Sorpresa e indignación en la nueva oposición

Netanyahu formó una coalición de 94 miembros al sumar a Kadima

Tras el polémico y turbio acuerdo con Shaúl Mofaz, que en la Knesset le otorga a Netanyahu los 28 votos adicionales de Kadima, el gobierno más derechista de la historia de Israel se convirtió en el que ostenta la mayor base parlamentaria. De esta manera, el ejecutivo parece tener un horizonte completamente blindado.
Fuerte rechazo de Meretz y el resto del arco opositor al pacto que evita las elecciones anticipadas que había anunciado el Primer Ministro apenas un día antes de la maniobra.

En una decisión tomada de la noche a la mañana, literalmente en plena madrugada, el primer ministro Binyamín Netanyahu y Shaúl Mofaz, ganador de las recientes internas de Kadima, acordaron formar un gobierno de unidad nacional y desactivar la convocatoria de elecciones, anunciada un día antes y prevista para septiembre. De este pacto gestado en secreto nace la coalición más amplia de la historia de Israel.

Nadie esperaba un arreglo de esta índole, por lo menos no en el corto plazo. En ese contexto, el rechazo del resto del arco político fue furibundo. La respuesta de Meretz, que juzgó al arreglo como “pestilente”, no se hizo esperar. El diputado Nitzan Horowitz denunció la maniobra del dúo Bibi-Mofaz como: «La más corrupta manipulación en la historia de Israel». Posteriormente, en horas de la noche del 8 de mayo, Meretz participó de las manifestaciones de protesta en Tel Aviv y Jerusalén contra un gobierno que: “Aparte de fomentar la brecha social, consolida con Kadima su política de anexión territorial y aventurerismo belicista”.
Por su parte, Shelly Yacimovich, jefa de Avodá, declaró que se trata de “una alianza de cobardes” y que es el mayor “zigzag de la historia política de Israel que nadie olvidará”. Yair Lapid, el periodista y candidato que era visto como la sorpresa de la política israelí, definió al pacto como “feo y corrupto” y una muestra de “la vieja manera de hacer política”.
Cabe consignar que también participó de las marchas Tzipi Livni, recientemente renunciada de su banca de Kadima.

Según una encuesta online del diario Haaretz, apenas un cuarto de los israelíes ven motivaciones patrióticas en este acuerdo, para el resto el mismo tiene origen en cuestiones puramente personales.

Más coyuntural que estratégico
A Mofaz le espera el puesto de vice primer ministro. De origen iraní y ex ministro de Defensa, con él ya son tres los exjefes del Estado Mayor en el Gobierno. Este aspecto, según vaticinan algunos analistas políticos, cobra relevancia en un momento en el que las amenazas frente al conflicto con Irán se intensifican. No obstante, para otros, no parece que sea un acuerdo para un gobierno fuerte de cara a una guerra con Irán, dado que Mofaz se opondría a la misma.

El Likud y Kadima son los partidos con más representantes en la Knesset, y encabezarán ahora un gobierno que cuenta con 94 escaños, de un total de 120 diputados. De esta manera, Netanyahu consiguió deshacerse del chantaje constante de los partidos menores de su coalición, entre ellos los ultrarreligiosos, que amenazaban con romper el Ejecutivo cada vez que sus demandas no eran aceptadas inmediatamente.
Una solución negociada con los palestinos, una de las banderas del pasado de Kadima, no figura entre las prioridades del nuevo gobierno. El otrora partido de centro se aboca ahora a cuestiones puramente nacionales.

El acuerdo de tres folios que Likud y Kadima acordaron en secreto recientemente establece dos objetivos fundamentales para la nueva coalición. El primero es reformar la ley Tal, que exime a los ultraortodoxos de cumplir el servicio militar. La Justicia dictaminó que se la remplace por considerarla discriminatoria. El explícito rechazo de los partidos religiosos aliados de acabar con la prebenda amenazaba la estabilidad de Netanyahu.
La segunda meta propuesta por ambos partidos es la reforma del sistema electoral, que garantiza la presencia de pequeños partidos en las sucesivas coaliciones.

El conflicto generado por los colonos de Ulpana promete ser el primer asunto para testear si verdaderamente hay o no una coalición de mediano alcance. Kadima es partidaria de obedecer a la Corte, que ordenó la demolición de ese puesto, mientras que el Likud quiere «encontrarle la forma».
Entre otras certezas del nuevo gobierno, se descarta que Barak seguirá a cargo del Ministerio de Defensa y que Liberman, si bien perdió peso en el nuevo Ejecutivo, va a permanecer en la coalición.