Elecciones en la DAIA:

Gilbert Lewi fue elegido como nuevo Presidente

El pasado 17 de noviembre las instituciones nucleadas en la DAIA eligieron a las nuevas autoridades de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas. En esa elección, el candidato Gilbert Lewi accedió a la Presidencia de la institución con el 51% de los votos. A pesar de ello, la ruptura o caída del berajismo puede ser considerada relativa dado que la Vicepresidencia primera quedó retenida en manos de Jorge Kirszenbaum quien, así, ganó su re elección. Cabe recordar, por otro lado, que Kirszenbaum es el nexo entre el equipo de abogados de la DAIA abocado a la querella por la Causa AMIA y la DAIA en sí misma; situación que puede ver imposibilitada o hacer trastabillar la decisión de Lewi de “evaluar la representación jurídica en la causa”. Para Lewi, la actuación y estrategia de la DAIA dentro de la querella unificada “ha sido negativa”. Queda por develar, entre otras tantas cosas, cómo operará en este tema a sabiendas que debe operar sobre este tema conflictivo conducido por el mismo dirigente heredado de la gestión anterior. “Semejante tragedia, que hiere nuestro espíritu judío profundamente, -afirmó Lewi a Nueva Sión- ha tenido respuestas grandilocuentes, mientras se ubicaba a la justicia por debajo de las relaciones con el poder de turno”. Poder que dejó sus herencias en el grupo de conducción recientemente elegido. A continuación reproducimos las respuestas de Gilbert Lewi a nuestra consulta previa a las elecciones en las que deja sentadas sus posiciones básicas de gestión. Todo un documento hacia el futuro.

¿Cuál cree que es el desafío más importante que deberá afrontar como Presidente para el próximo período?

Reconstruir el rol fundamental que debemos asumir ante nuestra comunidad, en acuerdo a la misión que tiene la DAIA desde su creación: representarla. Repito con énfasis: representarla políticamente hacia adentro, es decir, en su propia estructura, ya que ella, por ser la representación de todas las entidades de nuestra comunidad, tiene en ese sentido dos roles fundamentales: la seguridad interna y ayudar a pensar a las instituciones en la futura y necesaria reestructuración comunitaria. Y hacia fuera, en relación a los gobiernos nacionales. Que cada institución adherida a la DAIA y, sobre todo, que cada judío integrante de la comunidad, reconozca que la DAIA tiene mucho que ver con él en aspectos decisivos para sus derechos ciudadanos y calidad de vida democrática.
Representar es poner la ética al servicio del poder; hasta ahora hemos padecido, en general, una cultura del mundo del revés.

¿Cuál cree que es el mayor problema que afrontará la comunidad, como una minoría del país, frente al cuadro de la coyuntura política nacional?

La crisis socio económica, que afecta al país hace más de 5 años, con sus emergentes: impunidad y corrupción.
Me pregunto: ¿Qué presente y futuro podemos plantear para nosotros y para nuestros hijos si no se modifica esta cultura perversa? ¿Qué atractivo tiene la pertenencia ante semejante panorama. ¿Cómo vivimos aquí, ahora, la tragedia de la AMIA? ¿Hasta cuándo las instituciones judías deberán protegerse a sí mismas como si viviéramos en el medioevo?
Estos interrogantes requieren nítidas respuestas judías, consustanciadas con la responsabilidad que nos cabe como dirigentes comunitarios.
Creo, y espero, que esta luz de esperanza que sentimos con la nueva etapa política que se da en la Argentina, facilite y permita encontrar caminos legítimos, para que la comunidad judeo argentina, que fuera orgullo en Latinoamérica y en el mundo, deje de achicarse y recobre la enorme función creativa que tuvo durante décadas. Conjugar -en el presente y el futuro- el verbo proteger es la manera explícita de desarrollar la representación que nos cabe. En este desafío impostergable, la elección de los hombres, que responden a estos valores, es excluyente y determinará el éxito o fracaso de la gestión. Nuestras instituciones tienen en su seno a este perfil de personas.

¿Puede emitir su opinión sobre la actuación y estrategia de la DAIA dentro de la querella unificada en el juicio oral relacionado con la Causa AMIA?

Ha sido en general negativa. No ha estado a la altura de semejante tarea. No sólo en el juicio actual, sino, sobre todo, en el tiempo de instrucción durante casi 9 años y con un juez cuestionado desde los más diversos sectores. Semejante tragedia, que hiere nuestro espíritu judío profundamente, ha tenido respuestas grandilocuentes, mientras se ubicaba a la justicia por debajo de las relaciones con el poder de turno.

¿Cambiaría algo en la relación DAIA-Juez Galeano bajo su mandato?

Por supuesto. Evaluaría nuestra representación jurídica en la causa. Y espero que los aires renovadores y reparadores de la estructura de la justicia en la Argentina juzguen la actuación del juez Galeano, en el crimen más importante en la historia de nuestro país.

¿Cuál cree que es el verdadero grado de representatividad de los dirigentes de la DAIA respecto de las instituciones afiliadas y de los judíos en general?

Repito: está descripta en la misión. La representatividad es una construcción paulatina. Las decisiones que se tomen, en consenso, frente a la gravedad de los conflictos, deberán tener estado público y un contenido orientador y didáctico que puedan ser evaluados por la gente. “Detrás está la gente” dice la canción de Serrat. Está delante, porque estamos al servicio de ella. Así se determina con precisión la distancia que hay que fijar con los distintos factores de referencia con nuestra tarea: con la gente, junto a ella, a través de las instituciones delegadas, buscando consenso y transparencia, cualquiera sea el esfuerzo de lograrlo. Con el poder, una relación igualitaria, porque ellos también nos representan y los derechos que hemos de defender, suponen siempre proteger la convivencia, la justicia, la calidad de vida; es decir, la democracia en funcionamiento creciente y no una retórica de la democracia, que solo sirve a unos pocos.
Tenemos que saber o, por lo menos, aprender las lecciones de la historia y prevenir con el tiempo necesario los conflictos, antes que estas se vuelvan contra la gente.
Una buena relación con el poder está en función del diálogo posible; jamás en connivencia, la evaluación crítica de los conflictos y la búsqueda de soluciones reales, es parte de nuestra función y determina el establecimiento de una distancia óptima para esa gestión, que jamás incluye la obsecuencia. Los valores insertos en nuestra misión no son negociables.

¿Cuál cree que es la percepción de los integrantes de la comunidad judía respecto a la representatividad de los dirigentes?

Imaginemos un teatro. En el escenario, están los dirigentes. La platea, en general, está semivacía.

Hay cierta preocupación en algunos sectores de la comunidad respecto a la forma de elección de cargos propuesta en los estatutos de la DAIA y la verdadera representación de las bases en la dirigencia elegida. ¿Usted está dispuesto a llevar adelante la correspondiente modificación de estatutos para que los dirigentes de la DAIA sean verdaderos representantes de los integrantes de la comunidad judía y no de las instituciones, que no realizan ninguna clase de consulta para saber a qué dirigente apoyar en las elecciones de la DAIA?

La pregunta incluye un error. La DAIA es una delegación (representa a todas las instituciones judías) como su nombre lo especifica claramente. Son las entidades quienes tienen todo el derecho de elegir directivos para la DAIA.
No es cierto que no existan consultas para la designación. El problema real es a quién se elige para proteger a la comunidad a través de la DAIA y no a intereses sectoriales. Las líneas generales de funcionamiento deben quedar claramente establecidas para no repetir los gruesos errores del pasado reciente, que distan de ser abstracciones retóricas y no pueden ser ocultas.
Cuando se las oculta o distorsiona, la platea estará semi vacía. Las consultas para nada dejan de lado ni la discusión, ni el disenso. Por el contrario. La búsqueda imprescindible, de la unidad comunitaria, es una construcción que nos obliga a ser respetuosos, muy respetuosos con el conjunto.
Las decisiones, al tomar estado público, podrán ser evaluadas directamente por nuestra comunidad, estableciendo un diálogo permanente con nuestros representados, única forma de profundizar políticas positivas y corregir decisiones erradas.
El honor de poseer un cargo pasa siempre por la humildad, no por la soberbia. Privilegiar la duda, para acercarnos a la mejor decisión con la ayuda de todos.
Lo que sí es modificable, para tornarlo más justo, es, en el proceso eleccionario, la proporción de votos de cada entidad adherida en consonancia con su población y su rol político.

¿Qué opina de la propuesta un judío – un voto?

Es fundamental proteger el funcionamiento democrático. Es la forma más transparente de elección para la AMIA y para las instituciones socio-deportivas y religiosas en general. Como dije, no es el caso de la DAIA.

¿Qué modificaría y qué sostendría, bajo su mandato en la DAIA, en relación a la gestión anterior?

Creo que ya he respondido. Pero agregaría la necesidad urgente de este cambio de timón en la DAIA. Acercar a nuevos dirigentes para que el cambio, esencialmente ético que propongo, no sea una ilusión. Ni amiguismo, ni obsecuencia. Ejercicio de los valores, en la concreción de respuestas judías a los conflictos de nuestro tiempo.

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La extensa experiencia que ha signado mi vida, ejerciendo la presidencia de la Sociedad Hebraica Argentina, de la Fundación Memoria del Holocausto y del Keren Kayemet Leisrael, solamente citando los cargos de máxima responsabilidad, no garantiza el éxito de una gestión. Lo que sí la fortifica y protege, es liderar la lucha por la unidad de la comunidad judía junto a mi compromiso activo con el Estado de Israel, reconocido públicamente por distintos gobiernos y mi constante identificación con organismos de Derechos Humanos. En definitiva, mi interés personal radica en honrar el cargo de Presidente de la DAIA y que cada judío se sienta orgulloso de esa representación institucional.