenidejad desea incluir al «problema sirio» en la agenda de discusiones, pese a que las negociaciones se focalizan exclusivamente en la amanaza armamenticia iraní.

Entretanto, en Israel, crecen las señales de impaciencia frente a los intentos de dilación evidenciados por Teherán. Jerusalén presume que –paralelamente al diálogo con Occidente- las plantas atómicas en Irán prosiguen con su plan de trabajo.
Según el periodista israelí Boaz Bizmuth, los países participantes de las tratativas con Teherán tienen más interés en frenar un ataque israelí a los centros nucleares que restringir el agresivo despliegue iraní.
Por su parte, el New York Times sostuvo que en el paquete de ofertas occidentales presentado a Irán se incluye la reducción de las sanciones económicas dispuestas a raíz del proyecto nuclear.

La reciente inclusión de Mofaz al gabinete de gobierno en Israel apunta a consolidar la postura política «halcón» del primer ministro Netanyahu y el ministro de Defensa Barak. Mofaz, a diferencia de Tzipi Livni, la anterior dirigente del partido Kadima, es más próximo a la línea declarativa «dura» de Liberman y Netanyahu.

En su alocución del viernes 25 de mayo, Hasan Nasrallah, líder de Hezbola, sostuvo que la inclusión de Mofaz responde a la debilidad política del gobierno del Likud y no a una programación estratégica. Nasrallah hizo estas afirmaciones al cumplirse 12 años de la retirada del ejército israelí que ocupó la franja meridional del Líbano.

La posibilidad de un encendido bélico entre el Israel y Líbano, cada vez más dominado por las tropas de Hezbola, se agrega a la caótica situación en Siria, la inceridumbre política en Egipto y demás focos de inestabilidad regional.

El presidente norteamericano Obama, aseveran analistas, teme que el cuarteto israelí -Liberman-Barak-Mofaz-Netanyahu- no otorgue chance al sexteto de potencias y promueva un ataque preventivo, como ya ocurrió en junio de 1981 contra el reactor Osirak en Irak; tal iniciativa debilitaría las posibilidades de reelección del mandatario estadunidense.
Obviamente, el eventual daño al liderazgo de Obama y la tendencia moderada, empalidece ante los riesgos mayores de una conflagración zonal: vecinos de Irán, como Pakistán y Rusia, gozan de soportes nucleares capaces de expandir la hoguera del Asia Menor al resto del orbe.