Kibutz Metzer y el muro de defensa

Bueno, malo y feo

Balanceándose sobre una roca que domina una sección de la cerca (el muro de defensa propiciado por el Gobierno de Ariel Sharón) construida durante los últimos seis meses, el Secretario General del kibutz Metzer, Dov Avital, no parece poder decidir si aquello que ve es bueno o malo. Ambos estamos de acuerdo en que la franja de 50 metros de ancho tomada para la construcción de una cerca que se opone a los principios con los cuales su comunidad está comprometida, y también coincidimos en que la cerca, que rebana un área pastoral cubierta por acres de olivos, es -sin lugar a dudas- bastante fea. Básicamente, Avital acepta que una cerca debe ser construida para detener a los terroristas y los vehículos en que transportan explosivos hacia los calles de las ciudades israelíes. Lo que es malo, dice, es la ruta finalmente elegida para su trazado.

Por Lidia Aisenberg

Para un miembro de un kibutz en el que 5 personas fueron asesinadas por un terrorista palestino que se infiltró en esa comunidad en noviembre de 2002 -hace ya casi un año-, las palabras de Dov Avital parecerían carecer de sentido. De todas formas, tras recorrer el camino desde el kibutz hasta la nueva divisoria, uno comienza a comprender que a pesar de que ninguna cerca es buena, aunque a veces necesaria, esta sección es verdaderamente más que una úlcera para quienes viven en las inmediaciones.
Para alcanzar la cerca que separa a Metzer y a la vecina ciudad israelí musulmana de Meiser, del poblado palestino de Kafin, justo al otro lado de la cerca, en la Ribera Occidental, uno tiene que recorrer un camino que ha sido convertido en fino polvo blanco por la maquinaria pesada y los camiones utilizados durante la construcción.
Desde la rocosa cima cubierta de púas, que se encuentra todavía dentro de los límites del terreno de Metzer, las casas de los 9.000 palestinos residentes en Kafin parecen estar a tan sólo unos pasos de distancia. De todas formas hoy en día no existe la posibilidad, tanto para los residentes de Kafin como para los miembros del kibutz, quienes alimentaron una relación de buena vecindad durante un período de más de cincuenta años, de encontrarse a tomar un café como solían hacerlo en los viejos tiempos, tan sólo diez meses atrás.

Una opción natural

“La cuestión no es si la cerca debería o no haber sido construida, sino en qué lugar se decidió erigirla”, explica Dov Avital, quien asumió su cargo la mañana siguiente al asesinato de su amigo y Secretario General entonces de Metzer, el fallecido Yitzik Dori, a mano de terroristas palestinos.
Dov señala dos grandes bloques de concreto, uno cercano a nosotros y el otro asomándose entre una arboleda de olivos, a unos cien metros de distancia. Los bloques marcan la línea de demarcación de 1949, y los caminos que conectan ambos bloques han sido la ruta de patrullaje utilizada durante varios años por la policía de frontera israelí.
“Esta debería haber sido la opción más natural para construir la cerca -la frontera de 1949 a 1967 no hubiera necesitado tomar tierra alguna de nuestros vecinos palestinos que viven al otro lado”, explica Dov, quien al igual que muchos otros miembros del kibutz Metzer es originario de Sudamérica, donde fue miembro del movimiento Hashomer Hatzair.
Hasta donde Dov sabe, aquella frontera (la de 1949 a1967) nunca fue considerada como una ruta posible para la cerca que fue planeada desde un principio para atravesar terrenos pertenecientes a ciudadanos de Kafin, todos ellos cubiertos de viejos y nuevos olivares que les proveen su diario sustento: aceitunas y aceite de oliva.

Un acuerdo de partes

“Hemos escrito cartas y organizado manifestaciones para intentar, y asegurar, que la cerca en esta área no destruyera nuestra relación especial, apreciada por las personas de ambos lados”, destaca Dov.
Los esfuerzos de los “kibutzniks” inicialmente obtuvieron reacciones positivas dentro del gobierno. Los miembros de Metzer, incluso, sugirieron que si la tierra debía ser confiscada para la cerca de 50 metros de ancho, la ruta de patrullaje, el foso de drenaje y otros elementos, entonces la mitad de la tierra debería ser tomada de Kafin y la otra mitad de Metzer.
“Los palestinos estuvieron de acuerdo con esta medida y usted tiene que entender que, en tanto la Autoridad Palestina controla Kafin, ellos no habrían podido aceptar esta propuesta sin el visto bueno de un alto funcionario de la Autoridad Palestina”, dice Dov.
“A esa altura de las circunstancias el Mujtar (líder del poblado) no habría tomado una taza de café conmigo sin el consentimiento de la Autoridad Palestina”, explica Dov más tarde.
“Esta ha sido la primera, y hasta donde sé la única oportunidad en que la Autoridad Palestina estuvo de acuerdo en el sitio de emplazamiento de, al menos, una sección de la cerca”, dice señalando un área más cercana a nuestra posición y, por lo tanto, a cierta de distancia de donde la cerca se yergue hoy de hecho.

El atentado y sus consecuencias

En mitad de las negociaciones, el día previo a que quien luego sería Ministro de Defensa debiera visitar el kibutz, recorrer el área y tomar decisiones, el terrorista proveniente de Tulkarem ingresó a Metzer arrastrándose por debajo del portón electrónico, para luego llevar a cabo los espantosos asesinatos.
¿Qué diferencia hacen unos cien metros si la cerca va a ser construida de todas formas?, le pegunto a Dov.
“La diferencia es que si hubiera sido construida tal como sugerimos, la gente de Kafin aun podría trabajar sus campos y ocuparse de sus bosques de olivos. Ellos son granjeros en su mayoría, no tienen otros medios de subsistencia más que aquellos que cruzan la Línea Verde para trabajar en Israel. La ruta que ha tomado en la actualidad la cerca significa para ellos la imposibilidad de alcanzar al menos 50% de sus granjas y olivos porque están de este lado de la misma.
“El problema es complejo, porque también están aquellos que estaban trabajando en Israel y ganaban lo suficiente para mantener a sus familias numerosas, pero que ahora están impedidos de hacerlo, y esta es una situación crónica”.
“Israel ha tenido éxito en la construcción de una cerca entre tres comunidades, Metzer, Meiser y Kafim, que desde siempre han sido señaladas como un ejemplo positivo de coexistencia en los hechos y no sólo en las palabras.

Futuro incierto

“De todas formas, más serio aún que esto, es el volumen de encono que la cerca engendrará en un tiempo al otro lado”, dice Dov, señalando en dirección a Kafim, Arabeh y muchos otros grandes y pequeños poblados palestinos dispersos en la colinas opuestas, los minaretes de mezquitas dominando el horizonte.
“Los palestinos lucharon junto a nosotros, a través de la diplomacia, para intentar detener la confiscación de sus tierras, y ese esfuerzo conjunto estuvo cerca de tener éxito. Los jóvenes al otro lado caerán pronto en el razonamiento y la convicción de que si van a tener que luchar físicamente para recuperar sus tierras al otro lado de la cerca, entonces también lucharán no sólo por sus huertos de olivos, sino para recuperar Palestina toda”, conjetura Dov tristemente.

El futuro y la esperanza

El kibutz Metzer celebró sus quincuagésimo (50) aniversario este año. Cuando los primeros pioneros comenzaron a sentar las bases del kibutz, carecían de fuentes de agua. El poblado árabe vecino de Meiser los conectó a su propio, pequeño manantial y entonces comenzó una extraordinaria historia de amistad cultivada y mantenida durante más de cinco décadas entre judíos y árabes dentro de Israel, y que abarcó a los palestinos de Kafim desde 1967.
Los kibutzniks tampoco olvidan que en los años ’50, cuando un peligroso incendio de arbustos amenazó al kibutz, bomberos de la Legión Jordana apostados al otro lado de los bloques de concreto acudieron para dar una mano en el apagado de las flamas.
Algunos años atrás, cuando visité a mis amigos en Metzer, su pequeño zoológico estaba lleno de madres de Meiser que vestían sus largas túnicas y llevaban las cabezas cubiertas con sus velos, acompañando a sus hijos en su paseo vespertino hacia los criaderos de patos.
Muchos de esos vecinos musulmanes asistieron al funeral de Yitzik Dori, la única víctima enterrada en el cementerio privado del kibutz.
Desde el ataque terrorista, el foco de la prensa se ha cernido casi sin pausa sobre la comunidad del kibutz y sobre sus persistentes afanes de coexistencia. A medida que se aproxima el mes de noviembre, y con él los homenajes planeados para los israelíes asesinados, los miembros de Metzer saben que se verán inundados por la prensa local y extranjera.
“Sólo en los últimas semanas yo he tenido que lidiar con un número de equipos de la televisión europea, incluidos dos de Francia”.
“Un equipo de televisión no tenía la intención de venir a Metzer, porque sólo habían venido a filmar la Ribera Occidental para su cadena. Cuando llegaron a Kafim y preguntaron por la cerca y sobre lo que pensaban de los israelíes, los palestinos les dijeron que debían hacer el esfuerzo de ir a Israel y hablar con sus amigos de Metzer”, dice Dov.
Los palestinos en esta área han perdido tanto como nosotros”, murmura Dov Avital al tiempo que vuelve la espalda a Kafim y al muro, y comienza a caminar de regreso hacia el kibutz.